Philly

Somos cuatro en la camioneta que nos lleva del aeropuerto al hotel. Se me olvidó mirar en el mapa para saber en qué calle estaba el hotel y sólo cuando el conductor me preguntó a qué Sheraton iba, me di cuenta de que ni eso había mirado. El del centro, sí. 17th street then. Ok.

Llueve afuera. Nadie habla adentro y sólo la radio llena el espacio con alguna de esas músicas que són fáciles de ignorar y más fáciles aún de olvidar.
A mitad del trayecto rompo el silencio y pregunto si ellas también van al hotel y a la conferencia. (No es la pregunta más normal, pero algo en todas me decía que era probable). Sí, todas.
El mecanimo de ser humano se desata y la conversación comienza. Deja de hacer frío afuera y la lluvia se olvida. Otro espacio surge.
Mi conversación es con Luisa y Héctor. Con un inglés bañado por la dulzura del protugués, Luisa cuenta que acaba de llegar de Lisboa. Presenta mañana por la tarde. Héctor, un "Philrican" (o "Filrican"), un Puerto riqueño nacido en Filadelfia, músico con el Gran Combo y nuestro conductor de esta noche, hace las veces de guía a medida que nos acercamos al centro. No se olviden, dice, como todos nos vamos a morir de algo, mejor hacerlo con dignidad: vayan al mercado en Reading (en la calle 12) y coman un Philly cheesesteak con bacon. No se puede venir a Filadelfia y no hacerlo.

Lo intentaremos

Hace varios años que estuve aquí. Hay cosas que recuerdo. Otras muchas no.
Ojalá que estos días, entre paneles y ponencias, pueda encontrar algún rato para caminar.