Día de iglesia, helados y huapango
Es escuchar una mundo nuevo en este territorio de domingo en el que la música suena pero no hay voces ni gritos. Las conversaciones son calladas, las voces suaves y todos parecen estar a lo suyo, quien mira mira, quien limpia botas las limpia, quien toma un lechero lo toma.
Los pequeños restaurantes de la plaza están llenos. Pienso en Lagunilla, el antes, los domingos después de misa, o por la tarde. Era el día especial, cuando se salía, cuando gastabas la paga. Pienso en otras muchas cosas que ni siquiera yo ha vivido y mamá cuenta.
Y sobre todo, es día de mercado. No solo están ahí los puestos que cada día veo sino muchos otros
Hay que abastecerse para la semana y ahora es el momento. Chiles, cilantro, pan, queso salado


Zacahuil, aguacates, coco, pemoles... ¿Qué desea?
Día de estar en familia, tal vez acercarse al centro, caminar, ver
Hoy también vuelvo a ver al señor que día tras día coloca su mercancía en su coche,
y algo que es nuevo, este servicio de paquetería que no sé si se hace porque enfrente hay una almacén grande, o si es para hacer más fácil el moverse de acá para allá en el mercado
Luego lo familiar casi mientras camino para coger el autobús e ir a casa de don Luis.
No hay duda de que ya llega Xantolo y no hay duda de que a don Luis Maqueda sigue disfrutando tocando su violín
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