Afortunadamente, las pocas horas que hemos dormido nos ayudan a hacer el cambio mental. Afortunadamente, el aeropuerto y sus rutinas no son tediosas y todo se siente tan relajado como en España, desde comprar la visa hasta pasar por inmigración. Eso sí, había tanta gente con un cartel con el nombre del pasajero a quien estaban esperando que tardamos en encontrar a la persona que nos esperaba para llevarnos al hotel. El movimiento turístico es considerable y aunque sea temporada baja, la competencia sigue siendo feroz. Con la habitación, muchos hoteles incluyen transporte desde el aeropuerto y desayuno. Estamos en un hotel (Çesme) en la zona turística por donde nos vamos a mover, Sultanahmet. Con unos 15 millones de habitantes, mejor no pelearse con el tráfico de esta ciudad.
Eran alrededor de las cinco cuando ya instalados y sin equipaje subimos a la terraza del hotel. El Mar de Marmara está ahí cerquita, un poco más allá de los tejados
Subimos con Tekim, el dueño, amable y desenfadado. Habla español e inglés. Nos cuenta que vivió en la zona de New Jersey y Rhode Island unos diez años. En aquel momento se dedicaba a vender y comprar joyas. Desde que volvió a Estambul trabaja en el negocio familiar de venta de alfombras. El hotel es su propio proyecto
Nos pasea brevemente por lo que nos rodea
y después de invitarnos a tomar te o café con la misma hospitalidad que hemos sentido en los lugares que hemos estado en las pocas horas que llevamos aquí, salimos a caminar. No nos queda mucho tiempo antes de que la luz se vaya. Caminamos hacia la zona del Hipódromo, donde están dos de las mezquitas más famosas y obligadas en la hoja de guía, Santa Sofía (Hagia Sophia) y la Mezquita Azul. Subimos la calle empedrada y dejamos los contrastes del atardecer entre minaretes, cúpulas, chimeneas, palomas y gaviotas
También pasamos por pastelerías con antojitos que a iremos probando y descubriendo qué son
Tal vez porque sea tarde y hace frío, no hay ni mucha gente ni muchos turistas por la calle. Ni siquiera en el Hipódromo. Por allí caminamos
Enfrente de la Mezquita Azul, en el Hipódromo se hacían carreras de carros. Fue centro del imperio Bizantino durante unos 100 años y luego del Otomano por unos 400 años más. Entre lo que ahora hay en el Hipódromo, la columna de Constantino, originalmente construída para conmemorar la victoria del imperio helénico sobre el persa y llevada por Constantino el grande en 330 a.c. a la nueva capital del imperio
También el obelisco de Theodosius, esculpido en granito cerca de 1500 a.c. en Egipto para conmemorar las victorisa de Thutmose III (1504-1450 a.c.). El emperador bizantino Theodosius lo llevó a Constantinopla (hoy Estambul) en 390 d.c.
Ahí tomamos lo que dicen ser una bebida caliente especial otomana, una especia de natillas con canela, jakiki sicak sütlü shalep, que hace a base de leche, miel, vainilla, semillas de orquídea, canela y otras especias
Hay carritos vendiendo la bebida por todo el Hipódromo
También hay unos cuantos que venden castañas y mazorcas de maíz asadas
Seguimos hasta Santa Sofía
y para cuando la cuarta llamada al rezo llena el espacio, vemos su luz entremezclarse con la noche
Esta es una de las partes más turísticas de Estambul. Mañana volveremos para entrar a los lugares y detenernos en su historia e historias. Por ahora, caminar un poco más por las calles alrededor y recoger sonidos, colores y sabores que su gente crea y convoca, lo esperado y lo inesperado,
la curiosidad, el interrogante,
la historia en común, la simpatía de la gente y sus ganas de compartir,
la ciudad de encrucijadas, cuestas y tranvías,
la buena comida.
En el menú de hoy hubo sopa, guisado de cordero y halva (cuscus preparado con meleza, piñones y pistachos); meze (berenjena, rollitos de hoja de parra, pimiento relleno, pepino...), robalo y baklava
La aventura de los sabores es intensa, como siento que es esta cultura.
