El camino dibujó su invierno en primavera, el campo verde y las nubes bajas jugando al escondite. Me sorprendió y me gustó pasar por Ávila
En poco más de tres horas estaba en el aeropuerto. Ocho horas después y un viaje cómodo y directo me llevan a Chicago. Desde ahí, sin mucha demora y otro autobús de tres horas, voy a Madison. El camino me recuerda que es la época de la explosión de luz y color, todo muy distinto a como lo dejé hace una semana
Entrando en Madison me encuentro haciendo las mismas fotos que otros hacen
y
vuelvo a pensar en la temporalidad, la belleza de lo que me rodea (aunque
de vez en cuando alguien me tenga que recordar que es mucha), el tesoro que es mi
familia y la fuerza que me da; la gema que son los amigos y lo grande que es la ayuda mutua; la vida que continúa y nosotros que la hacemos continuar porque sabemos que sigue siendo nuestra mayor riqueza.
El invierno termina. Una nueva fase se despliega como las agujas de la catedral asomando serenas y la viveza de la tierra reclamando su luz y su momento. La abrazo. Así lo hubiera querido papá.