Cuando salimos de la ciudad es cuando nos relajamos un poco. (Asomarse al tráfico de D.F. es ver un pedazo de selva.) La verdad es que la nitidez del aire y del espacio te hace pensar si hace un rato estábamos donde estábamos, en el alboroto y desorden de tráfico, aceras rotas, vendedores ambulantes, puestos de comida, ruido, ruido. Ahora no
Aunque un poco más allá los carteles ya anuncien los restaurantes de carretera, los de barbacoa y mixotes,
los de chinicuiles
O no me había fijado o no me acordaba de lo que eran los chinicuiles, los gusanos del maguey
La foto la hice cuando paramos a desayunar después de pasar el acueducto,
El lugar (Las bóvedas) está vació. También aquí la especialidad es la barbacoa y la verdad es que está buenísima, tanto en tacos como en taquitos dorados. Damos la bienvenida a esa maravillosa costumbre de comenzar el desayuno con fruta, con papaya y melon, con café de olla en el que vuelvo a saborear lo dulce de la canela
Al salir nos paramos un momento a mirar el volcán antes de seguir camino
para atravesar paisajes que a excepción del maguey, me recuerdan a la meseta de Castilla y León, a Salamanca
Poco después, todo cambia
y la carretera fácil sin topes, baches, camiones y esperas se nos termina
Otro tipo de fascinaciones llega
Todo está más verde de lo que recordábamos y una vez que subimos a las montañas, los paisajes son espectaculares . El paso por los pueblos es lento, pero eso nos deja robarles pequeñísimo instantes
y asombrarnos con esas cosas del camino. Made in Mexico
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