viernes, octubre 31, 2008

18 grados entre amarillos

Sí, parece increíble pero así es: hoy hemos llegado a 18 grados. Tal vez luego llegue todo el frío pero mientras, estamos teniendo un tiempo de ensueño. Muchos árboles ya han perdido sus hojas pero otros ahí están, en pleno esplendor otoñal,

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con todas sus transparencias y jugando a pintar acuarelas

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o a matizar tejidos

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A cada paso del camino ese despliegue de color,

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y caminar como sin creérselo, de manga corta y a finales de octubre, a 18 grados y entre amarillos

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jueves, octubre 30, 2008

Carson City en El territorio vacío

Alguien me mandó un mensaje ayer diciéndome que por casualidad, buscando algo sobre Carson City, había encontrado mi blog y cómo lo que en él leía y veía era lo que necesitaba para la canción que estaba componiendo. El tono del mensaje y la fluidez del escrito me supo bien, historia de canción tarareada en algún rincón cálido.
Hoy el coronel Steiner asoma con nombre propio. Tiene blog y ésta es la historia que su canción cuenta.

miércoles, octubre 29, 2008

¿Cierto?

Aún no hace frío, o no tanto como en otros lugares. Pero ya llegó la época de las hojas caídas, el recogerlas y acumularlas junto a las aceras para cuando pase el camión. Hoy no le toca el turno a ellas sino a las ramas que son un poco más grande. Todo tan efectivo y ordenado.

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Llegan, echan las ramas en la máquina que las tritura y las escupe al remolque,

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y se van

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Todo eso se recicla. Los trocitos de madera los he visto en los jardines pero me imagino que los deben utilizar en muchas cosas más.
Estoy pensando ahora en los jardineros que cuidan los jardines y parques de las ciudades españolas. También aquí hay jardineros, aunque parece que menos. Casi nunca los veo. Deben trabajar por las noches para que por las mañanas aparezcan como por sorpresa todas esas flores que plantan ya florecidas (especialmente junto a edificios oficiales).
Todo tan efectivo y ordenado, como en muchos otros lugares del mundo cuando hay intereses de por medio. (¿Cierto?)

martes, octubre 28, 2008

En el regreso

A veces, especialmente en aeropuertos pequeños, veo cosas así

Algo tan simple como una mecedora de madera puede transformar por completo el momento, completar la evocación que te hace sentir bien mientras te meces y al menos por un instante, sabes que la frialdad de los aeropuertos desaparece. Burbuja de intimidad.

También ella estuvo en la conferencia. Ese instrumento es un violín de Indonesia (no sé de qué sitio en concreto).
Nos fuimos encontrando en el aeropuerto como si aquello fuera el centro de la post-conferencia. Esperamos juntos el avión a Detroit y ahí ya nuestras rutas se separaron. A varias de estas personas probablemente no las vea hasta el próximo año. Esperemos que sí.

Madison ya estaba de noche cuando llegué. El frío se está empezando a sentir y huele a otoño de hojas mojadas en la calle. La casa estaba caliente y la cena estaba preparada. ¿Qué más puedo pedir?

lunes, octubre 27, 2008

En terceros

Hoy despido a amigos que regresan a sus clases o a seguir escribiendo sus tesis y tesinas, doy la bienvenida a otros que se incorporan más tarde y encuentro el momento para estar con algunos a quienes hacía mucho tiempo que no venía. Katie estudió en Madison. Terminó sus cursos y exámenes de doctorado en el 2005 y ahora está terminando de escribir su tesis. Hace ya casi tres años se fue a vivir a Columbus, Ohio. Con Katie compartí bastante durante el máster. Fuimos a comer juntas, volvimos a unir los puntos del presente y del pasado. Esos reencuentros hablan en voz alta de continuidad, destinos que se van creando entre casualidades o premeditación, del paso del tiempo y tu propia vida.

Pero sí, este banco ha estado solitario hoy en muchos momentos porque había muchas otras cosas que hacer

Cuesta creer que ya casi está llegando el final.
Gente, ponencias, conciertos... Todo ahí, todo muy lleno.
Esta noche toqué en un concierto que hicimos en la sección de Latinoamérica. Fue como una especie de peña improvisada: se tocaron danzas, cuecas y tonadas chilenas, zambas argentinas, mejoranas panameñas, samba y batucada, steel drums... Hacía falta todo eso para recordar que la música la seguimos haciendo viva todos nosotros.

domingo, octubre 26, 2008

Un segundo día

Pasó la lluvia y despertó contento,

radiante, vestido de sol

Los paneles terminaron al mediodía y ese sol fue un reglo perfecto para pasar un rato afuera, comer, sentarse a charlar

y a tocar

Nada más agradable que sentir la placidez de la gente, el sentirse ahí, sin prisas. Todo parecía encajar. Incluso este grupito tocando música de los Apalaches

con ese banjo todo de madera (que me llamó la atención porque siempre los había visto con su cuerpo de metal)
y al lado ellos haciendo tahichi

