A un lado Santiago de la Peña, al otro Tuxpan. Bajo hasta el embarcadero para ver el río
"Aquí le cobro, señorita", me dice el chico que dormita sentado en la silla. "No voy a tomar el bote, sólo quiero ver el río", le digo
Es temprano. El gallo nos despierta y nos levantamos con pereza. Hay que seguir camino. Los niños están impacientes por llegar a Huejutla pero lo primero es lo primero y nos paramos a desayunar junto a esta frutería donde también compramos plátanos y mandarinas
Paramos un momento en el camino. Cerca de estas montañas está Tepetzintla,
un pueblo que conozco de nombre por un conocido son huasteco, El tepetzintleco. Se me hace especial pasar por lugares que reconozco y que asocio con nombres de sones o con músicos que son de esos lugares.
En Tepetzintla viven unos primos de Los brujos y pasamos a saludar. Ese saludo se convierte en un convivir de casi todo un día. Cuando entramos en la casa, el altar ya está listo
Así se acostumbra por aquí. La ofrenda lleva lo que otras muchas, el agua, las flores, la sal, los tamales, la velas, la comida o lo al muerto le gustara en vida. Por supuesto, pan de muerto,
que nunca puede faltar. Éste sólo lo hacen en esta zona
Tampoco puede faltar el copal para purificar el espacio y el camino
La invitacion esta servida. Aunque no hace mucho que desayunamos, despreciar el ofrecimiento de tamales de pipián que Lola ya comenzó a hacer hace tres días ni se puede ni se debe
Su hijo Lalo murió hace dos años. Hoy el altar es para él porque murió de muy joven, sin casarse, sin hijos. Hablamos de él en la mesa y la pena de la ausencia es defícil esconderla y no llorarla
Acompañamos a la familia la panteón, que queda en un alto desde donde se alcanza a ver las montañas que antes vimos desde la carretera
Es el momento de arreglar las tumbas, el día arreglarlas para cuando mañana lleguen las ánimas de los mayore; día de pintar las cruces
para que lo encuentren todo vestido de límpio para ellos, el purpurina como preferencia
Cuando volvemos a casa, la invitación para ver preparar el zacahuil de olla para la comida-cena también está servida. Han venido a ayudar a Lola y ahí están preparando ya la masa, el pollo y la salsa hecha a base de chile sobre las hojas de plátano, "que generalmente son a cinco pero por ser las fechas las dan a ocho y yo las he conseguido a cuatro", me dice la chica que también ayuda
Después de atado,
a la olla
Cuando le pregunto a la señora con quién aprendió a hacerlo, me dice que ella, que allí todo el mundo sabe cómo hacerlo
Cuando le pregunto su nombre, baja el tono de voz , sonríe y dice, Santa Cruz Cruz. Ella es.
Después comienza la celebración,
música y baile para celebrar a Lalo. Según cuentan, tenían un talento especial para la danza y bailaba como ninguno. Isabel y Germán afinan sus sones
y aunque él ya no está aquí para bailarlos, su hermano y su mamá lo hacen por y para él
Y por todo eso más tarde se abre el zacahuil y se comparte
como se comparte la música y la vida.
domingo, octubre 31, 2010
sábado, octubre 30, 2010
De D.F. a Tuxpan, viaje y música
Querer salir de las ciudades cuando hay puente parece ser algo bastante generalizado. Especialmente en fechas en las que por una u otra razón se quiere volver a los lugares de origen. Regresar a la raíz es vital para las sociedades de desplazados que somos. En estas fechas, en el día de Todos los Santos o en Xantolo, vividos de una u otra forma, celebrar a nuestros muertos es esa raíz. Los rituales construyen nuestro propio tiempo y en esos rituales nos reconocemos como lo que somos.
Este año me toca vivir todo eso en un lugar muy distinto. Vamos hacia la Huasteca. Anticipamos el viaje para ir a Tuxpan, en el norte de Veracruz. Los amigos músicos con los que viajo, Los brujos de Huejutla, tocan esta noche en un encuentro de huapangueros.
Pero déjame volver atrás por un momento, a la mañana, a los paisajes que saliendo de la Ciudad de México te hacen olvidar el tráfico y los atascos,
a las montañas que te dejan respirar
La huasteca es una zona que ocupa varios estados de México, el norte de Veracruz, Hidalgo, San Luis Potosí, Puebla, sur de Tamaulipas y Querétaro. Aunque con mucho en común a nivel cultural, la variada geografía étnica (y también cultural) es es la misma que caracteriza a muchas partes de México. Lo mismo parece se aplicable a la riqueza de recursos y la pobreza en infraestructura y desarrollo
Después de siete horas de viaje, la última parte por carreteras de muchas curvas y muchos topes en la carretera, nos detenemos por un momento a contemplar el cielo del atardecer
antes de llegar prácticamente de noche a Santiago de la Peña.
Hace calor. Es esa hora de niños agotando las horas de luz en el parque, la gente que poco a poco se va reuniendo para el encuentro. Buscamos el lugar y poco después nos unimos al público que animado espera a que comience el espectáculo. No es sólo música. Hay tríos huastecos, pero también hay grupos de danzas, algunos del lugar y otros de más lejos. Abren el encuentro un grupo de baile danzando al estilo de la Huasteca veracruzana
y les sigue un trío de Morelos, Los cómplices
Al lado de los músicos está la tarima donde público u otras parejas pueden subir a bailar
Las danzas se van intercalando
entre los tríos. Ahí Los brujos de Huejutla
y otros grupos de baile
para completar el cuadro de trajes y estilos de cada huasteca
Cuando todo termina, la huapangueada y la trova comienza. Los micrófonos se quitan y los músicos tocan para ellos y para la gente que se queda precisamente para eso, para disfrutar lo que ellos sienten que es más real, que no es espectáculo ya sino compartir mano a mano
Algunos bailarines se quedan y piden sus sones favoritos para bailarlos
Es la hora de improvisar, añadirse al grupo que toca, cantar los versos con más albures. Es la hora de compartir, ser espectador o partícipe. Los límites sólos los establece uno mismo.
