La Salamanca de invierno es otro paseo, luces que destilan silencios que el verano ignora. Pasado y presente conjugan en ella un recorrido de cortes indelebles y penetrantes
El invierno de Salamanca es otro caminante. Su navidad duerme de día, cuando las luces no existen y las puertas sostienen las bisagras del tiempo
Vacía se ve ahora esta plaza de siempre en la que el latir de la ciudad muestra su corazón mínimo o exuberante
Se deja admirar y querer. Es piedra para el recuerdo y esquinas para hilvanar y desdoblar.
Pocos son los que hoy caminan
y San Martín calla
La niebla de estos días sostiene ese silencio y en silencio atiende el secreto de sus líneas breves
Solo hay que mirar atrás para entenderlo
El bullicio de otras estaciones se escabulle entre la humedad
y las perspetivas desafiadas por la mirada mendiga y agradecida de la sencillez del momento. Nadie más. Solo piedra y sus aristas
Nadie más. Dos a dos, una a una
y los tiempos conjugados,
de menos a más, de mas a menos. (El juego de las diferencias y los idilios es siempre el que comprendemos, el que sabemos mirar o entender, el que queremos creer.)
Dos a dos, una a una, y tres. Compañía
Siempre de un lado a otro
porque así ha de ser
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