El día ha comenzado a vibrar desde temprano, lleno de luz y con ese sol calentando hasta que el termómetro llega a marcar 10 grados a la 1 de la tarde. Se siente también el comienzo de las vacaciones. No sé lo que es pero algo distendido y diferente anda cosquilleando... es como quitarse un peso de encima, caminar ligero, abrir los ojos del todo y dejar que la tapa de la caja también se abra por completo, despejar telarañas, dejar rodar pensamientos.
Siento el pulso del aire templado. Llevo la cámara en la mano y casi de forma automática se va encontrando con quienes disfrutan del sol, del aire y del día tanto como yo. Claro, yo no soy valiente y llevo mi abrigo puesto pero son muchos los que no lo necesitan.
Os dejo con estas instantáneas que la cámara caprichosa eligió para dejar constancia de que la calle sigue siendo uno de los lugares favoritos de lectura,

el mejor lugar para hablar por teléfono,


el mejor para...
- shhhhhh, déjalo, no hace falta que digas mucho, ¿no ves que las fotos ya lo dicen todo y que además, tampoco son tan interesantes?

- ¿No quieres que haga algún comentario con pequeñas sutilezas aquí y allá?
- No, hoy no. Déjame disfrutar de este silencio y del momento de cada una





Cómo explicar esa sensación de levedad, el regocijo que discurre mientras escuchas el agua de la nieve que se derrite, pájaros, el cielo azulísimo, once grados de luz, espacio y templanza.