Razones

Vi el atardecer sentada con Ellen en el Union.
Marcado por Rosh Hashana, el año nuevo judío empezó hace una semana. Hoy termina con Iom Kippur, el día de ayuno que cierra los días de reflexión de ese año nuevo. No soy judía pero sí lo son dos de mis estudiantes del miércoles, el día que oficialmente, tras la cena, comienza el ayuno.
Cuento todo esto porque me pidieron cambiar las clases y eso me regaló una tarde para mí, un atardecer, un rato con Ellen. Ella comenzó su máster de etnomusicología un poco después que yo y coincidimos en varias clases. Así nos conocimos y fue a través de ese compartir que nos hicimos amigas. Terminé mi máster y ella el suyo un poco después. Luego continuó con el doctorado mientras yo me di un paréntesis. Ahora volvemos a reencontrarnos y estamos juntas en una clase. Me da mucho gusto.
Ayer caminamos juntas hasta el lago

y nos sentamos en la terraza con el mismo pausado discurrir que la tarde traía,

nos dejamos llevar y flotar con los barcos, sentir como gaviota reclamando un trono tal vez, su aire o su acompañante,

fluir como los pájaros en su majestuosa naturalidad

Hablamos un poco de todo, de los debates políticos, de presidentes y vicepresidentes, del imparable control del sistema capitalista y de los paises ricos y poderosos; hablamos de la universidad, clases, sistemas de control y poder, de las realidad parciales que vivimos, de los límites del decir, los límites de expresión en determinados círculos, de la fuerza de los estereotipos; de nosotras, de amigos y gente que conocemos. Charlamos y charlamos. Dejamos que nos empaparan las voces de niñas entretenidas en sus propias conversaciones, silencios,

juegos

Y dejamos que la noche nos fuera empapando poco a poco mientras el sonido de un violín surgía de la nada

y nuestros voces se fueran yendo como la luz,

como el sonido, suavemente.
Todo debe tener una razón de ser.