Si sales de la Plaza por la del Corrillo, vas a ver parte de la iglesia de San Martín encrustrada entre viviendas
Nadie se detiene mucho ahora en ese rincón. Qué diferente al verano, cuando las terrazas se llenan y las horas de la noche se entretienen sin prisas hasta que las conversaciones llaman a la madrugada.
A pesar de haber caminado muchas veces por el centro de Salamanca, sigo asombrándome con pequeñas y grandes cosas. Lo curioso es comprobar lo que a cada uno nos entusiasma, lo que nos mueve o nos detiene. Sé que hay sitios por los que prefiero pasar, calles que anticipo más que otras.
Saliendo del Corrillo, pasa por la calle Meléndez. Es corta pero tiene de todo, restaurantes, librerías con tan buena onda y recorrido como La Clandestina, bares de los de “antes” en los que poder jugar al futbolín y tomar un botellín (Mahou, por favor) o la tienda de Paco Moro, un joyero que trabaja la plata como nadie. Si necesitas algo así, no te lo pierdas. Yolanda te va a enseñar lo que necesites, lo que buscas, siempre de tú a tú, sencilla y encantadora.
Hacia el final de la calle, Delicatessen, un café nuevo que a Luis le gusta mucho, aunque yo prefiero el café El Corrillo, un café con sabor e historia que tuvo que trasladar a esta calle porque MacDonalds compró el local de la plaza del Corrillo (de ahí el nombre del café) donde antes estába.
Mucho en el corto espacio de esta calle que desemboca en la calle Compañía, la calle del enorme complejo de la Universidad Potificia, gigante,
la calle coronada a un lado por La Clerecía
y La Casa de las Conchas al otro, la luz de cada momento transformándola
y reconstruyendo contornos en su magnífica fachada
Puedes bajar por esa calle desde ahí o desandar el camino y a mitad de la calle Meléndez, entrar por el callejón
que te lleva la plaza de la iglesia de San Benito
No hay casi nadie a estas horas y con un sol amable borda la piedra en dorados, reflejos en los cristales
y aristas maravillosamente talladas cortando el azulísimo del cielo
Desde ahí puedes volver a retomar la calle compañía
y a mirar de un lado a otro. En un extremo, la Clerecía de nuevo
al otro lado, el palacio de Monterrey
Qué contraste de la piedra con el azul
Prefiero no contarte nada de cada edificio. Lo vas a disfrutar cuando vengas y puedas ir de un sitio a otro, leer guías, entrar en los sitios, encontrarte con mil destalles e historias.
El palacio está junto a la iglesia de la Purísima, la de la cúpula entre la niebla de la mañana y que se ve tan distinta con este sol
Si sigues hacia Bordadores vas a poder ver la torre del palacio
y un poco más allá, si vuelves la vista vas a ver la esquina que le da referencia al lugar
Luego, en Bordadores ya, la Casa de las Muertes,
De nuevo el contraste, dorado y azul elevando vuelo. Lo ves ahí también, en la torre de las Úrsulas
Así es Salamanca entre callejuelas, calles y plazas. Si lo quieres, siempre va a encontrar algo que dar. Piedras doradas en sus esquinas
y paseo entre luz cambiante
Para cuando vengas.
5 comentarios:
El Corrillo me encanta, claro, aunque me gustaba más su anterior ubicación. Delicatessem es de mi sobrino. Besos.
Pues eso... para cuando vuelva, porque ya he estado un par de veces y me ha sabido a poco... a nada realmente.
Me ha encantado el paseo virtual por el centro de Salamanca... y la joyería... me gusta su trabajo.
Bicos y felices fiestas ;-)
la piedra de villamayor es una de las más bellas areniscas que yo haya visto, y algunas de las construcciones que se ven son preciosas, pero más que una ciudad, parece una cantera, resulta increíble que durante un trazado tan largo no se vea ni atisbo de vida vegetal, ni plantada ni casual
¿lo hacen adrede?
quizá estemos mal acostumbrados con la habitual exuberancia de tus posts de madison y lagunilla, tan llenos de vida
un abrazo desde segovia
Luis,
la próxima vez voy a Delicatessen. Qué bueno que lo hayas dicho.
Besos
Banderas,
sería bueno hacerlo coincidir para cuando yo esté aquí. ¿Cierto?
Besotes
sebastián,
creo que tienes mucha razón. Pensé en lo vacío de la ciudad que fotografiaba. Tal vez porque eso busco, esas calles a horas en las que la ciudad duerme.
Faltaste tú, ya te lo dije, pero me alegro muchísimo de que estés allí.
Un abrazo grande
Buf!!! Cómo añoro Salamanca. Sus calles, sus ruidos, sus olores... Además, tu descripción la conozco al dedillo.
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