El mismo día que terminó el curso de música volvimos a Lagunilla. Aunque cansados, llegar a casa y a sus noches de verano es un maravilloso regalo. A las dos de la mañana ya se confunden las líneas de luces y sombras. Enredado en ellas, el silencio sostiene un abrazo de bienvenida.
Era el final del fin de semana y el comienzo de la semana de fiestas. El pueblo lleno, las casas acogiendo a muchos, noches larguísimas y días para el reencuentro. España se viste de fiesta en esta época y en lugares pequeños como éste, muchos retazos de historia se construyen desde las vivencias de estos días.
Hay cosas en las que no he participado estos días pero lo que no quería perderme hoy era el mercadillo que pusieron en la plaza
Gastronomía y artesanías son un buen indicativo de las culturas y hubo una buena muestra de productos de la región. Me dio mucho gusto ver el puesto de la quesería de El Cuco, de donde siempre llevo queso a Madison,
o el de Miguel Ángel, un joven carpintero de El Cerro, un pueblo a cinco kilómetros de Lagunilla
Aunque no conozca a muchos otros, igual me gusta ver y probar estos quesos de cabra de Santomez, de Santibañez de la Sierra
y recorrer otros puestos con productos ecológicos,
cestos de la cestería Manuel Barragán de Montemayor del Río,
y el puesto de juguetes de madera,
vino de Valdeherreros,
castañas en almíbar y crema de castañas de El Cerro
Terminamos el circuito en el puesto de almendras garrapiñadas
y de hortalizas y vegetales ecológicos
Aunque no haya puesto fotos de la gente que estaba en el mercadillo, vimos a muchos conocidos
antes de pasar por la panadería a comprar un colón, que aunque no estuviera en la muestra gastronómica, bien hubiera podido estar.
Muchas veces dicen los extranjeros que vienen a España que los españoles hablamos muy alto, a voces. La verdad es que agradecemos el silencio que salir de la plaza nos deja mientras por un momento nos paramos a ver la casa que todavía mantiene la puerta original de lo que probablemtne fuera el casillón cuando se construyó la casa
A última hora de la mañana cumplimos con una de las costumbres que tanto se disfruta en el verano, salir a tomar una caña. Hoy toca con personajes maravillosos que ya saben participar de conversaciones
Subimos al Vallejo y allí compartimos también un rato con Juan Manuel
y Marisol,
personas con las que siempre es especial estar y con las que, aunque no nos podamos ver muy a menudo, hemos ido creando un hilo largo de amistad.
Es el pueblo y es su verano, es el desenfando, el reencuentro