En Salamanca.
Estoica se mantiene la piedra dorada a las dos y media de la tarde. No hay mucha gente a estas horas. Las terrazas tendidas al sol están vacías. Es hora de comer y de recogerse del sol rotundo.
Paso por la iglesia de San Marcos, la capilla románica de finales del siglo XI que tan particular luce en su forma circular
Junto a ella, casas
que tal vez construyeran para respetar la estructura de la iglesia
No lo sé. Creo que es el momento de preguntarle a Pablo Almeida, buen conocedor de calles, casas y arquitecturas salmantinas. (Si te interesa el tema, échale un vistazo a su blog, El suelo de Salamanca).
La hora también es inconfundible en el vuelo de pájaros
A veces pienso que los dorados de la piedra en la ciudad juguetean con los de sus campos segados y secos,
sus acuarelas
de horizontes perdidos
11 comentarios:
(Suspiro)
¡Qué buen paseo, me he dado, a las 8 de la mañana, por Salamanca! Casi podía oir crujir, la hierba al pisarla mientras andábamos, y el sonido de las piedrecillas, a nuestro paso... Huelo ese calor seco del campo en verano, y el silencio, sólo se rompe por el sonido de nuestros pasos, o el graznido de las aves, cuando vuelan algo más bajo...
Un beso.
Calor seco, al menos. No como en la costa, donde nos consume el bochorno.
:)
que bien sientan esos colores, es como que llaman, ¿verdad?, besitos
Como me gusta estar de nuevo por ese paisaje tuyo. Un beso.
Dintel,
trato de imaginarte aquí.
Alegría,
quiero ir a pasear tu ciudad.
Besos
Irreverens,
el calor húmedo de Madison es insoportable. Tal vez sea porque el calor seco es con el que he crecido pero si tú también te quejas...
Besotes
Isobel,
llaman, sí.
Besos
Magda,
me alegro mucho. Me gusta tenerte aquí.
Besos
En la mía, oirías el canto de las gaviotas y los mirlos, de las golondrinas y los gorriones sabiondos, que vienen a buscar el pan, y el sonido del mar... dulce, apacible, acompasado y disfrutarías de la arena lisa, por lo general, y varios kilómetros de playa para andar... dando un paseo, tranquilo, conversando, o simplemente escuchando la música de la naturaleza... entre marismas y matorrales... sí, también...
ah! me has dado ganas de probar como son estas tapas de erizos! besos
Qué suerte que las piedras con que trabajaron los canteros de Salamanca tuvieran ese color, que con el tiempo se va pareciendo más a la tierra que al oro.
Alegría,
echo mucho de menos el estar cerca del mar y escuhar su sonido. Me calma.
Besos
Mi nombre sabe a hierba,
pruébalas y luego me cuentas.
Un besote
Fernando,
sí, ocres de verano. Tienes mucha razón.
Me pierdo ante la Naturaleza...pero más me oriento en las ciudades, con las construcciones ya presentes, ya históricas.
Que las casas respeten la estructura de la Iglesia y que, en estos tiempos, se hagan habitables respetando la Historia es algo que se debiese de aprender en otras partes. Saludos afectuosos, de corazón.
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