Es tarde de verano pasear por mis calles de siempre, caminar hasta que la luz se pierde. Mañana salimos para Palencia y es mi último día en Salamanca. Último y primero, siempre es un poco así. Y hoy especialmente porque salgo a caminar con amigos que por primera vez ven la ciudad
Aunque hemos esperado hasta que el sol fuera un poco más indulgente, todavía corta afilado cuando salimos
Sólo puedes estar a la sombra
Por eso todavía no hay mucha gente por la Plaza
Aunque miro y remiro esta ciudad cada vez que vengo, siempre encuentro cosas nuevas
o cosas a las que no me acostumbro: junto a la plaza, bajando hacia el mercado, hace ya tiempo que tiraron el Gran Hotel para construir apartamentos. Frente a ellos, la estatua de quien terminara de construir esa Plaza, García Quiñones
Caminamos sin detenernos mucho. Todavía las piedras arden y la luz es intensa. Vamos mirando hacia lo alto porque este centro es uno de esos en los que cada ángulo perfila algo nuevo
Somos uno más en ese grupo de turistas que cámara en mano que trata de atrapar cada uno de esos ángulos para el recuerdo
Desde la calle Meléndez desembocamos en la Pontificia y de agí nos refugiamos en el claustro de la Casa de las Conchas para ver las torres de la Clerecía
Podrías pasarte horas en cada uno de esos lugares, buscar un banco, hacer nada, escuchar el cerco de conversaciones a tu alrededor. Ahí esa pareja que se abrazan. Un poco más allá la familia que silenciosa contempla.
Me sorprende ver la ciudad tan vacía de gente, sólo casi turistas y a ratos, casi a solas.
Y todos sabemos cómo eso se agradecen esos ratos porque mejor prefieres buscar ranas o perderte en platerescos a solas
Escucho los comentarios de mis amigos, los vuestros. Junto a esa impresionante fachada de la Universidad, recojo en el Patio de Escuelas unas puertas de encargo para Dintel,
Siempre me gusta atraversar esa última y llegar hasta aquí,
dar la vuelta al patio, sin prisas. Volver a salir, atravesar esta calle
y desde ahí vivir la altura de la torre
y el pórtico de la Catedral Nueva
Nos quedamos bastante rato ahí. Un guitarrista está tocando y nos sentamos a escucharle, a descansar y recobrar fuerzas
Como muchos otros, buscamos la sombra y recuperamos fuerzas
La luz es impresionante a ambos lados de la catedral. Así
y así se ve
También nosotros nos acercamos a ver la marca de los canteros
Terminamos el paseo caminando por la parte de atrás de la catedral y
recogiendo las últimas luces junto a la iglesia de Santo Domingo
Tarde ya
7 comentarios:
La nostalgia y descubrir algo nuevo en lo ya conocido, es una sensación luminosa.
Besotes mil.
Ay... es como si hubiera estado ahí. Espero el verano que viene poderme acercar..., mientras... me lo acercas tú. Gracias por las puertas.
La primera vez que estuve en Salamanca fue de viaje de fin de curso en 2º de bup. No vi y la rana y repetí curso.
Luego regresé años más tarde, en pleno invierno. Qué distinta la ciudad en verano, ¿verdad?
Un beso.
Qué hermosura! Cada vez que veo edificios así no puedo evitar desear viajar en el tiempo y estar en el preciso momento en que se construían. Es algo increíble!
Disfruten del calor, por ahora acá nos estamos helando!!!
Saludos
Minombre,
muy cierto, luminoso es el adjetivo.
Ánimo con el invierno. Un abrazo grande para aliviar el frío.
Dintel,
sé que te gusta Salamanca y por eso es bonito caminarla imaginando cómo lo harías tú.
Leo,
muy distinta en verano. Justo le estaba diciendo eso a mis amigos.
Mira que no ver la rana... Bueno, luego superaste con creces ese suspenso.
Besos
Viking,
pobre. Es difícil pensar en el frío desde este calor por sé lo desagradable que es.
Abríguese y para el próximo año, véngase al verano del norte a recoger sol para luego aguantar allí el tirón.
Besos
Yo tampoco vi la rana. Y el astronauta tiene tela, eh, ¡jajaja!
:D
Unos cachondos son estos canteros, unos cachondos.
:)
Por cierto, qué valientes sois saliendo a pasear con ese calorazo... ¡uf!
Te había perdido de vista. Qué bueno reencontrarte. Saludos.
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