Este año me toca vivir todo eso en un lugar muy distinto. Vamos hacia la Huasteca. Anticipamos el viaje para ir a Tuxpan, en el norte de Veracruz. Los amigos músicos con los que viajo, Los brujos de Huejutla, tocan esta noche en un encuentro de huapangueros.
Pero déjame volver atrás por un momento, a la mañana, a los paisajes que saliendo de la Ciudad de México te hacen olvidar el tráfico y los atascos,
a las montañas que te dejan respirar
La huasteca es una zona que ocupa varios estados de México, el norte de Veracruz, Hidalgo, San Luis Potosí, Puebla, sur de Tamaulipas y Querétaro. Aunque con mucho en común a nivel cultural, la variada geografía étnica (y también cultural) es es la misma que caracteriza a muchas partes de México. Lo mismo parece se aplicable a la riqueza de recursos y la pobreza en infraestructura y desarrollo
Después de siete horas de viaje, la última parte por carreteras de muchas curvas y muchos topes en la carretera, nos detenemos por un momento a contemplar el cielo del atardecer
antes de llegar prácticamente de noche a Santiago de la Peña.
Hace calor. Es esa hora de niños agotando las horas de luz en el parque, la gente que poco a poco se va reuniendo para el encuentro. Buscamos el lugar y poco después nos unimos al público que animado espera a que comience el espectáculo. No es sólo música. Hay tríos huastecos, pero también hay grupos de danzas, algunos del lugar y otros de más lejos. Abren el encuentro un grupo de baile danzando al estilo de la Huasteca veracruzana
y les sigue un trío de Morelos, Los cómplices
Al lado de los músicos está la tarima donde público u otras parejas pueden subir a bailar
Las danzas se van intercalando
entre los tríos. Ahí Los brujos de Huejutla
y otros grupos de baile
para completar el cuadro de trajes y estilos de cada huasteca
Cuando todo termina, la huapangueada y la trova comienza. Los micrófonos se quitan y los músicos tocan para ellos y para la gente que se queda precisamente para eso, para disfrutar lo que ellos sienten que es más real, que no es espectáculo ya sino compartir mano a mano
Algunos bailarines se quedan y piden sus sones favoritos para bailarlos
Es la hora de improvisar, añadirse al grupo que toca, cantar los versos con más albures. Es la hora de compartir, ser espectador o partícipe. Los límites sólos los establece uno mismo.
viernes, octubre 29, 2010
De ofrendas y altares de muertos
"Tiene que haber sal, flores, pan de muerto. Tiene que haber agua y bebida, el licor que a ellos les gustara. Las flores no pueden faltar, ni las velas. Por supuesto que tampoco la comida. La gente prefiere las guayabas, por el olor que desprenden. Yo prefiero las mandarinas. Unas manzanitas también".
Anoche colocamos nuestro altar de muertos, sus fotografías, las ofrendas en su honor.
Hoy nos acercamos hasta la universidad donde C. da clases y ahí están, en una oficina, en un pasillo
Ahí sus coca-colas, sus dulces preferidos, sus flores, el licor de la alegría y el desenfado, la sal que condimenta alimentos y vida, el agua para aliviar la sed acumulada en el camino,
Ahí las catrinas vestidas con sus mejores galas
Wikipedia dice de La Catrina que fue creada para hacer una representación metafórica de la clase social alta de México antes de la revolución mexicana; que posteriormente se convirtió en símbolo oficial de la muerte para el Día de muertos. "El mexicano se burla de la muerte y juega", dice. Más que burlarse de la muerte, creo que la mira de frente. Igual que nosotros llevamos flores a la tumba de nuestros muertos y vamos a visitarlos al cementerio, ellos elaboran sus altares y hablan con y de ellos.
Es una forma de hacer visible el silencio de nuestras conversaciones con quienes ya se fueron, compartirlo, crear otro camino
Pero sorprende que en el patio de uno de los edificios de la universidad haya ese despliegue de altares y ofrendas
Desde arriba se ven así. Luego, a su nivel, el detalle empieza a ser más claro. Éste es para los niñitos, que llegan en la madrugada del día 1 porque sus ánimas son más rápidas y llegan antes.
Ahí sus juguetes, sus caprichos y golosinas,
la calaca de la ilusión
El olor del copal es delicioso. Arde y purifica el altar y a los propios muertos. Crea otro espacio para la ofrenda,
ahí junto a la alfombra de pétalos de cempaxuchitl, la flor de doscientos pétalos que aparece en casi todas las ofrendas.
Me impresiona ver ésta. No sé si se lee bien el arco, pero dice "Bienvenido a Ciudad Juárez"
Tal vez la tristeza de este altar resuma lo que está pasando en muchas partes del país,
casas y campos rotos, juguetes partidos, muerte y vacío
Para estas niñas su calabaza en tacha, guayabas, tortillas, azúcares,
la vela que es luz y vida, que ilumina el camino para facilitar su llegada
Y para cambiar de tono, la ofrenda a los actores del cine de oro mexicano, con personajes incluidos
Altares de vida para muertos,
altares para todos porque todos somos diferentes
y un tamal porque es lo que se come y se comparte en estos días
Para cuando llegamos, ya sólo quedan de dulce
Tributo a los difuntos y reencuentro con el pasado. Hasta aquí llegarán las ánimas para disfrutar de lo que prefirieron en vida.
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