Desperté escuchando el mar, pisando arena de agua y sal. Un sol tamizado y una luz húmeda me llevaron al sur. "Los puntos cardinales son relativos", me dices.
Cuando salí, era otra la humedad de mi calle. Algunos pájaros me acompañaron en el camino. "Ya cuentan", te digo.
No había mar ni arena pero la luz de invierno no dolía.
"Ven, siéntate a mi lado. Déjame que te lleve de la mano mientras encuentro el infinito blanco del silencio"
"¿No tengo que acallar la prisa para entender el silencio?"
6 comentarios:
Qué chulo este post. Me ha tranquilizado, llevo días nerviosa. Gracias, hada madrina.
sí, acallar la prisa y sentir el paisaje nevado, precioso..
besos
Hoy está nevando (timidamente) aqui Raquel. Nada que envidie esa silla solitaria. Un placer volver a leerte. Un besote
Aquí otra que, como Dintel, lleva días bastante alterada...
Pero, claro, es que en mi terruño no nieva pero el viento sopla que es un contento. Y ya sabes lo que dicen sobre las gentes que viven bajo el influjo de fuertes ventoleras, ¿no?
;)
Está siendo un año muy nevado, por lo que parece. En el Pirineo llevaban décadas sin acumular tanto grueso de nieve. Y un amigo mío que vive en Berlín me comentaba lo mismo ayer...
Esperemos, pues, que sea año de bienes.
:)
Besotes mil
Esa silla debe estar bien fresquita. Me dejaste pensando con lo de los puntos cardinales.
Voy escuchando las diferentes melodías mientras te leo lo atrasado y admiro las fotos.
Un momento delicioso, Raquel.
Y por aquí no para de llover, pero ya se nota que los día duran más y la luz es más brillante...
Un beso,
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