Segundo día que amanece nublado y la primera vez en mucho tiempo que deseo que realmente no llueva. Hay que encargar buen tiempo cuando se viaja y buen tiempo en este caso significa que el sol tiene que salir y que no tiene que llover. Hay que elegirlo porque si no, las palmeras están tristes en la playa
y no se pueden alquilar bicicletas para moverse por la ciudad
Así es, en esta ciudad de al menos 10 millones de habitantes, se pueden alquilar bicicletas. Parece irónico pensando en la locura de tráfico que siempre parece haber y que no hay carriles para bicicletas excepto el que corre paralelo al malecón. Pero me fascina la idea. Además, hasta tienes tu propio mapa de estaciones para recogerlas y volverlas a dejar después
Ha sido uno de esos días que sientes que alguien más dispone de ellos, como si no estuviera en tus manos su control. No hubo muchos paneles que me interesaran hoy y después de dos sesiones decidí volver al hotel. Quería ir a la zona de Santa Teresa pero los planes cambiaron a medida que pasaban las horas y seguía lloviendo. Al fin, en escampado, decidí ir hasta el centro de nuevo y moverme por una zona diferente a la del otro día. No tenía mucho tiempo, si no era la lluvia, el nublado se iba a llevar la luz muy pronto. Tuve suerte durante un rato.
Salí del metro buscando los arcos de Lapa, pero me fui entreteniendo en las calles de alrededor. Más que calles, encrucijadas tal vez, plazas, rotondas, todo lo nuevo y lo viejo reunido. Me impresiona ver edificios como éste, tan abandonados
Ahí están. Perduran en su esqueleto,
junto a los que ya han restaurado
Pasa en Habana, en San Juan, en Cádiz, en Lisboa... en todas esas ciudad junto al mar en las que humedad y abandono cumplen con su labor.
Aunque se vayan recuperando, todavía falta mucho
Tiempo entonces para ver esta imagen así
porque no sería la misma si todo estuviera pulido y de perfecta manicura. Tiempo para seguir viendo esa mezcla de pobreza y riqueza, abandono y posibilidades
Aquí están los arcos de Lapa, una construcción que data de 1.700 y que se hizo para llevar agua del río Carioca al centro de la ciudad
Ya sólo pasa por encima el tranvía que comunica la zona de Santa Teresa con lo alto de la colina. y que ya cogeré otro día. Esta zona no se ve muy segura para caminar sola
Aunque llueva, la vida sigue. Hay que buscarle las vueltas
Dejo la esplanada recorriéndola con la mirada
y sigo caminando hacia la catedral metropolitana dedicada a São Sebastião, un enorme edificio de forma cónica que nunca hubiera imaginado que fuera la catedral, excepto por su cruz al lado y las dimensiones del lugar
Es una construcción de mediados de los 70 en la que caben unas 20.000 persona. Cuando entras te das cuenta de la simplicidad del diseño y de lo impactante que son las cuatro vidrieras que como tiras bordadas recorren los cuatro lados del cono
Muy cerca, otra catedral, pero presbiteriana
con estatuas de tamaño real a la entrada
(¿Será aficción carioca a las estatuas de este tipo?)
Agoto los últimos momentos de luz entre calles que me voy encontrando camino de la Praça Tiradentes. Son poco poco más de las cinco y ya se empiezan a cerrar negocios, a recoger algunos de los puestos de la calles. La noche casi llega
Sigo fascinada con todas esas casas que ya probablemente no tengan la afluencia interior y exterior que en su momento debieron tener
O tal vez sí. Nunca se sabe muy bien en una ciudad así y sin conocerla ni mucho ni de cerca
Poco después empieza a llover y la ciudad se transforma en un festín de charcos, ruido, vendedores de paraguas y en fin, el caos que trae la lluvia.
Al principio caminé como si no importara. Luego esperé un rato mientras tomaba un jugo de mango (de "manga" me dijo la chica y las dos nos reimos). Me empapé como nunca mientras caminaba tratando de encontrar un taxi. Y sí, no soy ni la primera ni la última que diga que dónde están los taxis cuando llueve a cántaros y más se les necesita.
Mejor pensemos en ese exquisito jugo de manga y mango
2 comentarios:
Una maravilla, con esa mezcla de estilos y colores en las fachadas.
Un abrazo.
No parecía tan descabellado lo de alquilar bicicletas...ahora, si no hay ciclovías, es algo más riesgoso.
El esqueleto de edificio me recuerda a los que aún persisten en el Centro Cívico de Santiago...que no los demuelen porque son Monumentos Nacionales pero, a la vez, nadie se quiere hacer cargo de esas propiedades con las restricciones de respetar la fachada.
La Catedral Metropolitana me recuerda alguna pirámide azteca...pero bueno, bien sabida es la estética vanguardista de los arquitectos brasileños (Niemeyer a la cabeza).
Saludos afectuosos, de corazón.
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