Justo ayer comentaba cómo echaba de menos poder conocer la ciudad con alguien del lugar y precisamente eso es lo que ocurre hoy, una mirada desde adentro, un asomarse al mundo al que no llega el turista porque no se conoce y por mil razones más.
El ferry que sale a Niterói sale de la Praça XV,
ahí donde llegué uno de mis primeros días en Río y donde me asombré por la cantidad de gente que se apresuraba a coger el ferry. Entonces pensaba que a las 5:30 era el último. Hoy sé que no, que salen cada 20 minutos y que el último es poco después de media noche.
El viaje en ferry se hace muy corto. Me asombra la cantida de gente que entra y sale, y lo rápido que todo sucede. Es como entrar y salir del metro, ese tipo de rapidez. Ahora alguien nos guía y no tenemos ni que tratar de pensar dónde sentarnos para encontrar las mejores vistas porque ya te lo dan hecho.
Mientras nos alejamos del centro de la ciudad
voy pensando que aunque no haya mucho al otro lado, este corto viaje por la bahía merece la pena, Corcovado siempre vigilante
y la estela de agua en la que perderse
haciendo compras
y en fin, todas las cosas del día a día de una ciudad. Aunque las formas y los horarios sean diferentes, podemos reconocer ese ritmo en cualquier ciudad.
Vamos hacia el mercado de San Pedro atravesando otro mercado. Me encanta poder hacer eso porque es ahí en los mercados donde se ve lo que la gente come, lo que se compra, lo que cuestan las cosas para el ciudadano de a pie, cómo la gente te recibe, te rechaza, te abre los brazos
o te regala una sonrisa
Además, ahí está el maestro Casquinha que vive aquí y se va encontrando con conocidos y amigos
Siendo la persona cordial y abierta que es, y con toda la energía positiva que tiene, es un placer seguirle los pasos.
Es día también de enterarme por fin de porqué tantas tiendas de velas
y ofrendas:
son para quienes practican santería y candomblé. Las dos prácticas están muy extendidas entre los afrobrasileños.
Por fin alguien puede contarnos algo acerca de todas esas cosas que nos llaman la atención, como ésto, que nunca hubiera imaginado que era tabaco para mascar
Un poco más adelante están estos dos viejitos vendiéndolo y jugando al dominó entre venta y venta,
Simpáticos, tratamos de hablar con ellos y nos comunicamos más por señas que con palabras que unos y otros podamos entender.
Antes de ir al mercado hacemos una parada obligada en el restaurante Mário (Caneco gelado do Mário) a comer unas croquetas de bacalao
Aunque ya las hemos comido estos días, las de aquí son exquisitas. Cuando preguntamos porqué siempre traen aceite de oliva portuguesa a la mesa, la respuesta es: e muito bom.
Camino del mercado también descubrimos cómo es el maracuyá que tanto nos ha gustado en zumo
y ya en el mercado, cómo es el pez enamorado
Ahí llegamos al mercado de San Pedro. Esto es lo que pasa, tú compras el pescado que quieras y subes a uno de los restaurantes del segundo piso donde te lo preparan. Consquinha elige trilha
y pirauna
Aunque hubiera preferido comerlo a la plancha, frito está buenísimo. Lo acompañamos con ensalada, arroz y farofa (hecho a base de harina de mandioca), algo muy típico de aquí
Y para bajar la comida, un largo paseo a lo largo de la bahía pasando por el centro
y recorriendo la línea de la costa a la hora precisa
para poder seguirle los pasos del sol
mientras juguetea con el agua, el espacio y sus momentos
Nos detenemos un momento antes de que se vaya del todo
y encontrando de cerca la silueta de nuestros progresos industriales
Luego nos dejamos ir
con la misma suavidad con la que la luz dibuja sus paisajes
Seguimos caminando un rato más
para llegar hasta el Museo de Arte Contemporáneo, inaugurado en 1996 y construido por el famoso arquitecto brasileño Oscar Niemeyer
Se supone que tiene una considerable colección de obras donadas por João Sattaini pero no podemos verla: hay un acto ofcial y el museo está cerrado al público. Nos conformamos con verlo desde fuera
y nos sentamos a disfrutar de la noche que ya comienza a despertar sus luces
5 comentarios:
Pero qué pasada. ¡Cuánta vida y vivencia acumulas!
Ya se me acabaron los días. ¿Has disfrutado el viaje?
¿Ya hemos terminado?
Ooooooooh...
Bueno, no nos podemos quejar. Hemos visto muchísimas cosas gracias a tu maravillosa forma de guiarnos.
Muchas gracias, Raquel.
:)
Besotes
Irre,
te falta un poquito. No he podido subir las fotos del sábado y domingo pero en eso ando. (Siento la anacronía. Acabo de llegar a Madison)
Mua!
El de las cinco y media no será el último, pero es el de la hora punta...por eso es que corrían con tanta prisa para coger el ferry.
Y pese a que Brasil es el segundo país con mayor cantidad de católicos en el Mundo, la santería y sus extensiones (incluyendo la macumba) están muy arraigadas en las tradiciones populares.
Ja...me hizo gracia lo del pez enamorado. ¿Por qué es que lo llaman así? Saludos afectuosos, de corazón.
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