En nuestro último día elegimos volver a escuchar choros, ver tocar, estar ahí donde todos los demás hacen corro para mirar y escuchar
Choros los domingos en la plaza de San Salvador, también en Laranjeiras. El ambiente es diferente al de ayer, más participativo, más músicos. Hay espacio para todos y los que llegan se van sumando al círculo. ¡Qué forma tan sencilla y estupenda de compartir la música! Sólo necesitas tocar un instrumento y leer música si es que no te sabes esos temas de memoria. Creo que hasta los percusionistas los conocen muy bien porque los cortes están siempre en el momento adecuado
Me gusta mucho ver a jóvenes y mayores juntos,
mujeres y hombres
en su invitación a la música.
Mientras estoy ahí pienso en quienes sé que disfrutarían un momento similar, aquí o allá. No importa. Es la gente la que conforma el espacio y crea la atmósfera. Unos más ensimismados
y otros menos, cuando les miras te miran con la misma sencillez y confianza con las que un amigo lo haría. Alrededor, otros muchos que escuchan y miran de la misma manera, cuica,
tamborín
y shekeré
marcando el pulso; el cavaquinho sosteniendo la trama armónica
Música para todos
vagando por Río
Es hora de regresar a casa.
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domingo, junio 21, 2009
sábado, junio 20, 2009
En sábado, color y movimiento
Si quieres escuchar chorinhos los fines de semana, ve a Laranjeiras, a la plaza General Glicerio. El ambiente y el espacio me recuerdan un poco al Farmer’s Market de Madison los sábados por la mañana. Junto a la plaza hay una calle con puestos para comprar verduras, fruta,
quesos, cpastas, flores (sí, estas son naturales y no artificiales),
pimienta (así le llaman aquí a las salsas picantes) ya hecha o los ingredientes para hacerla
especias
La música acaba de comenzar cuando llegamos, la gente rodeando a los músicos, guitarra, cavaquinho, flauta y pandero con muy poca amplificación, muy agradable
Momento y lugar para llevar a los niños a jugar a la plaza y compartir. Encuentro de amigos y conocidos también. La disculpa es la música, sentarse a escuchar, tomar una cerveza o una caipirinha, leer el periódico.
Un grupo termina y otro llega, un cambio de tono, una samba ahora
Por la tarde volvemos a cruzar la bahía para ir a Niterói
Aunque no es la novedad del primer día, vuelve a sentirse bonito el recorrido
Al otro lado,
Casquinha nos espera. Vamos a comer juntos a Mario, donde el otro día comimos esas bolinhas de bacalao tan ricas y donde hoy disfrutamos de un suculento pescado.
Luego vamos a una sesión de capoeira
Es de noche cuando llegamos al lugar, un sitio en una de las varias comunidades (favelas) de Niterói. Los berimbaus están sonando (este grupo hace capoeira de Angola, que utiliza tres berimbaus), los panderos, la charrasca, el canto del solista coreado por los demás . Y ahí los jugadores, practicantes o danzantes con toda su fuerza física y control. La capoeira es una forma de arte afrobrasileño que combina elementos de danza, arte marcial y juego. Para algunos es también una práctica religiosa. Nació entre los esclavos como una forma de resistencia, de mantener el vínculo con las culturas originarias y poder tener ciertos cultos religiosos de forma camuflada.
Cuerpos fuertes, movimientos ágiles y sabios, un círculo para reforzar identidades y creencias
quesos, cpastas, flores (sí, estas son naturales y no artificiales),
pimienta (así le llaman aquí a las salsas picantes) ya hecha o los ingredientes para hacerla
especias
La música acaba de comenzar cuando llegamos, la gente rodeando a los músicos, guitarra, cavaquinho, flauta y pandero con muy poca amplificación, muy agradable
Momento y lugar para llevar a los niños a jugar a la plaza y compartir. Encuentro de amigos y conocidos también. La disculpa es la música, sentarse a escuchar, tomar una cerveza o una caipirinha, leer el periódico.
Un grupo termina y otro llega, un cambio de tono, una samba ahora
Por la tarde volvemos a cruzar la bahía para ir a Niterói
Aunque no es la novedad del primer día, vuelve a sentirse bonito el recorrido
Al otro lado,
Casquinha nos espera. Vamos a comer juntos a Mario, donde el otro día comimos esas bolinhas de bacalao tan ricas y donde hoy disfrutamos de un suculento pescado.
