Seguimos camino hacia el Templo Mayor pasando por la catedral, punto de reunión de muchos
Caminamos entre la cantidad de gente que siempre hay a su alrededor,
muchas de las tantísimas personas que construyen el D.F., algunas solas, otras en grupo, en familia,
vendedores...
Todo cabe
Tampoco faltan los concheros con sus rituales, limpias, purificaciones y danzas rituales al ritmo infatigable del huehuetel, ropas, atavíos y penachos añadiendo sonido y color
Ahí nos detenemos a ver la maqueta de lo que fuera Technotitlan y luego entramos en el Templo Mayor. Hoy tenemos suerte y al grupo se nos une C., la amiga historiadora que nos deleita con una visita guiada que hace el recorrido algo mucho más especial
Ahí está, desenterrado después de siglos, vivo a pesar de la destrucción, los intentos de ocultar todo lo que significaba a nivel material y espiritual
Cuando lo vi por primera vez hace ya varios años no se había recuperado tanto como lo que se puede ver ahora, ese impresionante testimonio de la historia de antes y después de 1521
Ahí los diferentes niveles de construcción, los templos, el oratorio de Tlaloc con sus colores de agua y fuego,
ahí los mil detalles por todos lados,
los impresionantes relieves de la casa de los caballeros águila donde entrenaban a los guerreros
o el altar de Tzompantli donde colocaban las cabezas de los sacrificados
Me alegro muchísimo de poder ver todo lo que se ha excavado
El museo sigue siendo tan impresionante como recodaba, no sólo por las piezas que tiene sino por la museografía. Necesitaría mucho más tiempo para hablar de alguna de las piezas pero sólo os las dejo aquí para os acerquéis a Tlaloc,
a esta concha marina
que parece sostenida en la nada,
al bellísimo monolito de Coyolxauhqui que van iluminando progresivamente para mostrar su simbología,
y algunas cosas más
Aunque llueve al salir,
seguimos caminando para alimentar esas otras necesidades humanas. Al fin y al cabo, los tacos de canasta del lugarcito en la Calle de Palma son unos de los mejores
y la dulcería Celaya tampoco se puede olvidar
porque sus limones rellenos de coco son realmente exquisitos.
Todo eso es el centro. Y un poco más, calles vestidas de tiempo,
de pasos ordenados,
de torres que hace tiempo dejaron de ser las más altas de la ciudad
de lugar compartido con otros,
de iglesias que luego son convertidas en bibliotecas,
de inconfundibles barrocos
de viejitos necesitados,
mujeres
y niños
Así es.
3 comentarios:
Anda que visitar una ciudad con una amiga historiadora no tiene desperdicio... joooooooo qué envidia!!!!!
Qué delicia, Raquel. Qué delicia de fotografías: de colores, de personas, de edificios, de sensaciones incluso...
Qué viaje más impresionante nos regalas en estas últimas entradas.
Dintel,
para cuanto quieras.
Sí, de veras, genial.
Fernando,
aunque un poco tarde, gracias.
Ya me iré poniendo al día
Un abrazo
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