Ángeles González Paraíso, Angeles Paraíso, Lines.
17 de marzo de 1953 - 27 de junio de 2012.
Así se veía a sí misma
Esta fue la foto que elegió para la exposición “Verse a simismo” en la que participó junto a otras fotógrafas en el otoño de 2006. Hacía un año
que había hecho el cambio a la fotografía digital y a pesar de que le costó
aceptar el cambio por lo que conllevaba, enseguida encontró el modo. Sabía
mirar de una forma especial. Tenía ese talento que no se enseña y que se
cultiva desde adentro. Tenía, además, la capacidad de trabajo y la paciencia
que hacen falta en fotografía. Esa era su verdadera pasión.
Eso, su familia, sus amigos y su vida.
En casa la llamábamos Lines. Cuando alguien que no fuéramos
nosotros la llamaba así, ya sabíamos a través de quién venía el contacto. Para
todos los demás era Ángeles y así le gustaba que la llamaran. Así firmaba sus
fotos y así afirmaba muchas de las cosas de las que estaba plenamente
convencida. Fuerte y valiente, me cuesta pensar en algo que no se atreviera a
hacer. (Bueno, sí, recuerdo que el verano pasado quise que montáramos en
bicicleta y descubrí en ella un resquicio de miedo de cuando de pequeña y se
cayó de una, lo cual le dejó una cicatriz en el tobillo derecho.)
Fuerte y valiente. Generosa. En estos días en que la
recordamos con intensidad, muchos de las cualidades que la hacían especial
cascabelean en nuestra razón, nuestro sentir. Ese mismo recuerdo confunde razones y sentires, y se
convierte en su imagen. Sonríe. Sabe.
¡Cuánto vivido en todos estos años! ¡Cuánto de cerca y
cuánto a pesar de las distancias físicas!
Nos deja mucho.
Desde el principio de su enfermedad siempre nos dijo que había
disfrutado con intensidad lo vivido, que no sufriéramos por ella.
Es difícil reconciliar la vida y la muerte. Difícil entender
un final que llega demasiado pronto. Luchó hasta el final. Confió y tuvo
esperanza. Luchamos con ella. Rezamos. Dios. Buscamos, enlazamos círculos de
energía y luz. Yeyemaya. Eleggua. Virgen de Guadalupe.
La entrega personal con la que ella siempre vivió, la
recogió con creces. Fue asombroso ver cómo sus amigos la cuidaron y estuvieron
junto a ella hasta el final.
No puedo nombrar a todos porque son muchos. Nunca la dejaron
sola. Nunca la dejamos sola.
Ni el jueves 28 de junio en el Tanatorio de Madrid ni el
sábado 30 de junio en Lagunilla pudimos hacerle la ceremonia que a ella le hubiera gustado. Quede
aquí el compromiso para hacerlo en un futuro. Encontraremos el momento y el
lugar.
Gracias a todos por estar cerca de ella, por haberla querido
tanto y haberla hecho nuestra más maravillosa consentida.