Vivir

La percepción del tiempo, los sabores y los olores son algunas de las coordenadas que en los lugares pequeños son más fáciles de reconocer. Todo cambia un poco más despacio y esa permanencia nos deja movernos en una línea temporal y sensorial más cercana. Por mucho que cambien estos caminos, sus estaciones, como nuestros pasos, se repiten en ellos

Esa repetición convoca memorias y alimenta recuerdos. 

Es una forma de vida también. Hay quienes se mueven de un lugar a otro sin descanso. Hay quienes prefieren volver a caminar las mismas sendas

De una u otra manera, la vida se alimenta de memorias

Pensando que tal vez esta sea el última entrada del año, miro a lo lejos,

a lo alto

y al lado del camino

En mis recuerdos siempre hay personas, seres muy queridos que me inspiran y dan fuerza. Son parte de la esperanza que siento en la vida y forman parte de la ilusión de mi camino. Para ellos y por ellos también sigo mirando hacia adelante

Estamos aquí y vivir es el regalo más hermoso.

Llena ahora

Todavía aquí se escucha la fuente pero los gatos ya se esconden: sienten la noche y le roban una última mirada a la luz. Más allá hay silencio.

Se anuncia

Acompaña al camino de tierra que sabio ordena el ritmo de los pasos

y decide el momento en que la rendija del tiempo se deja rozar

A ambos lados,

el destino es el ahora

Otros pasos

Siempre me ha gustado la niebla. Reconstruye el espacio y crea otra forma de mirar y sentir.
Hoy despierta así Salamanca

Llegamos temprano y nos da tiempo a ver cómo, poco a poco, el sol la va vistiendo

Las ciudades tienen colores. Son blancas, grises, oscuras, claras, brillantes, rojas, multicolor. Salamanca es dorada. Es difícil no pensarla de esa manera

Como siempre, me encanta poder caminarla y llegar a los sitios sin necesidad de moverme con coche o transporte público. Esa es una de las cosas que echo de menos en Madison. Eso y caminar calles como éstas

Claro que no me gustaría perder los espacios verdes de allí así que, mejor disfrutar de cada ciudad tal y como

Casa

Hace dos años volé el día 24. La idea era llegar a comer a casa el día 25 pero una nevada y muchas complicaciones después convirtieron el vuelo en una pesadilla de esperas y destinos que no tenían mucho que ver con la ruta original Chicago-Madrid en vuelo directo. Este año, viajando el 23 y con tres vuelos con conexiones muy cortas, no las tenía mucho conmigo. Hubo suerte.

 Llegar a casa compensa,

aunque no haya sol, aunque despertemos a un día de lluvia. Es el pueblo, su silencio, la calle vacía, el espacio de siempre. Bueno, con algunas novedades. En esta plaza, hace años construyeron un edificio con la intención de ser una sindical. Se utilizó poco y pasó a formar parte de los lugares vacíos que se van desmoronando poco a poco. Hace poco la quitaron y aunque el contenedor todavía esté ahí, el espacio, definitivamente, ha ganado mucho

Al atardecer, a poco de salir la luna,

la volvemos a ver

El paseo de hoy nos lleva a la parte baja del pueblo

Le ganamos los pasos a la luz

y nos da tiempo a llegar hasta la fuente de Los mártires, por donde el sol se pierde y la luz siempre se hace más grande

Llegar a casa compensa

Hoy con sol

El día más corto del año que despierta con luz no se siente corto

Hoy vuelve la ciudad a su ritmo después de la impresionante nevada de ayer, los esfuerzos para limpiar y abrir caminos, los coches que se quedan atascados... Tanta y tanta de un golpe. Es la naturaleza con toda su fuerza. Ella decide. ¿Nosotros? Podemos prevenir y defendernos pero sus caprichos no se pueden ignorar

Por eso, no me resisto a hacer alguna foto antes de quitar la nieve de la parte de atrás

Los árboles más pequeños son los que más han sufrido

Tal vez se recuperen. No lo sé. Todo el agua que esta nieve deja alimentará las raíces. Mientras, la geografía del frío ha llegado para quedarse