¿Cuantas horas de vuelo? ¿Y para qué contar los pormenores de viajes largos en los que te tienes que armar de valor para que los inconvenientes sean los mínimos, tal vez dormir un momento y así poder pasar de un día a otro mientras el reloj de los países te dice que son siete horas más? Llegan las maletas, eso sí, a pesar de esa conexión en la que no sobra un minuto, a pesar de ese aeropuerto de Londres que se lleva la palma en esperas y demoras, larguísimas colas, confusiones, falta de información y amabilidad escasa. Tres horas después llego a Salamanca. He querido mantenerme despierta en ese viaje por carretera, ver la sierra, si hay nieve, cómo el campo, qué color, por qué ese algo nuevo o viejo en el camino. Pero el cansancio me vence y sólo despierto cuando la ciudad asoma. Al instante reconozco los mil ángulos de sus perfiles, esa silueta inconfundible de la catedral,
el puente y sus transeúntes
Me esperáis a la llegada. El abrazo. Tan emocionante. Continuamos la conversación de ayer en ese abrazo de cerca que es único, imposible de reproducir.
El café prolonga la conversación, recoger el pulso de las cosas, entender la mirada y su tiempo.
Luego salgo para encontrarme con mis amigos. Ya es de noche. Igual reconozco esas piedras, el aire, el olor, la luz de siempre, el dorado. Estas calles, su tacto, su celo, sus iglesias
y paseos
Camino. Escucho esas jotas tan marcadas, las eses tan pronunciadas, el pretérito perfecto de mi dorada Salamanca en sus noches de invierno, las calle de subida, sus andares
Me extraña tan poca gente pero tal vez sea el frío. Pienso en las noches de verano y lo distinto que se siente ahora la ciudad. Dejo La Clerecia a un lado, La Casa de las Conchas al otro. La iglesia de Los Dominicos aún borda su silueta en el cielo recien oscurecido. Cigueñas en lo alto. ¿En esta epoca del año? Si, me dicen que ya no emigran porque no hace frío y porque encuentran comida.
Niños jugando, niños jugando al balon, grupos de amigos en los portales, señoras de bolso y abrigo, abrigos y bufandas en todos, en muchos, ese aire señorial, estirado, contenido, el ruido y los sonidos en los jugando, luz amarilla, calles empedradas, esquinas y rincones. Luego mis amigos, los niños músicos, el recibimiento, la calidez que siento infinita, el hoy conectado al ayer. Noticias, novedades, cambios, hilos encadenando lo vivido en la ausencia.
Los escucho tocar y esa música me tranquiliza, me ayuda, me dice una vez más que soy afortunada por tener estos amigos, esa forma de ser de todos que me deja ir y venir, entrar y salir, el que me quieran, que les quiera. Luego, más tarde, cenamos juntos y después jugamos al futbolín y nos reimos más que nunca porque siempre esas risas parecen ser las mejores. Hoy volvemos a soñar y a hablar de nuevos destinos, siempre hay algo nuevo, una realidad viva y, aunque a veces no lo parezca, muy llena de esperanza para todos.
Regreso a casa y camino sin prisas. No hay blancos sino reflejos dorados entre estas piedras y farolas que recrean un hermoso camino. No quiero que ese momento termine, ni la noche, ni el día.
5 comentarios:
Hermosa ciudad para pasar la navidad... y eso que el ambiente parece más navideño en Madison...
je!je!
Pues eso, que lo pases maravillosamente bien rodeada de los que te quieren y a los que quieres.
Bicos ;-)
me alegra mucho saberte allá. Qué bueno!
Me encanta Salamanca, es una ciudad a la que me gustaría volver pronto. Que lo pases bien.
Abrazos
Hola Banderas! Estar en Salamanca es siempre una gozada y estar con familia y amigos, mucho más.
Un abrazo grande!
Mi querida Julia, creo que estaría muy deprimida si me tuviera que quedar en Madison en estas fechas. Rico estar aquí.
Un besote
Tawaki, Salamanca siempre te acoge. No soy nada objetiva hablando de esta ciudad así que... mejor no empiezo.
Un abrazo
Waaao, estás aquí! con tu familia y amigos. Y sigues fotografiando todooo. Jeje, que casualidad, yo quiero ir a tu Salamanca dentro de unos días. No la conozco y ya sé que es imperdonable, no me mates ;)
Y ese pueblo que sacas en la última entrada es Lagunilla como se llama ¿verdad?
Un beso.
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