Son los primeros fríos los que más se sienten. Hasta que te acostumbras. Hasta que eso pasa, se te olvidan las cosas y tardas en encontrar la rutina que tan bien aprendiste el invierno pasado. Paso torpe de niño caprichoso que no quiere hacer las cosas que le dicen. Se te olvida el gorro, los guantes; las botas no están en su sitio; el coche tarda demasiado en calentarse; el hielo en el suelo entorpece el paso.
Son los primeros fríos.
Pero hay imágenes que te transportan en un instante, el atardecer que te roba demasiado pronto el día,
la luz a esa hora sobre un espejo blanco,
ramas desnudas
Todavía no cuesta. Es temprano y lo tomo como viene.
Por ahora.
3 comentarios:
¡Qué maravilla, Raquel!
Sí, a todos nos cuesta adaptarnos, al menos, a mí me cuesta, y me cuesta más, cada vez... Sin embargo, instalada ya la mente, en la nueva estación, momento o tiempo, comienzo a disfrutar de las mismas visiones, olores y fríos que la última vez... es así... Éso, y que a mí, ya sabes, me gusta mucho más el frío que el calor, lo único que cada vez me gusta menos, son las pocas horas de luz...
Un beso.
P.D. Las empanadillas del otro día, aún me rondan por la memoria... ¡qué mala! ;)
Desde el cálido Sureste de España, un también cálido saludo musical...
Buenos dias Raquel, espero que no te olvides los guantes, sobre todo, esas manos prodigiosas, no se han de enfriar, el mundo necesita de tu musica.
Besos y abrazos con mucho calorcito.
Jesus
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