Las comunidades pequeñas son testigo del paso del tiempo de forma más viva que las grandes ciudades. La anonimidad que la ciudad engendra no cabe en un lugar pequeño donde la comunidad es memoria: quien te recuerda te da vida, a quien recuerdas haces vivir, quien crece contigo comprende el mismo crecer. Reuniones como la de hoy en el pueblo me dejan verlo con claridad.
Un pregón ha convocado esta tarde para una zumba, una zumba', una zumbá. Solo ahora que lo escribo me pregunto si lleva acento, si viene de zumbar -"Producir ruido o sonido continuado y bronco, como el que se produce a veces dentro de los mismos oídos"- o de zumba -"Cencerro grande que lleva comúnmente la caballería delantera de una recua, o el buey que hace de cabestro-. Venga de donde venga, nuestra zumbá tiene campanillos y ruido
Nos hemos reunido grandes y pequeños frente al ayuntamiento
y de allí vamos caminando
hasta la casa de la pareja. Hay mucha gente
Las tradiciones son parte de todos. Así las sentimos. Para algunos es algo nuevo. Para quienes han vivido unas cuantas, la ocasión perfecta para recordar en voz alta y comprender el hilo de unión con el lugar, su historia y su gente. Por un momento pienso en eso mientras pasamos por la plaza y veo a quienes juegan la partida frente al bar de Salus, una de esas rutinas que construyen los rincones de nuestra historia
Sí, todos vamos caminando para llevarle el sonsonete al viudo que de nuevo contrae matrimonio
Frente a su casa nos reunimos para que salga y nos de algún cántaro de vino para la fiesta, tal vez unas perrunillas
Hoy no hay cántaro de vino pero sí salen
y después del ruido de tanto campanillo
dan dinero, dulces y sangría
La probamos y subimos a casa con los oidos todavía enterrados en el zumbar de los badajos.
Se han empezado a notar los días más cortos de finales de agosto pero el sol todavía es fuerte
cuando dejamos a un lado calles y callejuelas
y caminamos despacio, parándonos con otros que también vuelven a sus casas
Sí, las comunidades pequeñas son testigo del paso del tiempo. Son nuestra memoria.
4 comentarios:
¡Qué curioso ritual!
:D
Qué chulo!!! Todo, todo.
Irre,
como me cuenta J.M, creo que es una disculpa para hacer público un enlace que no es tanto la norma establecida y una buena ocación para construir comunidad. En el pueblo se lleva haciendo mucho tiempo. Creo que ésta es la primera a la que voy, aunque de otras supe o esuché los campanillos.
Dintel,
me gusta mucho cuando te puedo contar cosas así.
No conocía esta tradición. Me interesan como fenómeno cultural y porque soy muy curiosa, pero personalmente no suelo participar, soy más espectador.
Y me sorprende, tal vez porque soy más de ciudad que el Metro, que se conserven estas viejas costumbres y ritos todavía.
Un placer venir por aquí, Raquel.
Un beso,
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