El tren de Cusco a Machu Picchu sale a las 7 de la mañana. La estación está llena. Somos muchos los que queremos conocer la ciudad escondida de los incas. Hace frío y sólo cuando el sol levante ese frío se escapará de entre las manos.
Las cinco horas de viaje pasan rápido. Dejamos un Cusco que se despereza y nos adentramos en la madrugada de los campos
en su sequedad de altura
El cambio de color no tarda en llegar
mientras dejamos atrás pueblecitos de adobe camino de Parahoy
Para cuando llegamos a Pachar, cerca ya de Ollantaytambo, nos unimos al curso del río Urubamba
A partir de ahí, verdes y ocres tejen un maravilloso tejido de cultivos, agua, vegetación, campo
A partir de ahí me dejo llevar por esa corriente de agua en su conjunción con montañas
o quebradas
Las montañas y los picos nevados a lo lejos son punto de referencia e imán
mientras el río se calma o se estremece, siempre vivo
Río, tierra y montaña, elementos de vida y centro en los Andes. Naturaleza viva y respetada que generosa agradece y entrega; aire, tierra y montañas entrelazados por la serpiente del río
El tren se mueve lento pero dentro de nada llegaremos a destino
2 comentarios:
Me da pena no poder subir la segunda parte de esta entrada hoy. En cuanto pueda lo hago, aunque los próximos días van a ser muy liados. Mañana volvemos a Lima.
Ya lo harás, no te estreses, Raquelita.
:D
¡Qué bonito poder realizar ese trayecto en tren!
Sigue disfrutándolo y ya nos contarás cuando puedas.
Besotes
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