Parece que ha estado haciendo mucho calor allí y que el verano llegó de repente, demasiado temprano. Aunque sólo por un par de días, como aquí. Después de las lluvias de este mañana, el día aclaró y se puso un vestido tan bonito que fue imposible no salir en bicicleta para perderse entre costuras, dobladillos y bolsillos.
Media hora en bicicleta desde casa al centro. Una vez pasada la parte del campus, acorto por calles que van a dar al Capitolio. Nunca he hecho esta ruta en bicicleta, siempre en coche. ¡Qué distinto se siente todo! Es otra ciudad. No sólo por moverse hasta aquí en bicicleta sino porque todavía no puedo quitarme de la cabeza el largo invierno y cómo en pocas semanas la exuberancia de verdes y florecer lo ha poblado todo.
He quedado para comer con un amigo y he tenido que darme prisa en el recorrido. No he podido pararme por el camino pero ahora ya, aunque un poco tarde, me queda un minuto para hacer la foto del sitio donde está el restaurante al que voy, uno de los edificios más antiguos que de la ciudad
Al otro lado de la calle, algo no tan antiguo pero que parece ser transición entre lo de entonces y lo de ahora
Pero creo que lo que me asombra de hoy son los colores, la viveza, la luminosidad del día que pone un punto de color
a todo y en todo
Sí. Por fin podemos sentarnos en el patio y empaparnos de aire cálido
Vuelvo a casa por el camino largo. No sólo por la ruta que elijo sino porque ahora ya no evito pararme a hacer fotos. El lago Monona vuelve a estar de fiesta, sus orillas acicaladas de verdes y ramaje,
sus habitantes flotando silenciosos y ensimismados
Aunque no hay tanta gente como por las tardes, comparto el camino con otros,
miro a lo lejos junto a alguien más
y mientras ellos piensan, yo también me preparo para seguir camino
A pesar de que me gusta mucho, hace tiempo que no paso por esta vereda junto a Monona Terrace
Sigo pensando en el contraste con el lago helado, su inmovilidad, la pausa detenida.
Otra luz ahora, sonrisa, piel despierta.
Siempre lo digo, es ese poder de renovación, de transformación y cambio. ¡Tan evidente aquí en Madison...! No podríamos sobrevivir si no fuera así.
Siempre lo digo, es el paso del tiempo y nosotros en él, ese sentir la fuerza de la vida y saber que sigue mereciendo la pena
Sigo camino. Paso de uno a otro verde, de un espacio a otro. Hay mucha fuerza en cada uno de nuestros recorridos, los cotidianos y los menos ordinarios
Muchos matices en todo lo que hacemos y de nosotros depende el darles o no validez
Muchas razones para comprender que la transformación es parte del recorrido y que entender el proceso es vivir un poco más a fondo
Muchos caminos que descubrir en y desde uno y los otros
Muchas razones poderosas y distintas, las tuyas, las de los demás; el árbol transformando el camino, acompañando el silencio con su presencia infatigable y cierta
7 comentarios:
... Es estupendo sorprendernos con la visión de siempre... desde otra perspectiva... poder detenernos a contemplar, lo cotidiano, sin prisas... descubrir sonidos que éstas nos mitigan... incluso silencian... Parar la bicicleta y sentir el silencio, los pájaros con su trino, o los patos chapoteando... Realmente no es difícil... pero ¡cuesta tánto...! Un beso.
Es exactamente todo eso. Tal y como lo has dicho.
Un abrazo
Olá Raquel, bela serenidade...belas fotos...Espectacular....
Um abraço
Hola Fernando,
creo que serenidad es la palabra. Sí.
Gracias
Es que la transformación que experimenta ese lago cada año es alucinante.
Y qué curioso pensar que se transforma para ser él mismo otra vez, ¿no?
:)
Besotes
Sí. No me canso de pensarlo y de verlo, y sigo admirándome por ese proceso.
Conmovedor y brillante
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