Comenzamos el 2009
vínculo de pasión
un destino y una búsqueda en cada día
Lo mejor para este año,
para y por todo,
para todos.
miércoles, diciembre 31, 2008
martes, diciembre 30, 2008
Dos fases
Levanta la niebla de la mañana dejando un cielo límpido
Se clava en la hondonada
y deja que lo más alto mire a lo lejos
Salamanca y Extremadura se juntan en este pequeño rincón del mundo,
roble y pino, olivo y vid, castaño, encina y alcornoque.
La carretera serpentea hasta encontrar la otra más grande y ancha, y ahí todo cambia. Otro mundo en su niebla de hoy creando otras formas,
modelando pueblos que tan diferentes se tejen bajo el pañuelo de su presencia
Más tarde irían aclarando
(De Lagunilla a El Cerro. De Puerto a Béjar).
Se clava en la hondonada
y deja que lo más alto mire a lo lejos
Salamanca y Extremadura se juntan en este pequeño rincón del mundo,
roble y pino, olivo y vid, castaño, encina y alcornoque.
La carretera serpentea hasta encontrar la otra más grande y ancha, y ahí todo cambia. Otro mundo en su niebla de hoy creando otras formas,
modelando pueblos que tan diferentes se tejen bajo el pañuelo de su presencia
Más tarde irían aclarando
(De Lagunilla a El Cerro. De Puerto a Béjar).
lunes, diciembre 29, 2008
domingo, diciembre 28, 2008
El agua al medio
Siempre es bonito estar en el pueblo. Hay silencio al despertar, mucho por las noches. Es un silencio acogedor.
Bonito estar aquí, aunque los días siempre pasan demasiado deprisa, las horas como parpadeos. Siempre algo que hacer y cuando no, el estar juntos ya es perfecto.
El abuelo construyó tres casas, una para él y la abuela y otras dos para sus hijos. Las tres casas estaban juntas, un jardín común en la parte de atrás.
Durante muchos años vivimos en esas tres casas, hasta que papa y mamá decidieron construir un espacio para cada uno de nosotros. Se mantuvo la estructura original y se levantaron otras tres viviendas. Ahora tenemos un apartamento cada uno y eso nos ayuda a estar juntos a la vez que tenemos independencia.
Nos buscamos. A veces hasta tenemos que planear lo que vamos a hacer a lo largo del día para que nos de tiempo a hacer todo lo que se nos antoja hacer juntos.
Excepto del paseo, no tengo fotos del resto de lo cotidiano. Vuelvo a llevaros por caminos que ya conocéis
Bonito estar aquí, aunque los días siempre pasan demasiado deprisa, las horas como parpadeos. Siempre algo que hacer y cuando no, el estar juntos ya es perfecto.
El abuelo construyó tres casas, una para él y la abuela y otras dos para sus hijos. Las tres casas estaban juntas, un jardín común en la parte de atrás.
Durante muchos años vivimos en esas tres casas, hasta que papa y mamá decidieron construir un espacio para cada uno de nosotros. Se mantuvo la estructura original y se levantaron otras tres viviendas. Ahora tenemos un apartamento cada uno y eso nos ayuda a estar juntos a la vez que tenemos independencia.
Nos buscamos. A veces hasta tenemos que planear lo que vamos a hacer a lo largo del día para que nos de tiempo a hacer todo lo que se nos antoja hacer juntos.
Excepto del paseo, no tengo fotos del resto de lo cotidiano. Vuelvo a llevaros por caminos que ya conocéis
El cielo de hojalata de hoy abre por fin alguna ranura por donde la luz se cuela dibujando las siluetas de su contraluces
A estas horas todavía se pueden ver los campos de la bajada a Extremadura aunque
los colores de atardecer ya asoman
Vivo este paisaje entre dos estaciones, invierno y verano, ramas copiosas o vacías, verdes o marrones. Es época de robles
y castaños desnudos sobre su alfombra de hojas caídas o erizos abiertos
Vamos hasta la zona que llaman “Al agua el medio” pero hemos subido por un camino distinto. Podíamos haber dado más rodeo pero esta imagen se convierte en imán
y el resto del paseo es así,
con esa luz entre girones y un cielo juguetón
Desde el sendero se ve el valle y aunque la foto no pueda ser testigo,
hasta se alcanzan a ver los campos de olivo. La imagen tampoco es testigo del olor a brezo y retama. Por eso, cuando ya la luz se adormece
nosotros también nos fundimos entre su silencio.
Luego asoman otras luces
sábado, diciembre 27, 2008
Un buzón
¿Quieres ver el mejor buzón del pueblo?
Mira
Además, hasta despista cuando lo miras desde otra perspectva
Mira
Además, hasta despista cuando lo miras desde otra perspectva
viernes, diciembre 26, 2008
Cada uno
Amable el sol de invierno jugando texturas de escarcha
al despertar sobre la hojaAmable la luz jugando el juego de la belleza,
natural,
Ahí me pregunto si será cierto lo que dice Pesssoa, que nunca amamos a nadie, que amamos solamente a la idea que nos hacemos de alguien, a un concepto nuestro y por tanto, a nosotros mismos.
