Desperté escuchando el mar, pisando arena de agua y sal. Un sol tamizado y una luz húmeda me llevaron al sur. "Los puntos cardinales son relativos", me dices.
Cuando salí, era otra la humedad de mi calle. Algunos pájaros me acompañaron en el camino. "Ya cuentan", te digo.
No había mar ni arena pero la luz de invierno no dolía.
"Ven, siéntate a mi lado. Déjame que te lleve de la mano mientras encuentro el infinito blanco del silencio"
"¿No tengo que acallar la prisa para entender el silencio?"