miércoles, febrero 04, 2015

Centro

El centro de la ciudad es el otro laberinto de tráfico y ruído, idas y venidas, encrucijada de encrucijadas



Ni mejor ni peor que en otras ciudades. Sí con la luz, los sonidos y las formas de Ciudad de México. Unica.
Dejamos el coche cerca del Zócalo y caminamos



hasta llegar allí entrando por la esquina donde siempre hay alguien sentado pidiendo trabajo


y donde la catedral reclama su espacio


Recuerdo que hace un años, cuando estuvimos en la calle de La moneda, además de hacer fotos grabé el espacio sonoro de los mil vendedores ambulantes pero hoy la dejamos de lado


para que nos de tiempo a ver el Templo Mayor y el museo



Siguen excavando y rehabilitando aquí y allá. Hoy no vemos nada nuevo


pero siempre da gusto caminar por ese espacio que habla de tiempo y finitud,  de guerras, triunfos y pérdidas, y de todo lo que en definitiva, es importante para una y muchos pueblos, la espiritualidad y el poder







En el museo vemos la maqueta de lo que fue el Templo ahora que se cumplen 100 años desde que empezaron a trabajar en su recuperación


 y recorremos las salas para admirar una vez más a dioses murciélagos,


representaciones de Tláloc


o máscaras de diferentes partes del país



De siempre me ha gustado este museo


aunque la dejadez de algunas cosas es difícil de justificar. Las dos últimas veces que hemos venido no hemos podido ver la impresionante escultura de Coyolxauhqui que en 2009 o 2010 vi con un magnífico juego de luces y color donde explicaba su historia, las partes de la escultura y todo su significado. Ahi está, sin luz pero igualmente viva,


lo mismo que su contraparte


También ahí el impresionante brasero de Tláloc


y la cúpula y torres de la catedral en la luz del incipiente atardecer con el que nos despedimos del lugar




Volvemos al Zócalo donde también la luz bordonea las aristas de Palacio Nacional


y encuentra la expresión de la niña junto a su padre


El atardecer, como toda la memoria, también está vivo




1 comentario:

Tawaki dijo...

La mejor forma de conocer una ciudad es caminando. En cuanto al museo, estuve seis horas, hasta que cerraron, y no me sobró ni un minuto.