Salida y llegada

Los paisajes son como los sueños: pertenecen a todos pero son exclusivos; cada mirada los reconstruye y los hace propios; algunos se recuerdan y otros se olvidan pero mientras los atraviesas, todo lo ocupan

La música también comparte con ellos todo eso. Más que vecina de paisajes y sueños, en realidad es parte de ellos. Músicas, sueños, paisaje. El orden no importa. El paisaje de hoy, por ejemplo, es significativo porque su travesía marca el comienzo de nuestra Escuela de Verano Musical. Verdes, ocres y amarillos nutren su sueño

Vamos al norte, a Soncillo, un pueblecito a unos 90 kilómetros de Burgos, cerca del Embalse del Ebro.
Solo cuando dejamos la meseta el verde te empapa las manos y su humedad te viste

El autobús con todos los niños salió a las 4 de la tarde. Nosotros hemos salido un poco antes para ir preparando cosas en el albergue. Dicen que va a hacer frío, que va a llover, pero el día se guarda su lluvia para que las nubes dibujen sus sueños

Detrás de sus formas hay un tesoro por descubrir. El nuestro también nos espera un poco más allá, pasada la entrada del pueblo, la plaza

y el breve espacio de allí al albergue, una ventana abierta a todo lo que queramos construir estos días

Ese es nuestro tesoro.

Y así es como da comienzo otro viaje musical por paisajes y sueños, raíces, brazos abiertos, baobas, abedules, burbujas, dragos y hayas

Aunque no lo saben, todo está dispuesto para cuando ellos llegan

y antes de que nos demos cuenta, la noche nos trae sus propias historias. El reencuentro es en un espacio nuevo

y ese espacio también forma parte del tesoro. Ojalá que su conversación nos ayude a escuchar la de los otros y a crecer grandes como sabios árboles milenarios, fuertes y respetuosos