Subimos con Tekim, el dueño, amable y desenfadado. Habla español e inglés. Nos cuenta que vivió en la zona de New Jersey y Rhode Island unos diez años. En aquel momento se dedicaba a vender y comprar joyas. Desde que volvió a Estambul trabaja en el negocio familiar de venta de alfombras. El hotel es su propio proyecto
Nos pasea brevemente por lo que nos rodea
y después de invitarnos a tomar te o café con la misma hospitalidad que hemos sentido en los lugares que hemos estado en las pocas horas que llevamos aquí, salimos a caminar. No nos queda mucho tiempo antes de que la luz se vaya. Caminamos hacia la zona del Hipódromo, donde están dos de las mezquitas más famosas y obligadas en la hoja de guía, Santa Sofía (Hagia Sophia) y la Mezquita Azul. Subimos la calle empedrada y dejamos los contrastes del atardecer entre minaretes, cúpulas, chimeneas, palomas y gaviotas
También pasamos por pastelerías con antojitos que a iremos probando y descubriendo qué son
Tal vez porque sea tarde y hace frío, no hay ni mucha gente ni muchos turistas por la calle. Ni siquiera en el Hipódromo. Por allí caminamos
Enfrente de la Mezquita Azul, en el Hipódromo se hacían carreras de carros. Fue centro del imperio Bizantino durante unos 100 años y luego del Otomano por unos 400 años más. Entre lo que ahora hay en el Hipódromo, la columna de Constantino, originalmente construída para conmemorar la victoria del imperio helénico sobre el persa y llevada por Constantino el grande en 330 a.c. a la nueva capital del imperio
También el obelisco de Theodosius, esculpido en granito cerca de 1500 a.c. en Egipto para conmemorar las victorisa de Thutmose III (1504-1450 a.c.). El emperador bizantino Theodosius lo llevó a Constantinopla (hoy Estambul) en 390 d.c.
Ahí tomamos lo que dicen ser una bebida caliente especial otomana, una especia de natillas con canela, jakiki sicak sütlü shalep, que hace a base de leche, miel, vainilla, semillas de orquídea, canela y otras especias
Hay carritos vendiendo la bebida por todo el Hipódromo
También hay unos cuantos que venden castañas y mazorcas de maíz asadas
Seguimos hasta Santa Sofía
y para cuando la cuarta llamada al rezo llena el espacio, vemos su luz entremezclarse con la noche
Esta es una de las partes más turísticas de Estambul. Mañana volveremos para entrar a los lugares y detenernos en su historia e historias. Por ahora, caminar un poco más por las calles alrededor y recoger sonidos, colores y sabores que su gente crea y convoca, lo esperado y lo inesperado,
la curiosidad, el interrogante,
la historia en común, la simpatía de la gente y sus ganas de compartir,
la ciudad de encrucijadas, cuestas y tranvías,
la buena comida.
En el menú de hoy hubo sopa, guisado de cordero y halva (cuscus preparado con meleza, piñones y pistachos); meze (berenjena, rollitos de hoja de parra, pimiento relleno, pepino...), robalo y baklava
La aventura de los sabores es intensa, como siento que es esta cultura.
4 comentarios:
Extraordinario lugar!! ¡qué lo disfrutes! Y el detalle de la clave de Sol en el postre... no puedes ocultar por el mundo que eres música... jeje Besos
que ganas de disfrutar de esas delicias turcas!!!
gracias por este paseo, me encantó!!
Gracias Raquel por compartir tu viaje...espero que lo disfrutes viendo y comiendo...así luego lo disfrutaremos nosotros.
Un beso.
Pedro,
probablemente ya hayas estado aquí así que ya compararemos experiencias. Oye, lo de la clave de sol fue sin saber. Así es como llegó el plato servido. Pura coincidencia.
Elena,
pues la verdad es que hay mucho para disfrutar.
Un beso
Laura,
trataré de subir cosas cada día aunque el horario está apretadito. Gracias!
Besos
Publicar un comentario