El día se abre para dejarse hacer y vestirse de lo que tú quieras ponerle. Debe ser que son vacaciones y que aunque haya cosas que hacer, tú decides cómo y cuando. Me gusta.
Antes de que se agote el día quiero acercarme a uno de esos sitios que forman parte de las rutinas de nuestros paseos. El sol cayendo lo empieza a llenar todo
aunque todavía hay mucha luz. Desde El Alto de las Piñuelas llego al Balcón de Extremadura, desde donde se ve el valle ahí donde la provincia de Salamanca se hermana con la de Cáceres. El valle sólo se intuye desde aquí
Hay que acercarse un poco más para ver la hondonada, los pueblos repartidos aquí y allá,
las colas del pantano de Gabriel García y Galán
La sequedad del terreno contrasta con el frescor del tomillo
o el verde de los robles que a estas horas asoma más cálido
5 comentarios:
¡Guauuu! Como siempre, maravillosas... Me quedo con la última... Ayer, mientras volvíamos en coche de estar en casa de mis padres, recordaba tu última entrada. Trataba de imaginar, vuestra llegada, de noche, en casi silencio... Oliendo el campo, ese campo, oyendo la música de los grillos, y la puerta al abrirse... Pensaba, lo fácil que es reconocer, lugares, por sus olores... Cada uno de ellos, guarda en nuestra memoria, uno diferente... aunque estén próximos; el olor de eucaliptos o pinos, es diferente... la tierra mojada... el asfalto, las flores, la lavanda...
Un beso, Raquel.
reconocer con sus olores, formas y sonidos...el tomillo....la frescura del roble, las sensaciones de los cardos negros..
Otra vez "en casa", ¿no?
Un beso.
Síiiiiiiiiiiiii, el Galatea. Tómate un pinchito de erizo a mi salud.
Bueno, pues ya me he puesto al día de tu blog.
Menuda jugarreta la del árbol sobre el velero y qué bueno que ya estés por estos lares... y reencontrando amigos.
:)
¡Besotes revitalizados!
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