viernes, enero 30, 2009

De México a Tlacotalpan

Si ves esta foto

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o esta otra

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vas a saber donde estoy. No hay pérdida. Signos y símbolos son poderosas coordenadas.

Ciudad de México, el gran gigante donde realidad y surrealismo se dan la mano entre los mil estratos sociales, las mil banderas de lucha cotidiana, los múltiples destinos de vida y cotideaneidad.

Llegamos de madrugada, poco antes de que la ciudad despierte. Cuando lo hace, el movimiento es incesante, el tráfico, la gente, los puestos de venta, el desorden. 24 millones de personas piden mucho.
Llegamos de amanecida, pasando de una realidad a otra en el curso de pocas horas, reconociendo ruidos, olores y movimientos, entendiendo cómo incluso lo que no se dice, pertenece y dice del lugar

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Sólo pasamos unsa horas en la Cuidad de México, el tiempo suficiente para desayunar con Mariquita y compartir con ella un rico tamal oaxaqueño y jugo de naranja fresco.
Y salimos con las otras personas con quienes viajamos a Tlacotalpan

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O más bien debería decir hacia Alvarado. En septiembre ya quise hacer reservas en Tlacotalpan. Pensé que era temprano pero pronto me dí cuenta de que no, que una ciudad de 8.000 habitantes duplica sun número en el Encuentro de jaraneros en la fiesta de La Candelaria, que es imposibe encontrar sitio para quedarse a no ser que hagas una reseva con al menos ocho meses de antelación. Alvarado fue la mejor solución y 30 kilómetros de distancia, algo que podíamos hacer cada día.

Hice esta carretera en junio, verde y exuberante en su temporada de lluvias. Ahora es ocre. Pero sí, el verde se despliega a medida que nos acercamos al estado de Veracruz, aire templado y humedad. Cuando atardece, las palmeras con ese viento de norte también te dice que estamos ahí

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Como si nos urgiera llegar a Tlacotalpan, dejamos las cosas en el hotel y hacemos esos 30 kilómetros de Alvarado a Tlacotalpan

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Todo está dispuesto para la fiesta, la feria, el baile, la tómbola. Es de noche y mucho está cerrado, algunos grupos ya están cerrando el local con una última canción para algún paisano en el local

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Después de una cena con lo que aquí llaman antojitos (tostadas, tacos dorados, garnachas y panuchos) nos fuimos a la plaza buscando a músicos y músicas

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La fiesta ya había comenzado al compás de requintos y jaranas

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el zapateo,

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Mucho más tarde, en la plaza de San Miguelito, el fandando continúa

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Todo el que quiere participa, las parejas se turnan en la tarima y los versos se improvisan, las coplas se entrelazan. Nos cuentan que se amanecen, que la noche encuentra al día entre sones que conectan pasado y presente, el abanico de culturas y herencias que resume el jarocho, lo andaluz, africano, indígena y afrocaribeño, un maravilloso mosaico que nos acompañará en los próximos días.

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