martes, febrero 03, 2015

De Tlacotalpan a Xalapa

No madrugamos. El viaje es largo pero no hay nada urgente que nos espere en la Ciudad de México. Eso sí,  hay que hacer dos paradas en el camino: una en Alvarado y la otra en Xalapa.

Las calles de Tlacotalpan ya han han despertando


y tal vez los demás, aunque todavía los ojos del sueño nos roban los otros



Por increíble que parezca, las jaranas todavía suenan en el fandango de luz de noche





Algunos hasta tienen la para charlar como si todo acabara de comenzar


y otros, siguen tocando



y bailando

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otros dicen adiós


Nosotros también nos despedimos y nos atrevemos a esa foto de siempre


Dejamos atrás el parque de San Miguelito


y nos movemos junto al río


para llegar a desayunar a Alvarado con Doña Tella. Esa parada ha sido una visita obligada desde el 2009. Creo que en ningún momento nos hemos arrepentido de la comida, el arroz a la tumbada


el cocktail de camarones,


las quesadillas de jaiba,


el pulpo encebollado,


las tostadas de jaiba y camarones,


y por supuesto, la misma doña Tella quien rgullosa nos muestras los dulces de almendra que también hace y a los que no nos puede invitar porque son parte de un encargo


Su buen humor y su lengua vivaz son, aparte de la buena comida, otra buena razón para ir a verla.

Reconozco la carretera junto al mar, los puestos donde vende camarones,


los anuncios de venta,


los retazos de mar que el monte apenas nos enseña,


y más puestos de fruta y todo lo demás



En Paso del toro paramos a comprar fruta, guanábana, mandarinas, plátanos dominicos, chico zapote



En medio de la nada y entre el ruído de los coches, los puestos ambulantes. Son muchos así a lo largo del camino.
En medio de la ciudad, un ayer, hoy y mañana en las aceras


y un laberinto de cableado


Hoy Xalapa se siente húmeda y fría. Los coches la saturan y el diseño mismo de la ciudad no ayuda a que el tráfico fluya. Pero llegamos con tiempo para ir al museo de antropología y pasar unas dos horas. No hace mucho que estuvimos aquí pero queremos que nuestros amigos lo vean




Las dimensiones de las cabezas toltecas me siguen asombrando,






como la colección de máscaras,


de silbatos e instrumentos musicales,



los juguetes o el uso de la rueda en esos juguetes



y las maravillosas caritas sonrientes



Otras carita sonríe en otro patio



Ese es el patio donde Ramón tiene su taller y donde vamos a verle. Nos sentamos a charlar con él mientras termina un pequeño requinto


y donde sus dedos tejen notas menos tristes que las de ayer. A veces el corazón necesita llorar en voz alta para poderse vaciar y volverse a llenar de luz


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