lunes, diciembre 21, 2009

Su gente

Encuentro la ciudad con esa intimidad que no tiene en el verano. ¡Tanto recuerdos de verano! Luz, días largos, noche tardías, calles repletas de conversaciones y murmullos. Todo se siente muy distinto ahora. Llueve

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Salgo poco antes de que anochezca. El motivo navideño de este año es un árbol que decidieron hacer a semejanta del gigante de la Ciudad de México, aunque, afortunadamente, en dimensiones más reducidas

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Estos motivos siempre me desubican.
Las luces empiezan a asomar poco después de las seis. Por supuesto, no falta el mensaje en lo alto de la grúa, el constante recuerdo de estas fechas

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Así que agradezco el paseo con amiga T., la mirada tendida a otras calles por las que también otros pasean

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La calma de los pasos contrasta con la conversación. No hay pausa. Hay que contarse, recontarse, inventar, volver a escucharse, contemplar, descubrir juntas.

Ya hay luces cuando volvemos a pasar por la plaza

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y seguimos camino. Otros reencuentros nos esperaban. Inesperado y especial. Intimidades que el invierno regala. La ciudad la construye su gente.


7 comentarios:

Alegría dijo...

Aprovechar el tiempo, exprimirlo. Mirar hacia todos los lados y no perder ni un fragmento de luz natural, artificial. Es preciosa, sí. Un beso.

Tawaki dijo...

Tengo ganas de volver por allá, pero esperaré a que pase el frío.

Abrazos.

Irreverens dijo...

Veo que estamos todos lluviosos. Aquí llevamos 3 días de aguaceros constantes. Ojalá fuera nieve.
:P

Fernando García Pañeda dijo...

Esa es la plaza más hermosa del mundo. Lo siento por quien no opine así: está equivocado; no todo es relativo.

Raquel dijo...

Alegría,
no perder ni un fragmento... sí.
Un besote.

Tawaki,
pero si estos pocos grados son nada...
Abrazos también para ti.

Irreverens,
me parece que vas a tener que volver a la montaña para vivir esa nieve. Hoy sigue lloviendo. Esperemos que los días nos den una tregua.
Besotes!

Fernando,
ja, ja, ja!!! Genial. Y efectivamente, no todo es relativo.

dintel dijo...

Mi estimada Salamanca. Añoro esa ciudad!

Raquel dijo...

¡Y esos pinchitos de erizo!