Luego vamos a una sesión de capoeira
Es de noche cuando llegamos al lugar, un sitio en una de las varias comunidades (favelas) de Niterói. Los berimbaus están sonando (este grupo hace capoeira de Angola, que utiliza tres berimbaus), los panderos, la charrasca, el canto del solista coreado por los demás . Y ahí los jugadores, practicantes o danzantes con toda su fuerza física y control. La capoeira es una forma de arte afrobrasileño que combina elementos de danza, arte marcial y juego. Para algunos es también una práctica religiosa. Nació entre los esclavos como una forma de resistencia, de mantener el vínculo con las culturas originarias y poder tener ciertos cultos religiosos de forma camuflada.
Cuerpos fuertes, movimientos ágiles y sabios, un círculo para reforzar identidades y creencias
viernes, junio 19, 2009
¿Quién vende en Copacabana?
Es día de ir a la playa y de no hacer mucho más. La playa de Copacabana es tan grande que aunque haya gente, nunca parece ser mucha. (O tal vez haya menos ahora por ser invierno). Hay de todo, eso sí. Además, la playa tiene sus zonas particulares o estaciones y cada una congrega a una población diferente, gente mayor y gente joven, niños de las favelas, pescadores, gays, turistas. De todo.
Pero creo que más que nada, hoy lo que no faltan son vendedores. Como en Cartagena de Indias, también aquí la lista es interminable. Claro que no hice fotografías de todos pero sí de unos cuantos. ¿Estás listo? ¿Estás lista? Empezamos por aquí
para luego pasar a las gafas de sol
La venta de artículos de accesorios es popular, pero no sé si tanto como la comida o la bebida. Sin moverte de tu sitio puedes disfrutar de unos camarones
o queso asado (ya ves que hasta llevan un hornillo particular)
acompañado de cerveza
o de cualquier refresco en caso de que no te apetezca lo anterior
Una raja de sandía de postre
Para pasar el tiempo también puedes hacerte un tatuaje temporal
y renovar tu toalla
o aumentar tu collección de pendientes, collares y pulseras
Por supuesto, no te olvides de una camiseta nueva con el nombre de tu jugador de fútbol favorito
ni de un útil recuerdo del lugar
Sí, esta es una muestra. Si quieres estar tranquilo, debes cambiarte de lugar. Hay mucha playa y en cualquier sitio la arena es finísima y muy blanca. Hay espacio.
Sentir el mar tranquiliza y cuando te aislas, todo lo que no quieras que moleste desaparece. Así es. Unos leen, otros duermen, otros caminan,
juegan,
ríen
No compramos nada. No hacemos mucho. Es un rato de otro mundo, otra de las caras de esta ciudad que llaman maravillosa.
Pero creo que más que nada, hoy lo que no faltan son vendedores. Como en Cartagena de Indias, también aquí la lista es interminable. Claro que no hice fotografías de todos pero sí de unos cuantos. ¿Estás listo? ¿Estás lista? Empezamos por aquí
para luego pasar a las gafas de sol
La venta de artículos de accesorios es popular, pero no sé si tanto como la comida o la bebida. Sin moverte de tu sitio puedes disfrutar de unos camarones
o queso asado (ya ves que hasta llevan un hornillo particular)
acompañado de cerveza
o de cualquier refresco en caso de que no te apetezca lo anterior
Una raja de sandía de postre
Para pasar el tiempo también puedes hacerte un tatuaje temporal
y renovar tu toalla
o aumentar tu collección de pendientes, collares y pulseras
Por supuesto, no te olvides de una camiseta nueva con el nombre de tu jugador de fútbol favorito
ni de un útil recuerdo del lugar
Sí, esta es una muestra. Si quieres estar tranquilo, debes cambiarte de lugar. Hay mucha playa y en cualquier sitio la arena es finísima y muy blanca. Hay espacio.
Sentir el mar tranquiliza y cuando te aislas, todo lo que no quieras que moleste desaparece. Así es. Unos leen, otros duermen, otros caminan,
juegan,
ríen
No compramos nada. No hacemos mucho. Es un rato de otro mundo, otra de las caras de esta ciudad que llaman maravillosa.
jueves, junio 18, 2009
Niterói, más desde adentro
Llevo días con ganas de hacer algo que por fin hacemos hoy, cruzar la bahía para ir a Niterói, una pequeña ciudad junto a Río que para muchos que trabajan en Río es un área residencial. Lo especial es que hoy compartimos el día y vamos a Niterói con alguien que vive allí, un maestro de capoeira y candomblé que conocimos el otro día en la conferencia de la universidad Uni-Rio.
