Tal vez fueran las dos cuando llegamos a Guanajuato, lugar de ranas o cerro de ranas, como lo llamaron los tarascos porque algunos de los cerros que rodean la ciudad tienen forma de rana
Antes de subir al hotel, entramos por la red de túneles sobre los que se asienta la ciudad
La ciudad se levantó sobre una cañada y la construcción de los túneles comenzó en el siglo XIX como una solución al problema de inundaciones que tenía la ciudad. A mediados del siglo XX comenzaron a funcionar como vías de comunicación y hoy en día conectan la avenidas principales de la ciudad
Saliendo de los túneles subimos al hotel
Guanajuato es una explosión de color, de lejos y de cerca. Esta es nuestra vista desde la terraza
Patrimonio de la Humanidad desde 1988, la ciudad es muy conocida por ser sede del Festival Cervantino. Durante la colonia fue bastante importante por sus yacimientos de oro y plata. Todavía hay varias minas en funcionamiento y forman parte del patrimonio inmaterial.
Como en muchas otras ciudades, el centro es la parte más cuidada. Hoy nos toca ver otra parte más diluídas aunque no por ello sin color y razones de ser
Creo que no hay calles rectas en Guanajuato. Subidas, bajadas y calles que siguen el curso de la antigua cañada, callejones, desniveles y casas que se rozan queriendo o sin querer. A este callejón le llaman el Callejón del beso y es el primer lugar donde hay que esperar turno para conseguir la foto, con o sin beso
A uno y otro lado
Más abajo comienza el festín de casas, acuarelas, instantes y gente
Este señor vende guacamayas, es decir, tortas (bocadillos) de chicharrón
Le vi en varios de los lugares donde nos íbamos parando. En sociedades donde hay más clase baja que media y la pobreza se palpa a flor de piel, la necesidad de ganarse la vida vendiendo es apremiante. En las calles de México se vende de todo: comida, juguetes, ropa, bisutería, bebidas, plásticos de todo tipo y en fin, lo inimaginable. En cualquier esquina hay un puestito de comida. En cualquier momento alguien canta un corrido, un vals, un huapango o una ranchera para que les des algo, o caminan con su instrumento para que compres un tema y les des la voluntad. A un lado el que pide, al otro el que se sienta en calles o plazas
y alguien llevando las semitas,
un vendedor más
y la iglesia principal, la Basílica de Nuestra Señora de Guanajuato que comenzó a construirse en 1671 y se terminó en 1696
Rodeada de casas señoriales,
lugareños y turistas transitan la zona en un constante ir y venir
¿He dicho que todo el ambiente me recuerda un poco a Salamanca? A esta hora y un poco después. Por la noche también. Es ciudad universitaria, de unos 150.000 habitantes, con ese aire relajado y provincial, tranquilo. Ésta es su universidad con su escalinata y ese contraste de cielos
Desde ahí, la estatua del Pípila, el minero que consiguio abrir la puerta de la Alhóndiga en 1810 y donde subiremos mañana
Al fondo de la calle, la iglesia de San Francisco
Viejo y nuevo, nuevo y viejo,
todo se siente vivo, fresco de improvisares y mirar,
nuevo y viejo, viejo y nuevo
Casi nada es simétrico. Tal vez el encanto sea mayor por eso,
la irregularidad, altos y bajos
y más iglesias en plazas donde todo cabe,
subidas, bajadas
y el funicular
antes de llegar al Teatro Juárez que en esos momentos está lleno de gente viendo a un payaso
la giganta y el tuno a su lado,
el templo de San Diego de Alcalá
la vendedora de elotes,
el mimo
y el vendedor de besos de novio con quien nos reimos un momento en uno de esos intercambios de picardía y albur
Todo.
Pasamos por algún túnel y alguna callejuela más,
miramos a quien no nos mira
y por fin llegamos a la calle Truco donde en Truco 7
nos sentamos a cenar lo que más de uno nos ha comentado que es su platillo favorito, enchiladas mineras, tortillas pasadas por salsa con chile guajillo rehogadas en aceite y rellenas de queso ranchero, queso y crema por encima y una pieza de pollo al lado
Es de noche cuando salimos. Desandamos el camino por la calle principal que ahora está llena de bochitos tuneados y gritones que con sus mil altavoces y motores no dejan espacio para nada más
Volvemos a ver el teatro y la basílica y nos despedimos hasta mañana
Los pies están agotados y doloridos. Alguien me dice que a eso no se le llama cansancio sino estar muy mayor. Reto a quien quiera a caminar las cuestas de esta preciosa ciudad.
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