Hace tiempo que llevo queriendo venir a conocer San Miguel. Sabía que mucha gente extranjera (principalmente estadounidense y canadienses) vive aquí pero no sabía hasta qué punto el centro de la ciudad vive de, para y con esa población. También el turista que llega, como nosotros, atraídos por la fama de la ciudad que conserva el sabor colonial y la tranquilidad de las ciudades pequeñas.
La había imaginado más pequeña, con sabor a pueblo. Pero San Miguel tiene 150.000 habitantes y sí, un 10% son extranjeros
La construyen calles, esquinas, rincones, fuentes, luces, sonidos, lugareños, visitantes. Se respira esa mezcla
de un aquí y un allá. A pesar de la construcción (en parte) para el otro, hay
mucho made in Mexico, mucho color, el bullicio y la mirada directa de aquí
No es ciudad fácil para caminar. No son tanto las subidas y bajadas como las calles empedradas y las aceras estrechas. No importa. Las calles fueron pensadas así, las casas, las iglesias
No importa cómo o de qué manera, sobre cemento o tierra, el deporte nacional se vive, se juega
Lejos de los coches, las placitas y recodos, otro silencio, un banco para descansar, la sombra de un árbol, otro discurrir del tiempo
Lo nuevo y lo viejo, las casas importantes, lugares icónicos por ser cuna de personajes ilustres, la casa donde nació Allende
buganbilias adornando paredes,
piedras y esquinas de hace mucho vestidas de domingo
Caminamos por calles que rodean el centro hasta llegar al Chorro, el lugar donde se fundó la ciudad y que ahora ocupa un centro cultural
Entre callejas y escalinatas van apareciendo casas señoriales y palacetes que recuerdan a algunas de Coyoacán y San Angel en la Ciudad de México
¿Será que el rico vive de puertas adentro y el pobre necesita de la calle para vivir?
Ver la ciudad como turista es recoger la ciudad con una cara condicionada por el día y el momento, el tuyo y el de los demás
y que tanto entonces como ahora conservan la ironía de su misma construcción
A medida que caminamos, vamos buscando esas sombras para sentarnos a descansar
Al lado de lo grande, siempre lo pequeño y maravilloso,
un momento más para decidir la ruta
y el último rato en un antiguo convento hoy convertido en centro cultural antes de que la lluvia, como muchas otras tardes por aquí en el Bajío, rompa el decir de los pájaros
Una calle más antes de sentarnos a cenar en Los milagros, en la calle Relox. Como muchas otras cosas aquí en San Miguel, la carta está en español e inglés, pero la comida es casi casi, made in Mexico 100%
2 comentarios:
Se ve que es una ciudad con mucho encanto. No me extraña que tantos extranjeros la hayan elegido como lugar de residencia.
Sí, la verdad. A pesar de que haya que moverse un poco más allá del centro para sentirse un poco más junto a los lugareños. Pero el encanto nadie se lo quita.
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