Justo ayer comentaba cómo echaba de menos poder conocer la ciudad con alguien del lugar y precisamente eso es lo que ocurre hoy, una mirada desde adentro, un asomarse al mundo al que no llega el turista porque no se conoce y por mil razones más.
El ferry que sale a Niterói sale de la Praça XV,
ahí donde llegué uno de mis primeros días en Río y donde me asombré por la cantidad de gente que se apresuraba a coger el ferry. Entonces pensaba que a las 5:30 era el último. Hoy sé que no, que salen cada 20 minutos y que el último es poco después de media noche.
El viaje en ferry se hace muy corto. Me asombra la cantida de gente que entra y sale, y lo rápido que todo sucede. Es como entrar y salir del metro, ese tipo de rapidez. Ahora alguien nos guía y no tenemos ni que tratar de pensar dónde sentarnos para encontrar las mejores vistas porque ya te lo dan hecho.
Mientras nos alejamos del centro de la ciudad

y la estela de agua en la que perderse
haciendo compras
y en fin, todas las cosas del día a día de una ciudad. Aunque las formas y los horarios sean diferentes, podemos reconocer ese ritmo en cualquier ciudad.
Vamos hacia el mercado de San Pedro atravesando otro mercado. Me encanta poder hacer eso porque es ahí en los mercados donde se ve lo que la gente come, lo que se compra, lo que cuestan las cosas para el ciudadano de a pie, cómo la gente te recibe, te rechaza, te abre los brazos
o te regala una sonrisa
Además, ahí está el maestro Casquinha que vive aquí y se va encontrando con conocidos y amigos
Siendo la persona cordial y abierta que es, y con toda la energía positiva que tiene, es un placer seguirle los pasos.
Es día también de enterarme por fin de porqué tantas tiendas de velas
y ofrendas:
son para quienes practican santería y candomblé. Las dos prácticas están muy extendidas entre los afrobrasileños.
Por fin alguien puede contarnos algo acerca de todas esas cosas que nos llaman la atención, como ésto, que nunca hubiera imaginado que era tabaco para mascar
Un poco más adelante están estos dos viejitos vendiéndolo y jugando al dominó entre venta y venta,
Simpáticos, tratamos de hablar con ellos y nos comunicamos más por señas que con palabras que unos y otros podamos entender.
Antes de ir al mercado hacemos una parada obligada en el restaurante Mário (Caneco gelado do Mário) a comer unas croquetas de bacalao
Aunque ya las hemos comido estos días, las de aquí son exquisitas. Cuando preguntamos porqué siempre traen aceite de oliva portuguesa a la mesa, la respuesta es: e muito bom.
Camino del mercado también descubrimos cómo es el maracuyá que tanto nos ha gustado en zumo
y ya en el mercado, cómo es el pez enamorado
Ahí llegamos al mercado de San Pedro. Esto es lo que pasa, tú compras el pescado que quieras y subes a uno de los restaurantes del segundo piso donde te lo preparan. Consquinha elige trilha
y pirauna
Aunque hubiera preferido comerlo a la plancha, frito está buenísimo. Lo acompañamos con ensalada, arroz y farofa (hecho a base de harina de mandioca), algo muy típico de aquí
Y para bajar la comida, un largo paseo a lo largo de la bahía pasando por el centro
y recorriendo la línea de la costa a la hora precisa
para poder seguirle los pasos del sol
mientras juguetea con el agua, el espacio y sus momentos
Nos detenemos un momento antes de que se vaya del todo
y encontrando de cerca la silueta de nuestros progresos industriales
Luego nos dejamos ir
con la misma suavidad con la que la luz dibuja sus paisajes
Seguimos caminando un rato más
para llegar hasta el Museo de Arte Contemporáneo, inaugurado en 1996 y construido por el famoso arquitecto brasileño Oscar Niemeyer
Se supone que tiene una considerable colección de obras donadas por João Sattaini pero no podemos verla: hay un acto ofcial y el museo está cerrado al público. Nos conformamos con verlo desde fuera
y nos sentamos a disfrutar de la noche que ya comienza a despertar sus luces
Justo ayer comentaba cómo echaba de menos poder conocer la ciudad con alguien del lugar y precisamente eso es lo que ocurre hoy, una mirada desde adentro, un asomarse al mundo al que no llega el turista porque no se conoce y por mil razones más.
