En enero abrieron el Parque Nacional del Chicamocha, con la Mesa como puerta de entrada. Ahí es donde se coge el teleférico que desde la ladera te lleva al cerro, dejando el Río Chicamocha en lo hondo del valle. El Cañón es magnífico, el segundo más grande del mundo.
La belleza y grandiosidad que recuerdo sigue siendo la misma. Ahora la experiencia es muy diferente. Al llegar a La Mesa nos despertamos con un jugo de guanábana y hacemos tiempo hasta que el teleférico entre en funcionamiento a las nueve de la mañana. Las nubes andan rondando las montañas
pero parece que más tarde va a despejar. Así me dice quien sabe. Y efectivamente, así sucede. Poco a poco los cielos se abren
y hasta se llega a ver el camino que va hasta Curití y que hicimos en el otro viaje
Aunque sea entre nubes, ver las cumbres impresiona
Son poco más de 6 kilómetros el trayecto en teleférico. Desde lo más alto
pasamos por una ladera poblada de verdes y unas pocas casas ahí detenidas
Aunque parezca que vamos léntamente, no lo es tanto. El paseo dura unos 20 minutos
Atravesamos el río que ahora lleva mucho barro por ser época de lluvias
y luego volvemos a subir para llegar al cerro. Al otro lado las montañas,
un arco iris en cerco rodeando al sol,
el otro río
En ese cerro han construido un centro recreativo en el que hay un poco de todo: restaurante, capilla, pista de hielo, auditorio, un parquecito para niños, otro en el que hay avestruces, sitios para hacer parapente y cablevuelo extremo (que por cierto hice y me pareció fantástico. No, nada de vértigo).
Por el camino de subida al mirador, hasta puedes tomar un jugo de caña recién hecho
Y si no quieres subir caminando, este jeep te puede llevar
Al bajar vemos el monumento a la Santandereaneidad al completo
Digo al completo porque no pasa desapercibido desde casi ningún ángulo del complejo turístico. Es un monumento que representa la Revolución de los Comuneros, una serie de levantamientos populares que se iniciaron en el siglo XVIII y permitieron la liberación de la Nueva Granada (Colombia, Venezuela y Panamá) del dominio español.
Caminamos por él un rato
pero ya no nos entretenemos mucho más porque no queremos retrasar mucho el regreso. El sol quema, aunque las mariposas en su quietud quieran ignorarlo
Están por todas partes, juguetonas, frágiles.
Luego volvemos a tomar el teleférico y le decimos adiós al río
y a las laderas
Es hora de volver a Bucaramanga
pero no sin antes comer una buena parrillada al aire libre
(Con una para seis personas comemos nueve. Sí, ojo con las porciones en esta región porque son casi siempre como para dos).
Es nuestro último día en Bucaramanga y la verdad es que ha sido buena idea volver al Cañón. Como también lo es reunirse para tocar con José Rueda, el papá de Enrique
y con Rafael Aponte, músico y compositor muy reconocido a quien conocimos en el viaje anterior y con el que nos hemos mantenido en contacto y compartido músicas, discos, partituras
Se suma al grupo Gonzalo, tiplista y bandolista amigo de la familia
Tocamos nosotros, tocan ellos. Es una satifacción poder tener una experiencia así, tocar con buenos músicos que saben y conocen. Es una tocata como aquella que nos enamoró hace tres años y desde la que nació un poco la idea de Xtring Quartet.
Nada como la música para romper barreras y crear encuentros.
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