De niñas protestábamos cuando nos mandaban a hacer los recados, a los mandados. Teníamos la firme convicción de que siempre mandaban a las más pequeñas, que los mayores se hacían mayores cuando dejaban de hacer esas tareas que te quitaban de jugar o interrumpían cualquier otra cosa que a nuestro entender, era lo más importante del mundo.
Ahora que ya no somos pequeñas, anque muchos de los recados siguen siendo los mismos, hacerlos se siente muy diferente. Nunca se tarda mucho y las distancias, aunque sean las misma, parecen haberse acortado considerablemente
El tiempo y el espacio siempre juegan con nuetras percepciones. (¿O somos nosotros los que hemos cambiado?)
A pesar de que no hace frío, no hay gente por las calles. El invierno es de interiores, de balcones y puertas cerradas
Pero aunque no lo parezca, todo sigue pasando en la cadencia de estos días tranquilos
3 comentarios:
Genial, el pueblo. Yo quiero ir a hacer los mandados si es en un lugar como este.
Nosotros haciamos lo mandados a la abuela en casa de Mercedes. Si tienda era genial para aquellas niñas pequeñas que eramos entonces. Te acercabas a la vitrina y veias todo su contenido. Y el olor!!! todavía lo siento en mi memoria. Saluditos!!!
Dintel,
Así es, tal y como lo ves
Rubi,
Hace poco comentaba en mi blog que a ver cuándo inventan alho para poder subir olores al blog, ¿No te parece?
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