Hoy solo vamos a ver el harén, que por si solo merece la pena dedicarle unas dos horas. No conserva ni muebles ni objetos, pero el edificio en sí, o más bien la decoración interior es lo que realmente merece la pena. Süleyman el Magnífico (1520-1566) fue quien construyó muchas de las 300 habitaciones que originalmente tuvo. Otras fueron añadidas o reconstruídas en años posteriores. Parece que un fuego en 1965 destruyó bastante de este complejo que fue reconstruido por Mehmet IV y otros sultanes posteriores.
En realidad, el harén era la residencia del sultán y su familia. Hoy vemos patios, habitaciones privadas, espacios comunes. Hay partes que todavía no están restauradas. La caminata es muy agradable. Después de pasar por el primer patio donde residían los eunucos negros, pasamos por el patio de las concubinas
Como en otras casas tradicionales musulmanas, esta también tenía dos partes, una dedicada a actos sociales y comerciales, otra para la vida privada y familiar, que es la que prácticamente recorremos hoy. Lo más impresionante son las paredes forradas con azulejos en practicamente todas las habitaciones privadas y comunes
Los patios eran parte del complejo. Este, por ejemplo, en uno de los edificios centrales, es el patio de la madre del sultán
Los edificios dentro del palacio e incluso del harén estaban organizados por jerarquías. La reina madre era una figura central en la vida privada y política. Tenía poder político y bastante influencia sobre el sultán. Tenía influencia tanto en decisiones gubernamentales como en la selección de las concubinas. Tenía sus propias habitaciones,
lo mismo que el sultán, que aparte de sus aposentos exclusivos para él, tenía la habitación que compartía con sus esposas
Tambin tenían sus propias habitaciones los príncipes y princesas, educados en la disciplina del imperio otomano hasta que eran adultos, momento en que eran enviados a diferentes provincias de Anatolia a gobernar. Parece que a partir del siglo XVII las princesas vivieron en el harén ya que empezaron a tener voz en asuntos administrativos. Sus habitaciones son una belleza y mis fotos no hacen justicia al espacio, su luz y el trabajo decorativo
Las favoritas del sultán también tenían su propio jardín
Las mujeres que vivian en el haren tenían que ser extrajeras ya que el Islam no reconoce esclavos musulmanes, cristianos o judíos. Entraban en el harén de niñas y eran llevadas al harén como esclavas, vendidas por sus padres por un buen precio o entregadas como regalo por nobles o pudientes. Eran educadas para que conocieran las culturas turca y musulmana, aprendían la lengua, a maquillarse, vestirse, comportarse, tocar música, leer, escribir, bordar y bailar. Pasaban después por una escalera de poder social: primero eran damas de compañía de las concubinas del sultan y sus hijos, luego de la madre del sultan y si llegaban a ser las mejores, del mismo sultan. Si el sultán las elegía se convertían en favoritas. Si se quedaban embarazadas, asumían el título de esposa oficial.
Desde ese jardín se ve el Bósforo y parte de la ciudad
Las mujeres que vivian en el haren tenían que ser extrajeras ya que el Islam no reconoce esclavos musulmanes, cristianos o judíos. Entraban en el harén de niñas y eran llevadas al harén como esclavas, vendidas por sus padres por un buen precio o entregadas como regalo por nobles o pudientes. Eran educadas para que conocieran las culturas turca y musulmana, aprendían la lengua, a maquillarse, vestirse, comportarse, tocar música, leer, escribir, bordar y bailar. Pasaban después por una escalera de poder social: primero eran damas de compañía de las concubinas del sultan y sus hijos, luego de la madre del sultan y si llegaban a ser las mejores, del mismo sultan. Si el sultán las elegía se convertían en favoritas. Si se quedaban embarazadas, asumían el título de esposa oficial.
Desde ese jardín se ve el Bósforo y parte de la ciudad
Desde ese jardín nos despedimos del harén y de las historias de sultanes, sucesiones al trono, luchas de poder, luchas entre las esposas para que sus hijos ascendieran al trono.
En la parte exterior también mantuvieron el gusto por los azulejos y la armonía de espacio y color
Muy cerca del palacio está el Museo de arqueología. En pocos minutos pasamos de una historia a otra diferente aunque la necesidad humana de preservar memorias e historia es siempre la misma. También la necesidad de guardar a nuestros muertos con pompa y circunstancia. El primer piso del museo está prácticamente dedicado a necrópolis y sarcófagos
En los otros dos pisos, restos de las múltiples civilizaciones que durante los siglos han ocupado Turquía
Agradecemos la luz al salir, el sol, el bullicio de la ciudad viva
Esta es la zona más turística de Estambul. Las tiendas de recuerdos se suceden, lo mismo que los restaurantes y las tiendas de alfombras. Como en Perú y en Egipto, también aquí las tiendas atraen al comprador con alguien que trabaja en el telar ahí mismo
Antes de ir al mercado entramos en La cisterna de la basílica, otro de los lugares obligados en la parte histórica de Estambul. La cisterna se construyó en el siglo VI durante el reinado de Justiniano. El agua que se recogía y guardaba en la cisterna la traían del bosque de Belgran, a unos 20 kilómetros de la ciudad. En 1985 fueron restauradas y abiertas al público. Tuvimos que esperar un rato para recorrer y vivir el espacio en calma, escuchar y sentir el agua caer
A la salida, de nuevo agradecemos la luz y el caminar en esta ciudad que se siente viva
Nos entremezclamos con su gente y caminamos buscando otro pulso
1 comentario:
Qué maravilla de ciudad! Yo sólo tuve un par de horas para ver alguna mezquita y para dar un paseo por el Bósforo porque fui a trabajar.
Viendo tus entradas me han dado ganas de volver.
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