Camino plazas y callejuelas de esta ciudad siendo consciene de su belleza y a la vez, de la naturalidad con la que ese caminar forma parte del cada día. Son muchos y variados los encantos de muchas ciudades de España. Y son las ciudades de cada uno las que tal vez más critiquemos y a la vez, más necesitemos. Sabemos lo que tienen y lo que no, lo que nos dan y lo que nos quitan; a veces nos entregamos a ellas, otras las resistimos. Ningún sitio lo tiene todo y por eso, nuestras vidas tratan de reconstruir un universo particular con lo que creemos necesario, con lo que nos identificamos, lo que nos identifica, con lo que nos divertimos, con lo que vivimos. Las ciudades condicionan ese universo, lo matizan y le dan color. A veces nos damos cuenta de eso, a veces sentimos que es importante. Otras veces no. Aunque ahora no viva en Salamanca, sigue siendo mi ciudad.
¿Que por qué digo todo esto? Porque a menudo pienso en ella y en las personas que la construyen día a día; porque si no fuera por ellas, tal vez no estuviera aquí estos días; porque siempre trato de imaginar como sería Salamanca si estuviera junto al mar. ¿Sería posible?
Aunque no veas otras partes de ella, tiene muchas más. Hay de todo, preciosas, feas, aburridas, moviditas, ávidas, sencillas, acogedoras, viejas, nuevas. De todo, como en todas partes. No trato de buscar lo ordenado, límpio, dorado. Surge así. O tal vez sigo asombrándome por algo tan sencillo como salir a hacer algo y poder ver esta iglesia,
que dos pasos más allá te encuentres con esta esquina
o con ésto un poco más allá
He salido un momento para ir a la calle Meléndez,
a la tienda que ahí tiene el joyero Paco Moro. Ya hablé de él en otro momento, de su talento y creatividad. Hoy por fin le conozco personalmente, charlamos un rato, nos reconocemos y disfrutamos en esa conversacion de encuentros
Hoy no hay mucho tiempo y al regresar a casa, otras dos imágenes me rondan: son las piedras que se entrelazan para formar rincones, calles y esquinas
Es mi ciudad.
3 comentarios:
Conozco la tienda. Jajajajajajaja.
Qué bueno!
Tienen cosas preciosas. ¿Verdad? Además, tanto él como Yolanda, su mujer, que es quien generalmente está ahí, son encantadores.
Siguiendo con la dinámica de la columna anterior...uno se hace parte de la ciudad que acostumbra recorrer y descubre los rincones especiales que, incluso, pueden no ser del todo turísticos pero van enlazados con historias personales.
Saludos afectuosos, de corazón.
Publicar un comentario