(Pensé que en algún momento se iban a sincronizar con el tempo de la música de los Apalaches pero no, cada uno se mantuvo en su órbita).

sábado, octubre 25, 2008

Un primer día

Cada conferencia es diferente y desde el primer día ya casi puedes reconocer su pulso. Éste año, lo que se siente muy diferente es el que la conferencia sea en un campus y no en un hotel con grandes salas y cuartos para las diferentes sesiones. Cada panel está en un edificio diferente, casas o espacios que el campus utiliza para clases, ensayos o conciertos.
Es bonito poder salir y moverse por espacios como éste

o éste yendo de una presentación a otra


Edificios, casas antiguas, capillas
edificios reconstruidos para tales fines

Si algo tienen de bueno las conferencias de SEM es que los horarios se mantienen y eso ayuda para poder pasar de un panel a otro sin problemas. Todo medido y calculado: 20 minutos de presentación y 10 minutos de comentarios, preguntas y respuestas

Ha sido un día intenso. Hay muchos trabajos con temas interesantes y tratas de ir a todo lo que puedes. Pero sí, con un rato para comer o para tomar un café y, de paso, por primera vez...

Sí, ver de cerca un partido de fútbol americano. Golpes y carreras incluídos

Mejor que nada falte. Estamos en New England.

Tal vez debería estar fotografiando los espacios donde más tiempo estoy pasando pero no creo que sea muy interesane. Bueno, sólo una de lo que llaman escenario de músicas del mundo (world music stage) y donde ensayan gamelan

La última ponencia que escuché fue la de una compañera de Madison hablando de Aida y de los roles de las mujeres afroamericanas en la ópera. Ella presentó aquí,

hasta donde se llega por un caminito que pasa al lado de este rincón

Casitas de galleta y chocolate por el camino

y un vuelo

¿Estoy en una conferencia?

A lo largo del día me he ido encontrado a compañeros y profesores. A algunos los conocí hace un año en la misma conferencia en Columbus, Ohio. Eso es lo bueno de estas conferencias, el reencuentro, compartir tu trabajo, las experiencias de unos y otros, conocer a gente que está trabajando con intereses muy similares a los tuyos, los amigos que se recongen por el camino.

¿Las cosas negativas? ¿Por qué se empiezan a ver con más transparencia los problemas que hay dentro de la universidades? ¿Por qué todo lo establecido y rígido parece ser siempre tan problemático a muchos niveles? ¿Cómo es que seguimos funcionando por esos de quién es quién y yo te conozco conozco a ti y a él?

Sí, el día ha sido largo. Ha llovido y al final del día el viento no quiso pasar desapercibido. Pero cerramos el día con cociertos y Brenda tocó una indita de alguna parte de Nuevo México

y este trío tocó música de Bulgaria con un gusto y talento impresionantes

viernes, octubre 24, 2008

Etnomusicologías y conferencias

Salgo dentro de unos minutos hacia Middletwon, una ciudad pequeñita a unas dos horas de Nueva York donde está la universidad de Weslyan. Y ahí, la conferencia anual de la Sociedad de Etnomusicología.
Presento el martes. Si acaso no puedo conectarme antes, hasta el miércoles.

miércoles, octubre 22, 2008

Como el día

Ahora sí, el día quebró sus filamentos y olvidó sus otras galas.
Hay límites, me dice. Ya es hora, necesito que el otoño me inunde,

que entretenga con otro sonido el paso, el susurro de las ramas


Llega en el momento justo, le digo, cuando debería llegar. Así lo siento.

Bajo la cuesta apresurada, sin poder quitarme la sensación de que falta ese minuto para ese algo más que siempre necesita hacerse.
No, no falta, no se necesita más, me dice. Es lo que es, nada más

Debe de ser así. Esa voz sabia siempre parece tener buenas razones.
Entonces ralentizo. Quiero llenarme de otras formas y colores,

vaciarme para que los pensamientos tan monótonos de los últimos días me den un respiro,

inundarme de otoño y hojas, sentir como el día

martes, octubre 21, 2008

¿Otra?

