Así es en cada país: muchas cosas en común, pero gente y costumbres muy diferentes de norte a sur. También aquí el código de comunicación es distinto al que conocemos. Esa expresión firme y seria que en general encontramos quizás sea más que una intención, una forma de estar.
Pero gente amable no falta, como la chica de información y turismo, o Blanca, nuestra guía en el Monasterio de Nuestra Señora de Puig. Claro que antes había tenido que forcejear verbalmente con el vigilante, empeñado en explicarme que la visita al monasterio era sólo guiada, porque si no, sería como ir a un hotel en el que puedes pasear por donde tú quieras. (Yo sólo había preguntado si podíamos empezar a ver el monasterio por nuestra cuenta mientras esperábamos la visita guiada de las 12 que queríamos hacer).
Ya el primer día, al entrar al pueblo, nos había impresionado este gigantesco edificio,
que aparte de ser monasterio es casa del Museo de la imprenta y de las artes gráficas (Museu de la Imprenta I de les Arts Gràfiques)
Vemos la exposición mientras hacemos tiempo para la visita. El museo hace un recorrido histórico por el mundo de la imprenta, desde sus orígenes hasta la actualidad. Las diferentes salas representan la evolución de la imprenta y las artes graficas,
pasando por la tipografía y la fundición de los tipos. En las diferentes salas se ve el desarrollo de las técnicas de impresión, grabado y encuadernado. Hay prensas, máquinas de fundición y otras máquinas
hasta llegar al ordenador.
Entre las diferentes salas del museo, la Sala Gutenberg es particularmente interesante. En ella se reproduce un taller de imprenta del siglo XV,
y con una copia de la prensa de Gutenberg se puede ver cómo se imprimía en aquella época
En esta sala terminamos. Es la hora de caminar el monasterio y cuando nuestra guía aparece, pasamos junto al serio vigilante que lee el periódico y al quien le arrancamos un hasta luego.
Me enamoró esta escalera que en cada escalón luce la cerámica de Manises
Y que nos lleva al primer piso. En 1.238, por orden de Jaime I, se erigió la iglesia de Santa María en conmemoración de la batalla que permitió el asedio de Valencia. La iglesia se erigió allí donde San Pedro Nolasco, fundador de la orden de la Merced, encontrara un año antes una imagen de la Mare de Déu. Blanca nos cuenta que en 1.300 fue cuando se inició la construcción del Monasterio, que ha tenido muy diversos usos a través de los siglos (templo, escuela y prisión) y que actualmente, una parte del edificio sigue siendo la residencia de la orden de los mercedarios.
Comenzamos en el primer piso desde donde vemos el patio
El Monasterio está construido sobre la montaña y por eso en ese patio no hay ni pozo ni jardín. Nada crece en la piedra. Y esa piedra incluso se puede ver en el Salón Gótico de Jaime I,
que ahora guarda una valiosa colección de incunables.
Nos movemos por los amplios pasillos
para ir a una recogida capilla que luce, entre otras cosas, una pesada lámpara de hierro en la que aparecen grabados los escudos de los caballeros que ayudaron a Jaime I en la conquista del reino
En el segundo piso entramos en la Iglesia de Santa María del Puig con su nave gótica
y el retablo con la imagen de la Virgen tallada en madera
Parece que la gente en la comunidad es muy devota de esta virgen y que la iglesia es una de las favoritas para celebrar bodas: hay una lista de espera de dos años.
La última sala que visitamos es el salón Real, que es para uso de los reyes de España cuando visitan el lugar. Me gustan los cuadros de cerámica que llaman socarrat y que utilizan una técnica de quemado particular,
las caras tristísimas y las formas casi caricaturescas de contar la historia
Un calor mortal nos recibe a la salida. Vemos la iglesia con sus 90 escalones
y damos muchas vueltas hasta que encontramos la ermita de Sant Jordi, ahí perdida entre la zona industrial y el puente que atraviesa las vías del tren. Cuando al fin damos con ella, imaginamos su jardín como una especie de oasis.
El guarda nos abre
Él también es abierto y comunicativo. Nos cuenta que acaba de empezar a trabajar allí y que lo poco que nos puede contar de la ermita es lo que le ha oido decir: que en 1237 hubo una batalla entre el numeroso ejército de Zayyan y las huestes de Jaime I, de clara inferioridad numérica; que la victoria del ejército cristiano de Jaime I fue atribuida a la intervención de Sant Jordi y que por eso esta ermita en honor al santo. Por supuesto, la imagen del santo hecha a base de trocitos de cerámica ocupa un lugar principal
Eso, un magnífico techo
y los murciélagos que hemos visto una y otra vez en todo tipo de edificios
Parece que el murciélago es para los valencianos lo que el oso y el madroño para los madrileños. Dicen.
2 comentarios:
Guauuuuuu!
Qué visitas tan interesantes... ME ha encantado el museo de artes gráficas.
:)
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