Un paseo más por este Buenos Aires de las mil caras, coqueta o engalanada, entregada, apasionada, rica y pobre, intensa por su gente, su historia, la valentía de este país que sigue respirando fortaleza a pesar de dictaduras políticas y crisis económicas.
Un paseo más en esta mañana de domingo en que la ciudad despierta tarde, agotada de trasnochar la noche anteriro, calles vacías, la basura esperando a ser recogida

Un paseo por Recoleta, el barrio que dicen que es una copia de París y que heredó su nombre de los monjes Recoletos que se instalaron en la zona a principos del siglo XVIII. Zona residencial, siento que lo mejor son sus espacios verdes, los parques que parecen ser el pulmón de la ciudad y el lugar ideal para pasar la mañana de domingo tomando el sol,

paseando a los perros (parece que hay toda una tradición de paseadores profesionales de perros), leyendo el periódico en su compañía o disfrutando de otras

Caminamos por esas aceras que recorren la ancha avenida del Libertador. Ceibos, árboles de caucho y palmeras entretejen las sombras para el paseo

(Por un momento pienso que hoy es nuestro último día de verano y que mañana será todo blanco y frío mucho más al norte pero le digo adiós a esa imagen para no quitarle ni el gusto ni la frescura al momento.)
El barrio también es famoso por su Paseo de Recoleta, una feria de artesanías donde los artesanos despliegan sus trabajos para la venta, puestecitos de joyas y bisutería, trabajos en cuero, en lana o alpaca, cerámica. Siempre hay alma en las artesanías, huellas de vida y herencias que hablan de cierta cultura, una realidad, una búsqueda. Tal vez este tipo de trabajo en vidrio,

billetes de metro,

cubiertos

o papel reciclado

sea común, no lo sé; pero pertenecen a este mercadillo, como también a él pertenecen esos otros trabajos y ventas que además, le dan más colorido al lugar, añaden otro elemento cultural y te dicen lo que unos y otros necesitan



Como muchas otras veces en este viaje, hablar con los artesanos es tarea fácil: no les cuesta hablar de su trabajo o de preguntarte de dónde sos vos.
Al final del paseo, en lo alto de la colinita, la basílica del Pilar, considerada uno de los mejores ejemplos de la arquitectura colonial argentina

y el famoso cementerio de la Recoleta, donde las familias adineradas construían sus tumbas y mausoleos

En este cementerio es donde está enterrada Evita Perón, en una tumba no muy llamativa y nada espectacular que todo el que va sin guía tiene dificultad para encontrar.
Nuestro paseo termina en uno de los bares-restaurantes más tradicionales de la zona, La Biela, un punto de encuentro y referencia que en su momento fué punto de reunión de los amantes del automovilismo. Sentarse en la terraza es como estar sentado en la Plaza Mayor de Salamanca en verano, una mañana de domingo. La única diferencia es que nuestro camarero, Alberto Osuna, es tan abierto como muchos otros argentinos, hace chistes fáciles y está orgulloso de haber ejercercido su profesión por más de 35 años, y de ser argentino

Hemos hablado con muchas personas en este viaje, personas con vidas que tienen nombres, historias de muchos lugares, de riqueza y de pobreza, de pampas y montañas, pueblos y ciudades. Como siempre, es difícil conocer de cerca cuando llegas desde fuera; y como siempre, es maravilloso intentarlo, asomarse a ese otro mundo y sentirte invitado a hacerlo.