La casa ya nos esperaba
y el jardín, aunque necesitando un corte de pelo y tal vez maquillado paciente, paciente ha sabido esperar. Le damos agua, eso sí. Todo lo demás será mañana. No le importa. Hoy es día de reconocernos, de llegar, de sentirlo todo. Nada es nuevo y sin embargo, todo especial, una primera vez. Y siempre esos momentos únicos, los vencejos al atardecer
la luz sobre la montaña,
recoger la noche en ese jardín amable que nos aúna y vivifica.
Así es por aquí.
7 comentarios:
Olé, Lagunilla de nuevo. Mmmmmmm.
... vuelta a casa... siempre es especial... Como dices, es como sentir algo, por primera vez, sabiendo que no lo es... Se tiene mucho más poder de percepción, porque no forma parte de nuestra rutina... Oimos sonidos que, de otra manera, nos pasarían desapercibidos... Sereno, bello, algo salvaje en la espera, deliciosamente acogedor, lleno de ternura, siento casi cómo te abre los brazos y te acoge... Así lo percibo... desde el sur...
Un beso, querida Raquel.
Dintel,
de nuevo aquí. El olor de todo tan de pueblo, de cada hora del día... Rico!
Alegría,
sí, tú sabes de todo eso en ese tu sur que también es especial.
Estamos cerca.
Un beso para ti también.
Si no me equivoco, creo que es el tercer verano que te leo. ;)
Raquelcita, primero el re-encuentro
el re-conocerse...
veo que siempre compartimos atardeceres, abrazotes
Dintel,
creo que sí.
(A ver si la próxima semana voy por fin al Galatea. ¿Era ese el que te gustó?)
Minombresabeahierba,
verano aquí, invierno allá. Me dicen que hace frío. Cuidate. Sí, atardeceres y muchas cosas más.
Besotes
Pues la residencia con su aire de modernidad y, a la vez, una estampa colonial que perece venir de tiempos muy pasados. Saludos afectuosos, de corazón.
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