No ha dejado de llover desde que llegamos hace dos días. Hoy que por fin asoma el sol, sin pensarlo mucho, salimos antes de que se agoten los últimos rayos de luz
Como muchos otros inviernos, el pueblo se siente desnudo y silencioso, con toda su riqueza contenida.
Es cierto que todo permanece y todo cambia constantemente. Aquí que todo es pequeño y las rutinas parecen más evidentes, la provocación de la memoria es constante
Tal vez sean esos espacios recorridos y esos pasos andados los que nos piden volver una y otra vez. Lo mismo pero siempre distinto. El momento como único instante.
Es tiempo de construir nuevos recuerdos y la luz de hoy que vierte sus siluetas al vacío nos tiende su mano