¿Qué pensarán las arañas de estas primeras heladas de otoño?


sábado, octubre 18, 2008

Otro por si acaso

Aunque quieras desconectar, es imposible no recibir el bombardeo de noticias sobre las elecciones, los debates entre los candidatos a la presidencia, éste y aquel, aquel y aquella, éste acusando al contrario y el otro respondiendo con un nuevo ataque.
Es especialmente intenso ahora pero ya casi llevamos sufriéndolo el año o año y medio que va de campaña, primero la elección del candidato del partido, luego las campañsa para captar votantes, los debates y quién sabe qué más. La constante cobertura que le dan los medios de comunicación mediatizan y colocan casi todo lo demás en un segundo plano.
Ayer me comentaba un amigo que en Canadá, la campaña electoral dura un mes. Eso parece tener muchas ventajas: menos gastos, menos polución mental, más tiempo tratando de hacer y menos criticando o tratando de salir a flote.

Antes de desconectar sólo quiero decir que por si acaso no tienes muy claro a quién votar, mira,

no te lo pienses mucho más.

viernes, octubre 17, 2008

Por si acaso

Por si acaso alguien dudaba, aquí están, por fuera

y por dentro


Ciertos como el otoño

con su lluvia

y transiciones

miércoles, octubre 15, 2008

¿Cómo decirles?


En uno de mis primeos viajes a Sudamérica fui a Maule, un pueblecito chileno en la octava región, cerca de Coronel, de Concepción, por allí donde el Bío-Bío reclina sus aguas y el mar permea razones. Ya las minas de carbón no producen. Los alemanes llegaron, recogieron lo que necesitaban y cuando la producción se fue agotando, regresaron a su tierra. Apellidos alemanes se quedaron en el pueblo, ojos verdes y tez clara entremezclada con otra tez más oscura, ojos negros, formas que el legado de pueblos originarios dejó como huella.
Y nadie más chileno que esos niños de Maule. Nada más maravilloso que su mirada confiada, su sencillez

Niños conscientes de que su destino es permanecer ahí, que es difícil salir del pueblo, que sus papás no tienen dinero para mandarlos a estudiar a la ciudad. Cómo les explicas que sí se puede, que hay medios, que siempre hay una posibilidad. ¿Se puede? ¿Hay medios? Optimista y siempre esperanzada, llegué pensando que sí, que todo se puede. Vivir de cerca otra realidad me dejó dudas. Eso sucedió en julio de 1996. Era invierno y llovía en Maule.

En febrero de 1997 fui a Bolivia. No estaba preparada para encontrarme esa ciudad que hilvana sus casas en la brecha de la montaña, ni su realidad social con mil razones que no llegas a entender y una pobreza tan brutal que las calles de Maule o el futuro de sus niños hasta se dejan ver como triunfo. Pero creo que lo que más me costó asumir fue el contraste y la desigualdad entre pobres y ricos, y de qué forma tan obvia el racismo y las diferencias de clase parecen estar asumidas

Para ese entonces una de mis hermanas tenía amadrinado a un niñito boliviano, Élmer. Le fuimos a visitar. Vivía en El Alto, la ciudad de más de un millón de habitantes que comenzó como barrio de La Paz y hace pocos años adquirió el estatus de ciudad. A ella llegaron muchos campesinos que emigraban a la ciudad en busca de trabajo para ganarse la vida. El Alto se llama así porque está en lo más alto de la montaña, ahí, muy pegadito al cielo. Y es curioso que sean los pobres los que más arriba viven porque en muchos otros lugares, parece que son siempre los ricos los que a las cimas y lomas (verdes o no) llegan.

Cuando llegas al Alto te das cuenta de lo que realmente es la pobreza. El aire te rompe las mejillas, el sol te abrasa, el tejado es hojalata, en esas cuatro paredes no hay puerta, el suelo es tierra, la gallina duerme muy cerca. En la escuela no hay nada, nada, algún pupitre en algún aula, una pizarra si acaso. Allí encontramos a Elmer. No quería acercarse porque pensaba que íbamos a llevárnolos. O algo. Hablamos con él, le tranquilizamos, estuvimos un rato juntos, fuimos a su casa, los dos espacios donde vivía su familia numerosísima.

Mucha pobreza. Mucha pena. Te sientes impotente, empequeñecido. A la vez, ver todo eso te hace sentir los pies en la tierra, entender lo que tienes o lo que no tienes. Entender, más que nada, la riqueza que te da el tener opciones y el poder controlar mucho de lo que pasa en tu vida.

Desde entonces, sobre todo en viajes por América Latina, he visto mucha pobreza, muchos niños muy necesitados y desatendidos. Me doy cuenta de que vivo en una sociedad privilegiada, tanto aquí como en España, que nunca me falta comida, ni ropa, ni otras muchas cosas. Sí, llevo muchos años amadrinando a niños bolivianos y participando de vez en cuando en conciertos benéficos aquí y allá. Pero todo parece ser muy poco y nunca suficiente porque la pobreza no termina. Las cifras son alarmantes.


¿Cómo decirle a niños nacidos en la pobreza y la necesidad que mucho de lo que se propongan en la vida lo pueden llegar a alcanzar?