jueves, junio 18, 2009

Niterói, más desde adentro

Llevo días con ganas de hacer algo que por fin hacemos hoy, cruzar la bahía para ir a Niterói, una pequeña ciudad junto a Río que para muchos que trabajan en Río es un área residencial. Lo especial es que hoy compartimos el día y vamos a Niterói con alguien que vive allí, un maestro de capoeira y candomblé que conocimos el otro día en la conferencia de la universidad Uni-Rio.
Justo ayer comentaba cómo echaba de menos poder conocer la ciudad con alguien del lugar y precisamente eso es lo que ocurre hoy, una mirada desde adentro, un asomarse al mundo al que no llega el turista porque no se conoce y por mil razones más.
El ferry que sale a Niterói sale de la Praça XV,

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ahí donde llegué uno de mis primeros días en Río y donde me asombré por la cantidad de gente que se apresuraba a coger el ferry. Entonces pensaba que a las 5:30 era el último. Hoy sé que no, que salen cada 20 minutos y que el último es poco después de media noche.

El viaje en ferry se hace muy corto. Me asombra la cantida de gente que entra y sale, y lo rápido que todo sucede. Es como entrar y salir del metro, ese tipo de rapidez. Ahora alguien nos guía y no tenemos ni que tratar de pensar dónde sentarnos para encontrar las mejores vistas porque ya te lo dan hecho.
Mientras nos alejamos del centro de la ciudad

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voy pensando que aunque no haya mucho al otro lado, este corto viaje por la bahía merece la pena, Corcovado siempre vigilante

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y la estela de agua en la que perderse

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Como en otras ciudades, Niterói a estas horas bulle con gente yendo de un sitio a otro,

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haciendo compras

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y en fin, todas las cosas del día a día de una ciudad. Aunque las formas y los horarios sean diferentes, podemos reconocer ese ritmo en cualquier ciudad.
Vamos hacia el mercado de San Pedro atravesando otro mercado. Me encanta poder hacer eso porque es ahí en los mercados donde se ve lo que la gente come, lo que se compra, lo que cuestan las cosas para el ciudadano de a pie, cómo la gente te recibe, te rechaza, te abre los brazos

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o te regala una sonrisa

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Además, ahí está el maestro Casquinha que vive aquí y se va encontrando con conocidos y amigos

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Siendo la persona cordial y abierta que es, y con toda la energía positiva que tiene, es un placer seguirle los pasos.
Es día también de enterarme por fin de porqué tantas tiendas de velas

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y ofrendas:

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son para quienes practican santería y candomblé. Las dos prácticas están muy extendidas entre los afrobrasileños.
Por fin alguien puede contarnos algo acerca de todas esas cosas que nos llaman la atención, como ésto, que nunca hubiera imaginado que era tabaco para mascar

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Un poco más adelante están estos dos viejitos vendiéndolo y jugando al dominó entre venta y venta,

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Simpáticos, tratamos de hablar con ellos y nos comunicamos más por señas que con palabras que unos y otros podamos entender.
Antes de ir al mercado hacemos una parada obligada en el restaurante Mário (Caneco gelado do Mário) a comer unas croquetas de bacalao

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Aunque ya las hemos comido estos días, las de aquí son exquisitas. Cuando preguntamos porqué siempre traen aceite de oliva portuguesa a la mesa, la respuesta es: e muito bom.
Camino del mercado también descubrimos cómo es el maracuyá que tanto nos ha gustado en zumo

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y ya en el mercado, cómo es el pez enamorado

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Ahí llegamos al mercado de San Pedro. Esto es lo que pasa, tú compras el pescado que quieras y subes a uno de los restaurantes del segundo piso donde te lo preparan. Consquinha elige trilha

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y pirauna

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Aunque hubiera preferido comerlo a la plancha, frito está buenísimo. Lo acompañamos con ensalada, arroz y farofa (hecho a base de harina de mandioca), algo muy típico de aquí

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Y para bajar la comida, un largo paseo a lo largo de la bahía pasando por el centro

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y recorriendo la línea de la costa a la hora precisa

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para poder seguirle los pasos del sol

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mientras juguetea con el agua, el espacio y sus momentos

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Nos detenemos un momento antes de que se vaya del todo

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y jugueteamos en la arena mirando al monte

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y encontrando de cerca la silueta de nuestros progresos industriales

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Luego nos dejamos ir

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con la misma suavidad con la que la luz dibuja sus paisajes

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Seguimos caminando un rato más

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para llegar hasta el Museo de Arte Contemporáneo, inaugurado en 1996 y construido por el famoso arquitecto brasileño Oscar Niemeyer

Museo de Arte Moderno

Se supone que tiene una considerable colección de obras donadas por João Sattaini pero no podemos verla: hay un acto ofcial y el museo está cerrado al público. Nos conformamos con verlo desde fuera

Moma

y nos sentamos a disfrutar de la noche que ya comienza a despertar sus luces

Moma en Niterói

5 comentarios:

dintel dijo...

Pero qué pasada. ¡Cuánta vida y vivencia acumulas!

Raquel dijo...

Ya se me acabaron los días. ¿Has disfrutado el viaje?

Irreverens dijo...

¿Ya hemos terminado?
Ooooooooh...

Bueno, no nos podemos quejar. Hemos visto muchísimas cosas gracias a tu maravillosa forma de guiarnos.

Muchas gracias, Raquel.
:)

Besotes

Raquel dijo...

Irre,
te falta un poquito. No he podido subir las fotos del sábado y domingo pero en eso ando. (Siento la anacronía. Acabo de llegar a Madison)
Mua!

Anónimo dijo...

El de las cinco y media no será el último, pero es el de la hora punta...por eso es que corrían con tanta prisa para coger el ferry.

Y pese a que Brasil es el segundo país con mayor cantidad de católicos en el Mundo, la santería y sus extensiones (incluyendo la macumba) están muy arraigadas en las tradiciones populares.

Ja...me hizo gracia lo del pez enamorado. ¿Por qué es que lo llaman así? Saludos afectuosos, de corazón.