Imposible no asombrarse con la claridad de estos días. Si voy en coche, corro muchos peligros por andar mirando los fantásticos y caprichosos colores que árboles despliegan. (No miento, el juego de amarillos, naranjas, ocres y rojos es fantástico). Si voy en bicicleta, lo mismo. Además, nunca llego a tiempo a los sitios. Así que hoy sólo hice una foto en un sitio estratégicamente pensado para hacer una pausa en la subidita de la colina. Así lucía el lago
Los días se van haciendo más y más cortos. Pero aún estoy recogiendo esos tomates que planté para que maduraran a mediados de septiembre. Un mes de retraso no está nada mal. También eso, como el sitio estratégico en la subida, es muy conveniente. Lo asombroso es que todavía no se hayan congelado y sigan madurando en la planta. Sí, esa fuerza que a veces se saca de no se sabe dónde porque así es y hay que tirar para arriba, madurar y recoger dulzor por el camino.
10 comentarios:
¡Luminoso, luminoso, ya lo creo!
Oye, ¿y unas fotos de esos tomatitos no tendrías?
:)
Besos
La foto es una maravilla y estoy de acuerdo con irreverens, queremos foto de los tomates... besos
Comes tus propios tomates??? Vaya... Has subido siete puntos en la escala de Adintelmiración.
Por cierto, tengo que ir a Madrid y me gustaría pasar por la librería... Creo que me gustará conocerla. Iré de incogsnito.
así somos, como tus tomates, supervivientes, con un destino, con un fin...
Petonets
Encarna
ah, pensaba que era la entrada del blogday pero no sé en qué franja horaria posteas, jeje, yo ya he escrito la mía..
sobre la luminosidad, hoy por fin Madrid está soleado también :)
Me quedé pensando en esa fuerza que se saca no sé de donde...debería comer uno de esos tomates llenos de energía.
Un abrazo enorme.
La foto hermosa.
Todo está fríamente calculado. ´Tú te alejas del Sol y por acá los días se hacen más largos, medidos en luz. Esta primavera es indecisa, como todo el año casi: no hay muchos altibajos. Aunque veo que, por ahora, a esta parte del mundo llega el verano. Por allá guardan las sombrillas y los lagos, acá los despercudimos. Es decir, nosotros mismos.
los mas sabrosos son los tomates que maduran en otoño. besos
Irreverens,
pero es que no me crees? ;-)
Besos
Fini,
pero Fini, ¿tú tampoco me cree?
Besos
Dintel,
sí, ya ves. No es que la cosecha sea maravillosa pero eso de poder comer esos tomatilos... Un gusto.
(Luego cuentas de la visita a La Clandestina, por favor. ¿Qué dirán Mariano y Carlos?)
Encarna,
y además con intención.
Besos
Geminisdespechada,
me gustó mucho leer tu post sobre la pobreza, totalmente en tu estilo.
Sol en Madrid, biennnn
Magda,
la necesitas nada más que nada ahora. No te abandones, ahí está. Aunque cueste encontrarla, la tienes dentro de ti.
Un abrazo grande
Juan Luis,
friamente. Hay que insuflarle un pcoo de alma para que el ese cálculo no nos desborde.
Besotes
Minombresabeahierba,
tu sabes bien de eso así que te creo.
Besos
¿Por qué son tan crueles los tiempos cuando de simplemente contemplar la belleza natural se trata? De todos modos, siéntete dichosa de estar donde quisieras estar, en cierta forma.
No te confíes con los tomates...cuando menos lo esperes caerá una helada, así es que apura la cosecha. Saludos afectuosos, de corazón.
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