¿Será así?
La misma idea vuelve a rondarme mientras vamos desde el pueblo a la ciudad y el camino anda engalanado de luz
Entiendo el día y la luz desde mi forma de entender y sentir. La belleza es siempre relativa y cada uno la vive y la siente de forma diferente.
¿Cómo sería el respirar del día desde el mismo día? ¿Qué nos contaría si pudiera hablar? ¿Cómo el árbol, su raíz?
Magnífica la naturaleza, la vida y nuestra vivencia, poder proyectar el interior, extender nuestras manos, caminar su tiempo
y ser testigos de la amabilidad de lo más simple, el sol de invierno sobre el prado, el eterno juego de la belleza y la hermusura del momento,
tal vez lo más simple.
martes, diciembre 23, 2008
En Lagunilla
Hemos visto cómo Lagunilla ha ido cambiando con los años. Afortunadamente, los cambios no han sido tan radicales como en otras partes. Sí, las casas han cambiado pero mucho sigue siendo igual. Algunos vecinos ya no están, unos han muerto, otros se han ido a vivir a otro lugar; pero muchos siguen ahí, la señora Pilar, Reme y Agustín, Horten, la señora Margari, Luisa un poco más allá.
Aunque reestructurada, seguimos llegando a la misma casa donde nacimos. Tener a papá y mamá con nosotros es realmente esencial, el centro, la certeza de abrazo y acogida, la casa.
Aquí estoy. Llegamos tarde, de madrugada, cuando las estrellas brillaban tanto que hasta casi podías inventar su transparencia de luna grande y espejo. Olor a noche clara de invierno.
Hoy despierto entre un silencio de mañana que me sorprende, y lo hago a una luz que respira entre tejados
y árboles que se desperezan tranquilos
El día se desliza con un sentido de pertenencia inigualable, cada minuto en su afán, su sentido, la luz jugando entre chimeneas y picos blancos de las montañas de la sierra a lo lejos
La casa huele a horno caliente, a naranjas, almendras, nueces, azúcar con canela. El sol y la luminosidad del día construyen el otro elemento de equilibrio.
Por la tarde, cuando el sol roza suave la montaña,
sabemos que es la hora del paseo
Vamos hasta la fuente de Los Mártires, la del camino que lleva a Extremadura por la carretera de los olivos
Cielo nítido y colores inesperados cuando aún las siluetas se distinguen y el pastor camina presto
Agotamos los momentos mientras la luz recorre el valle anunciando la noche y los tintes crean una vez más un tapiz extraordinario
antes de regresar a la casa
Aunque reestructurada, seguimos llegando a la misma casa donde nacimos. Tener a papá y mamá con nosotros es realmente esencial, el centro, la certeza de abrazo y acogida, la casa.
Aquí estoy. Llegamos tarde, de madrugada, cuando las estrellas brillaban tanto que hasta casi podías inventar su transparencia de luna grande y espejo. Olor a noche clara de invierno.
Hoy despierto entre un silencio de mañana que me sorprende, y lo hago a una luz que respira entre tejados
y árboles que se desperezan tranquilos
El día se desliza con un sentido de pertenencia inigualable, cada minuto en su afán, su sentido, la luz jugando entre chimeneas y picos blancos de las montañas de la sierra a lo lejos
La casa huele a horno caliente, a naranjas, almendras, nueces, azúcar con canela. El sol y la luminosidad del día construyen el otro elemento de equilibrio.
Por la tarde, cuando el sol roza suave la montaña,
sabemos que es la hora del paseo
Vamos hasta la fuente de Los Mártires, la del camino que lleva a Extremadura por la carretera de los olivos
Cielo nítido y colores inesperados cuando aún las siluetas se distinguen y el pastor camina presto
Agotamos los momentos mientras la luz recorre el valle anunciando la noche y los tintes crean una vez más un tapiz extraordinario
antes de regresar a la casa
lunes, diciembre 22, 2008
De calles salmantinas y piedras doradas
Si sales de la Plaza por la del Corrillo, vas a ver parte de la iglesia de San Martín encrustrada entre viviendas
Nadie se detiene mucho ahora en ese rincón. Qué diferente al verano, cuando las terrazas se llenan y las horas de la noche se entretienen sin prisas hasta que las conversaciones llaman a la madrugada.
A pesar de haber caminado muchas veces por el centro de Salamanca, sigo asombrándome con pequeñas y grandes cosas. Lo curioso es comprobar lo que a cada uno nos entusiasma, lo que nos mueve o nos detiene. Sé que hay sitios por los que prefiero pasar, calles que anticipo más que otras.
Saliendo del Corrillo, pasa por la calle Meléndez. Es corta pero tiene de todo, restaurantes, librerías con tan buena onda y recorrido como La Clandestina, bares de los de “antes” en los que poder jugar al futbolín y tomar un botellín (Mahou, por favor) o la tienda de Paco Moro, un joyero que trabaja la plata como nadie. Si necesitas algo así, no te lo pierdas. Yolanda te va a enseñar lo que necesites, lo que buscas, siempre de tú a tú, sencilla y encantadora.