El ferry que sale a Niterói sale de la Praça XV,
ahí donde llegué uno de mis primeros días en Río y donde me asombré por la cantidad de gente que se apresuraba a coger el ferry. Entonces pensaba que a las 5:30 era el último. Hoy sé que no, que salen cada 20 minutos y que el último es poco después de media noche.
El viaje en ferry se hace muy corto. Me asombra la cantida de gente que entra y sale, y lo rápido que todo sucede. Es como entrar y salir del metro, ese tipo de rapidez. Ahora alguien nos guía y no tenemos ni que tratar de pensar dónde sentarnos para encontrar las mejores vistas porque ya te lo dan hecho.
Mientras nos alejamos del centro de la ciudad
voy pensando que aunque no haya mucho al otro lado, este corto viaje por la bahía merece la pena, Corcovado siempre vigilante
y la estela de agua en la que perderse
haciendo compras
y en fin, todas las cosas del día a día de una ciudad. Aunque las formas y los horarios sean diferentes, podemos reconocer ese ritmo en cualquier ciudad.
Vamos hacia el mercado de San Pedro atravesando otro mercado. Me encanta poder hacer eso porque es ahí en los mercados donde se ve lo que la gente come, lo que se compra, lo que cuestan las cosas para el ciudadano de a pie, cómo la gente te recibe, te rechaza, te abre los brazos
o te regala una sonrisa
Además, ahí está el maestro Casquinha que vive aquí y se va encontrando con conocidos y amigos
Siendo la persona cordial y abierta que es, y con toda la energía positiva que tiene, es un placer seguirle los pasos.
Es día también de enterarme por fin de porqué tantas tiendas de velas
y ofrendas:
son para quienes practican santería y candomblé. Las dos prácticas están muy extendidas entre los afrobrasileños.
Por fin alguien puede contarnos algo acerca de todas esas cosas que nos llaman la atención, como ésto, que nunca hubiera imaginado que era tabaco para mascar
Un poco más adelante están estos dos viejitos vendiéndolo y jugando al dominó entre venta y venta,
Simpáticos, tratamos de hablar con ellos y nos comunicamos más por señas que con palabras que unos y otros podamos entender.
Antes de ir al mercado hacemos una parada obligada en el restaurante Mário (Caneco gelado do Mário) a comer unas croquetas de bacalao
Aunque ya las hemos comido estos días, las de aquí son exquisitas. Cuando preguntamos porqué siempre traen aceite de oliva portuguesa a la mesa, la respuesta es: e muito bom.
Camino del mercado también descubrimos cómo es el maracuyá que tanto nos ha gustado en zumo
y ya en el mercado, cómo es el pez enamorado
Ahí llegamos al mercado de San Pedro. Esto es lo que pasa, tú compras el pescado que quieras y subes a uno de los restaurantes del segundo piso donde te lo preparan. Consquinha elige trilha
y pirauna
Aunque hubiera preferido comerlo a la plancha, frito está buenísimo. Lo acompañamos con ensalada, arroz y farofa (hecho a base de harina de mandioca), algo muy típico de aquí
Y para bajar la comida, un largo paseo a lo largo de la bahía pasando por el centro
y recorriendo la línea de la costa a la hora precisa
para poder seguirle los pasos del sol
mientras juguetea con el agua, el espacio y sus momentos
Nos detenemos un momento antes de que se vaya del todo
y encontrando de cerca la silueta de nuestros progresos industriales
Luego nos dejamos ir
con la misma suavidad con la que la luz dibuja sus paisajes
Seguimos caminando un rato más
para llegar hasta el Museo de Arte Contemporáneo, inaugurado en 1996 y construido por el famoso arquitecto brasileño Oscar Niemeyer
Se supone que tiene una considerable colección de obras donadas por João Sattaini pero no podemos verla: hay un acto ofcial y el museo está cerrado al público. Nos conformamos con verlo desde fuera
y nos sentamos a disfrutar de la noche que ya comienza a despertar sus luces
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