sábado, enero 31, 2015

A Sotavento

Tras el cristal admiro la belleza de las montañas del Valle de México. Ella es una de mis favoritas. Tal vez más que el Popocatépetl. Aunque tras el cristal no se percibe tanto, el aire es limpio y transparante. Atrás ha quedado la polución y el ruído de la urbe, la locura de la maraña de carreteras y coches


Es sábado y aunque madrugamos, encontramos atasco al salir de la ciudad. Es puente y son muchos los millones de habitantes de la megaciudad. Cuando queda atrás, otro universo se abre y al acercarnos a Veracruz, otro comienza


Las carreteras  comarcales marcan el pulso y los topes en las de los pueblos lo despiertan. Es imposible ignorarlos.
Vamos a Tlacotalpan, al Encuentro de jaraneros al que ya vinimos en 2009 y 2011


Como siempre, lo entretenido está ahí mismo, a cualquier lado del camino,



lo particular de cada instantánea hablándonos de formas y costumbres



Son muchos los que vienen a Tlacotalpan para La candelaria. Varias fiestas coinciden dentro de este marco: unos vienen a correr los toros por las calles, otros a escuchar a los jaraneros y participar en los muchos conciertos y presentaciones de libros, CDs o DVDs, otros a escuchar a los grupos comerciales shows que el gobierno de Veracruz lleva y a quienes pagan cachés descomunales porque son los que utilizan para vender imagen y conseguir popularidad.
Hay más escenarios que en 2011, más grupos tocando, más presentaciones de material discográfico... Hay programas impresos y más información que nunca. Pero hay cosas que no cambian. Junto a las jarochas de blanco subidas a sus caballos y esperando a que la cabalgata salga, 



la niña lava su taza


y el vendedor aprovecha la multitud que espera la cabalgata


Todo esto me dice que estamos en Veracruz. Es Tlacotalpan, es Luz de Noche y más que nada, es volver a ver y compartir con los amigos,




es un mundo de mundos y momentos




Ahí van las otras niñas con sus vestidos de fiesta, su porte, su estilo





ahí los músicos


y el silencio lleno




Tal vez ya le hayan contado a esos niños el por qué de esos caballos, de los vestidos blancos, la peineta, la mantilla. Tal vez ya sepan que las tradiciones no son fijas, que todo cambia y que la herencia cultural se sostiene en pilares reconstruidos por manos sabias a veces, engreídas otras.
A fin de cuentas, la fiesta es como cada uno la percibe. 
Antes de que de comienzo la música, otro silencio y otra luz se sostienen



 Y la música da comienzo. Pasamos por la plaza Doña Marta para escuchar a mi queridísimo Kevin Leyva Trujano tocando requinto con Son Blanco



y de ahí vamos a La casa de la cultura Agustín Lara para escuchar la presentación que Estanzuela está haciendo de su nuevo disco



Mucha gente se me ha ido quedando enredada en el recuerdo y en el corazón en estos años de andanzas por festivales mientras hacía el trabajo de campo para mi tesis. Ahora es un buen momento para dar las gracias a quienes de una u otra manera me ayudaron  en esta parte del Sotavento. Rafael Vázquez fue una de esas personas. (Si quieres conocerle, búscale tocando la leona a la derecha de la imagen.)

La noche se despidió con Los cojolites, que también estrenan disco


Del fandango no hay fotos. Es mejor vivirlo sin cámara al hombro.

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