Hacia el final de la calle, Delicatessen, un café nuevo que a Luis le gusta mucho, aunque yo prefiero el café El Corrillo, un café con sabor e historia que tuvo que trasladar a esta calle porque MacDonalds compró el local de la plaza del Corrillo (de ahí el nombre del café) donde antes estába.
Mucho en el corto espacio de esta calle que desemboca en la calle Compañía, la calle del enorme complejo de la Universidad Potificia, gigante,
la calle coronada a un lado por La Clerecía
y La Casa de las Conchas al otro, la luz de cada momento transformándola
y reconstruyendo contornos en su magnífica fachada
Puedes bajar por esa calle desde ahí o desandar el camino y a mitad de la calle Meléndez, entrar por el callejón
que te lleva la plaza de la iglesia de San Benito
No hay casi nadie a estas horas y con un sol amable borda la piedra en dorados, reflejos en los cristales
y aristas maravillosamente talladas cortando el azulísimo del cielo
Desde ahí puedes volver a retomar la calle compañía
y a mirar de un lado a otro. En un extremo, la Clerecía de nuevo
al otro lado, el palacio de Monterrey
Qué contraste de la piedra con el azul
Prefiero no contarte nada de cada edificio. Lo vas a disfrutar cuando vengas y puedas ir de un sitio a otro, leer guías, entrar en los sitios, encontrarte con mil destalles e historias.
El palacio está junto a la iglesia de la Purísima, la de la cúpula entre la niebla de la mañana y que se ve tan distinta con este sol
Si sigues hacia Bordadores vas a poder ver la torre del palacio
y un poco más allá, si vuelves la vista vas a ver la esquina que le da referencia al lugar
Luego, en Bordadores ya, la Casa de las Muertes,
De nuevo el contraste, dorado y azul elevando vuelo. Lo ves ahí también, en la torre de las Úrsulas
Así es Salamanca entre callejuelas, calles y plazas. Si lo quieres, siempre va a encontrar algo que dar. Piedras doradas en sus esquinas
y paseo entre luz cambiante
Para cuando vengas.
Nadie se detiene mucho ahora en ese rincón. Qué diferente al verano, cuando las terrazas se llenan y las horas de la noche se entretienen sin prisas hasta que las conversaciones llaman a la madrugada.
A pesar de haber caminado muchas veces por el centro de Salamanca, sigo asombrándome con pequeñas y grandes cosas. Lo curioso es comprobar lo que a cada uno nos entusiasma, lo que nos mueve o nos detiene. Sé que hay sitios por los que prefiero pasar, calles que anticipo más que otras.
Saliendo del Corrillo, pasa por la calle Meléndez. Es corta pero tiene de todo, restaurantes, librerías con tan buena onda y recorrido como La Clandestina, bares de los de “antes” en los que poder jugar al futbolín y tomar un botellín (Mahou, por favor) o la tienda de Paco Moro, un joyero que trabaja la plata como nadie. Si necesitas algo así, no te lo pierdas. Yolanda te va a enseñar lo que necesites, lo que buscas, siempre de tú a tú, sencilla y encantadora.
Hacia el final de la calle, Delicatessen, un café nuevo que a Luis le gusta mucho, aunque yo prefiero el café El Corrillo, un café con sabor e historia que tuvo que trasladar a esta calle porque MacDonalds compró el local de la plaza del Corrillo (de ahí el nombre del café) donde antes estába.
Mucho en el corto espacio de esta calle que desemboca en la calle Compañía, la calle del enorme complejo de la Universidad Potificia, gigante,
la calle coronada a un lado por La Clerecía
y La Casa de las Conchas al otro, la luz de cada momento transformándola
y reconstruyendo contornos en su magnífica fachada
Puedes bajar por esa calle desde ahí o desandar el camino y a mitad de la calle Meléndez, entrar por el callejón
que te lleva la plaza de la iglesia de San Benito
No hay casi nadie a estas horas y con un sol amable borda la piedra en dorados, reflejos en los cristales
y aristas maravillosamente talladas cortando el azulísimo del cielo
Desde ahí puedes volver a retomar la calle compañía
y a mirar de un lado a otro. En un extremo, la Clerecía de nuevo
al otro lado, el palacio de Monterrey
Qué contraste de la piedra con el azul
Prefiero no contarte nada de cada edificio. Lo vas a disfrutar cuando vengas y puedas ir de un sitio a otro, leer guías, entrar en los sitios, encontrarte con mil destalles e historias.
El palacio está junto a la iglesia de la Purísima, la de la cúpula entre la niebla de la mañana y que se ve tan distinta con este sol
Si sigues hacia Bordadores vas a poder ver la torre del palacio
y un poco más allá, si vuelves la vista vas a ver la esquina que le da referencia al lugar
Luego, en Bordadores ya, la Casa de las Muertes,
De nuevo el contraste, dorado y azul elevando vuelo. Lo ves ahí también, en la torre de las Úrsulas
Así es Salamanca entre callejuelas, calles y plazas. Si lo quieres, siempre va a encontrar algo que dar. Piedras doradas en sus esquinas
y paseo entre luz cambiante
Para cuando vengas.
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