La frescura del renacer

Estos días ando recogiendo los pedacitos que se me fueron quedando por el camino en los últimos meses. Todavía se me hace extraño despertar por la mañana y entender que no tengo que ponerme a hacer algo inmediatamente, que puedo entretenerme un poco más en esto o aquello, escuchar cómo se mece el fluir de los momentos en los que nada pasa, nada.
Todo y nada.

Aunque somos nosotros los que muchas veces decidimos la prisa o la calma, en muchas otras ocasiones vienen determinas por algo exterior. Entender ese equilibrio de fuerzas quizás nos deje navegar con pasión pero con cautela, entendiendo que la ola grande es poderosa y que es mejor volar a su lado que luchar contra ella.
Sea lo que sea, la frescura del renacer de estos días inunda por fuera y por dentro, de lejos y de cerca,

Moverse con ella es recorrerla y acariciarla entera

como danzar de elegancia, insinuación y certeza