La piel recordó veranos calurosísimos, siestas afiebradas de bochorno; despertarlas para buscar el fresco en un patio más allá. Incansable la tarde, larga la luz del día; una montaña salpicada de insectos para decirle adiós. La noche jugando al escondite para luego llegar poblada de grillos y estrellas. Pájaros dormidos al resguardo de las sombras; los primeros al amanecer, como si el alba les ganara su propio azar.
No hizo falta hablar de sensaciones, forma, olores. Todo estaba en la lluvia y su humedad de estío. Su poder para evocar reconstruyó las coordenadas de una memoria
7 comentarios:
Preciosas: me encantan los tejados. Un abrazo.
EStoy con leo, me encantan, pero es que me encantan las fotos de los tejados... Creo que guardo alguna relación extraña y profunda con las partes de una casa...
Frutas de verano!... son las que nos lo endulzan cuando nos agota el bochorno.
Saludos desde mi higuera!
Saludos Raquel, un abrazo
las fotos de los tejados son magníficas y los recuerdos me llevan a muchos de los míos y me encanta leerlo.
Un abrazo grande, Raquel
Las sensaciones, formas y olores son mi forma de ver.
Y por supuesto los sabores de higos y membrillos en todas sus formas!
Besotes, Dama Musical.
Leo,
a mi también, los tejados con solera, con la belleza que los años les van dejando.
Dintel,
Adivina, adivinanza, !tejados y puertas! En especial algunas, sí.
José,
tu higuera sabe llena y jugosa. Esta noche, el deleite de ver a mi madre y a una de mis hermanas comiendo esos higos con un placer único.
A.VV. Calvario,
cuánto tiempo. Ojalá que estés muy bien.
Un abrazo
Elèna,
creo que compartimos unas cuantas cosas y eso también me da mucho gusto.
Minombre,
nosotros en verano y tú saliendo del invierno. Pronto retomo nuestra conversación. Entretanto, un abrazo.
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