domingo, septiembre 28, 2008

Asomaron

Asomaron por el camino. Me impresionó su tamaño y color. De cerca fueron textura, trono

mapa, relieve, cuerpo, centro

Más de lejos, algo suspendido en un surrealismo caprichoso

sábado, septiembre 27, 2008

El aderezo

Como esa sonrisa, esa mirada a lo alto y un espíritu divertido ha sido el tono de estos días. Y como casi siempre, la gente es la que le pone ese punto de aderezo.
Regreso a Madison cargada de recuerdos y voces nuevas. Algunas se me han llegado muy de cerca

Curiosamente, ni Elsa ni Luz están en esa foto, a pesar de que han sido personas clave en la acogida, el trabajo y la facilidad con la que todo se ha ido bordando en esta residencia.

Aquí o allá, es la gente es la que le pone el punto al aderezo.

jueves, septiembre 25, 2008

Aquí o allá

Podría estar en cualquier ciudad de Estados Unidos. Llegué anoche y temprano esta mañana comencé a trabajar. Estoy con mi amiga Laura haciendo unos talleres en una escuela de Atlanta. Es una residencia corta y mañana es nuestro último día de clases. Un concierto por la noche cierra el recorrido por clases y pasillos en esta escuela internacional (Atlanta International School, para ser más exactos). Si en Madison se habla de mezcla de nacionalidades, nada se compara a ésto. ¿Sesenta países representados? Hijo de argentino y mexicana, de español y colombiano, de colombiano y francesa, de hindú y belga, laosiano y panameño... Las variaciones parecen ser infinitas, igual que los colores de los niños y los idiomas que se hablan. La escuela funciona en español, francés, alemán e inglés. No es que se enseñe español, es que las clases son en español

o en francés o en alemán si es que decides tener tu formación en tal idioma. La plantilla de profesores es tan variada como es de esperar: colombianos de Cali, Bogotá o Medellín, españoles de Sevilla o de Madrid, chilenos, argentinos, cubanos, peruanos. Y los niños te cuentan de donde son o no son con ese naturalidad que corresponde

La calidez y cercanía me dicen que no es tanto de Atlanta sino de la escuela en sí.
¿Cómo voy a poder saber algo de esta ciudad si apenas he salido de la escuela? Sí, apenas. Esta tarde salimos a caminar un rato por los alrededores. Pero ha sido un paseo en este barrio, seguro para vivir, tranquilo. (Cuadrado, lo llamarían algunos).
Me cuentan que Atlanta es una ciudad muy segregada, blancos y negros, ricos y pobres, riquísimos y un poco menos ricos. Estamos en una zona donde el precio promedio de las casas es es de un millón y medio. Un poco más allá, los dos a tres millones son la norma. Luego están los otros barrios, los de la clase más media y los de la clase baja, muchos afro-americanos con los que sólo te relacionas en el trabajo porque más allá de eso, el contacto es transgresión. La historia de los estados del sur sigue pesando y ese peso no lleva bordados de oro para adornarlo, aligerar prejuicios o adelgazar barreras.
Se nos olvida que eso pasa.
El multiculturalismo existe pero la coexistencia de las culturas es siempre una negociación.
Hay realidades que son lo que son. Otras muchas las construímos.

Demasiado corto el paseo para poder mostrar algo particular de Atlanta. Podría estar en cualquier parte, aquí o allá, entre lo nuevo y lo viejo,

en cualquier territorio dominado por la cultura del consumo y en la que el vehículo propio, junto al parking correspondiente, es parte central;

o en cualquier parte donde al cruzar la esquina dejes el edificio alto

para inmediatamente entrar en el recinto protegido y más apegado a la raíz, de millón a millón y medio tal vez, quien sabe

miércoles, septiembre 24, 2008

Hacia el sur

El avión se retrasa.
El vuelo estaba previsto para salir a esa hora en la que probablemente se pudiera ver todo el istmo, la silueta de los lagos, colores de otoño desde el aire.

Se retrasa.
Me conformo. Llevo mi amuleto de la buena suerte y confío en que no haya mucho retraso porque si lo hay, voy a perder mi conexión en Chicago.

Me conformo porque el sol está haciendo sus últimas piruetas antes de despedirse y me guiña un ojo tras la ventana

Ahora, mientras, me he estado acordando mucho de Dintel. Ayer leí este post y no me ha quedado más remedio que sonreir. En ésta sala de espera de aeropuerto pequeño, de las 11 o 12 personas que hay, más de la mitad está con sus teléfonos móviles, hablando, escuchando mensajes, escribiéndolos, moviendo ruedecitas o pulsando diminutas teclas

El resto está con sus portátiles y las otras dos personas están viendo la tele.
En la sala de espera del médico o en la del aeropuerto, parece que las historias se repiten, aquí o allá. Es el mundo en el que vivimos. Tal vez lleguemos a acostumbrarnos tanto que un comentario como éste no tenga sentido. Como no lo tiene el seguir haciendo el cambio de euros a pesetas para quienes ya nacieron en la generación del euro. Así de sencillo.

Antes de que oscurezca del todo, yo también me despido. Estamos a punto de salir

martes, septiembre 23, 2008

Aunque sea cerca

Hay tiempo para hacer algo en el día pero nunca demasiado para todo lo demás. Nunca hay bloques de horas así que de vez en cuando hay que escaparse un momento, aunque sea muy cerca. Porque a este campo de maíz

y a éste,

sólo los separa un par de días. Y porque en esta época se deja querer el Wisconsin rural

y sencillo

con todos sus cielos abiertos y sus brazos tendidos horizonte

lunes, septiembre 22, 2008

En estos despertares

Estos últimos días ha sido bonito despertar y encontrarse con una neblina que todo lo baña. Luz tamizada transformando, luz templada, cargada de humedad. Te envuelve. No asusta. Sabes que luego levanta y abre puertas para que el sol desdiga melancolías o tristezas.

Estos días no tengo que levantarme y poco después salir de casa. Agradezco mucho el café, el rato que me demoro en despertar mientras me pierdo en la luz que léntamente va cobrando claridad. Luego comienzo a trabajar, junto al ventanal

Entre el verde, las huellas del otoño ya se empiezan a sentir. Cada año es diferente y éste viene así. De forma aislada y casi imprevista, un árbol aquí y otro allá arden en colores, pierden sus hojas o las mantienen para construir su acuarelas de color. Es nuevo poder abrir las ventanas y dejarse empapar por un aire cálido.

Cuando puedo hacer una pausa, salgo y busco el árbol de las transparencias

Me quedo un momento bajo su ramaje

y pienso en lo hermoso del momento y cuánto me gustaría fotografiar la frescura del olor y la brisa juguetona y suavísima, entregárosla, que la sintáis tal y como yo la siento ahora, y que esta noche cuando os lo cuente, también ella os recorra

domingo, septiembre 21, 2008

Madison también es ésto (2)

También son los otros sonidos que conectan con otras partes del mundo. Hoy es el grupo Etran Finatawa, de Níger,

con sus voces entonadísimas y timbradas

y el sonido del tambor de aguaque alcanza mucho más allá de lo imaginable


Luego, desandar el camino y regresar a casa antes de que el sol se ponga, ir escogiendo su juego entre siluetas

y escenas que vuelven a contarme una y otra vez de contrastes a un lado

y otro del camino,

Y seguir la vereda mientras el sol ya casi naranja todo lo baña

y sosiega

Una última mirada

y un último intento desde el silencio de la tarde

Madison también es todo eso.


¿Cómo se medirá la vida de los blogs?
Hace dos años ya de Ecos del sonar.

sábado, septiembre 20, 2008

Madison también es ésto (1)

Todas las ciudades contienen varios mundos, muchos círculos sociales, varias ciudades en una. En algunas es más evidente que en otras pero en todas, varios universos conviviendo. Nos movemos de uno a otro de forma consciente o inconsciente dependiendo de la frecuencia con lo que lo hagamos. Nuestros trabajos, los amigos o los hobbies probablemente muevan las piezas que nos llevan de aquí para allá. Y todo es parte de lo que asumimos como personas. Las barreras (sociales, económicas, culturales) existen, pero somos nosotros quienes las agrandamos o empequeñecemos.

Si algo me gusta de ésta época en Madison es su Festival de músicas del mundo,

cómo la ciudad se mueve de un escenario a otro, sentir cómo la música combina mundos y enlaza lugares y círculos. Sea aquí o allá, en el teatro, en la terraza o en la calle, el festival da cita a muchas personas.

Ya estaba contando con ir a escuchar hoy al grupo Zazhil, un grupo que toca son mexicano pero no de forma tradicional sino en fusión con otros estilos musicales. No los he oido nunca en directo pero sí en grabaciones. Además, conozco a dos de ellos y compartimos amigos comunes en México y aquí. (Hay círculos que en los últimos años y por bonitas coincidencias se han ido acercando más y más).
Hace tan buen día que doy por descontado el ir hasta Williamson Street en bicicleta. Quizás sean unos 15 kilómetros pero es todo llano y el carril bici me lleva allí directamente.

Sí, Madison también es ésto,

el tren que alquila vagones para diferentes usos, desde venta de artesanías a espacio para oficinas. Y es ésto,

un rincón de olvidos y viajes particulares, pescadores enamorados de su deporte, el arte de la abstracción y la espera, la sensación.
Es el lago en días de sol y ratos de ocio,

el banco que dice estar en el lugar preciso

y el paseo que recorre el lago Monona y bordea al centro de convenciones,

en toda esa parte donde los nuevos bloques de apartamentos has sustituído a las casas bajas y le han dado una fisonomía más urbana al centro de la ciudad

Ese paseo en el que confluyen mundos

y que desemboca en una de las calles más carismáticas de la ciudad. Carismática, digo, por ser una especie de marcador de identidad, porque decir Willy street es decir diversidad, espíritu libre, hacer y deja hacer, ser políticamente correcto, hippy, liberal.
Ahí es donde están los escenarios del festival esta tarde

y Madison también es eso, espacios con gente sin códigos etiquetados y con la sencillez que enlaza mundos y edades,

músicas que no reconocen barreras

y un algo común

viernes, septiembre 19, 2008

Abanico de colores

¿Cómo no sonreir si el día construye un abanico de colores?
Mira, es imposible no dejarse llevar por esta claridad, esos cielos prendidos de transparencia, vitales los colores,

despiertos y vibrantes

Todo el día ha sido así, ese brillo y esa transparencia llenándolo todo

Es difícil explicar lo que días así te dejan por dentro. Se agradecen muchísimo en esta época del año, y tal vez más por por ser inesperados. No sabes si es la brisa cálida, los 25 grados, o la frescura de las ramas,

el estar entre ellas y dejarse envolver, rodearse del destello que te deja moverte con los hilos invisibles de la vida


Cómo no sonreir si el día construye un abanico de colores

y te lo regala sin reparos,

sus siluetas recogiendo vuelo

y su beso ya dorado, perfecto