Para cuando el sol se esconde, me doy cuenta de que el día se ha ido demasiado deprisa.
Es demasiado tarde para salir en bici. Mejor mañana.
Salgo a caminar un rato, no muy lejos. Hace tan bueno y hay tanta calma que hasta las ardillas parecen estar menos nerviosas y huidizas.
Me mira, sostiene la mirada
y después de un rato decide emprender camino
Sigo camino mientras la luz cálida borda dorados.
Alguien dice hola al lado
y luego vuelvo a casa.
(Un día más de vacaciones. Mañana es el día del trabajo y como en otros países, aquí tampoco se trabaja.)
domingo, agosto 31, 2008
viernes, agosto 29, 2008
Estas cosas de ahora
Recuerdo muy bien el comienzo de curso del año pasado. Me sentía como una chiquilla, atenta a lo desconocido. alerta. Retomaba clases y caminaba por lugares del campus por donde no había caminado antes, libros debajo del brazo, presto el paso mientras subía la cuesta.
Ahora ya sé que esta semana casi siempre es así, llegar, organizar, hacer horarios para alumnos, horarios de universidad, hablar con profesores, trámites. No merece la pena impacientarse. Hay que darle tiempo al tiempo y dejar que todo vaya encajando poco a poco. Hay mucho que no depende exclusivamente de uno.
Semana de disfrutar de Madison en vacío. Los estudiantes han ido llegando poco a poco, aunque han sido sobretodo los de primer año de estudios de grado o de postgrado. Así que da gusto caminar por el campus y hacer todos esos trámites sin tener que esperar mucho, sin prisas también.
Cada día de esta semana ha configurado un circuito intenso, tanto físico como emocional. A todos nos cuesta reiniciar algo. Nada te regalan, cualquier transición lleva la carga de los pasajes, lo imprevisto, el arco del tiempo que ha de ser construido de nuevo.
Ahora la puerta ya se deja ver un poco más de cerca.
Viviría en una ciudad bañada en luz y sol. No tendría ninguna queja de días como hoy.
Siempre se me olvida que las puertas aquí se abren para el otro lado.
No recordaba que tuviera que pagar $46.60 para llenar el depósito con 12.80 galones
No me gusta. Pero sé que en otras partes es aún peor.
Ahora ya sé que esta semana casi siempre es así, llegar, organizar, hacer horarios para alumnos, horarios de universidad, hablar con profesores, trámites. No merece la pena impacientarse. Hay que darle tiempo al tiempo y dejar que todo vaya encajando poco a poco. Hay mucho que no depende exclusivamente de uno.
Semana de disfrutar de Madison en vacío. Los estudiantes han ido llegando poco a poco, aunque han sido sobretodo los de primer año de estudios de grado o de postgrado. Así que da gusto caminar por el campus y hacer todos esos trámites sin tener que esperar mucho, sin prisas también.
Cada día de esta semana ha configurado un circuito intenso, tanto físico como emocional. A todos nos cuesta reiniciar algo. Nada te regalan, cualquier transición lleva la carga de los pasajes, lo imprevisto, el arco del tiempo que ha de ser construido de nuevo.
Ahora la puerta ya se deja ver un poco más de cerca.
Viviría en una ciudad bañada en luz y sol. No tendría ninguna queja de días como hoy.
Siempre se me olvida que las puertas aquí se abren para el otro lado.
No recordaba que tuviera que pagar $46.60 para llenar el depósito con 12.80 galones
No me gusta. Pero sé que en otras partes es aún peor.
miércoles, agosto 27, 2008
Dos momentos
La calma de hoy en el lago Wingra todo lo acunaba y podía espantar cualquier miedo, incluso al más inesperado.
Así es por aquí en verano, cuando hay tiempo y las esquinas de los ratos tienen más holgura y menos apuro. Así es cuando te acercas al lago y el momento de los otros invade el tuyo. Así lo quieres. Tal es la calma, la pertenencia, el gusto de quienes hacen "logrolling"
o de quien lo contempla o se deja llevar
Ese momento. Nada más ocurre.
Enlazando mundos, un poco más tarde, ésta imagen de un padre y su hija pintando una casita para pájaros
Es el momento y el gesto, la importancia de algo, la intención. Lo único que pasa. Allí y acá, entonces y ahora.
Así es por aquí en verano, cuando hay tiempo y las esquinas de los ratos tienen más holgura y menos apuro. Así es cuando te acercas al lago y el momento de los otros invade el tuyo. Así lo quieres. Tal es la calma, la pertenencia, el gusto de quienes hacen "logrolling"
o de quien lo contempla o se deja llevar
Ese momento. Nada más ocurre.
Enlazando mundos, un poco más tarde, ésta imagen de un padre y su hija pintando una casita para pájaros
Es el momento y el gesto, la importancia de algo, la intención. Lo único que pasa. Allí y acá, entonces y ahora.
martes, agosto 26, 2008
y encuentros
En ruta, un verde enlaza el entonces y el ahora. Quiero pensar que es verde de bienvenida, mientras camino una ruta que bien conozco y que a la vez extraño. Puedo repetir mis pasos, andar con ojos cerrados y sin embargo, un aquí y un allá no acaban de conjugar sus términos.
Hay que dar tiempo al tiempo. Se me olvida que las transiciones nunca son ni fáciles ni rápidas.
Y miro al verde que me arropa como queriendo airear la nostalgia
y robarle un reflejo al agua
mientras destila sentires, aligera carga y trata de retomar el sentido del vuelo y el navío
Hay que dar tiempo al tiempo. Se me olvida que las transiciones nunca son ni fáciles ni rápidas.
Y miro al verde que me arropa como queriendo airear la nostalgia
y robarle un reflejo al agua
mientras destila sentires, aligera carga y trata de retomar el sentido del vuelo y el navío
domingo, agosto 24, 2008
Despedidas
Ha sido un verano excepcional. He ido de un sitio a otro. He estado en casa, con mi familia, con mis amigos. He viajado, me he reido mucho, he hecho música, he hablado bastante, he estado callada también. Me siento afortunada por poder vivir todo eso y tener a gente a mi lado que me deja ser lo que soy, crean el espacio y me dejan vivir enredada en sus vidas. Mucha fortuna.
La niña Lisbet me decía adiós hace dos meses en algún punto del camino entre Cusco y el Valle Sagrado
Hoy pensé en ella. Probablemente haya un encuentro en cada despedida. Como ella, yo también digo hasta luego.
La niña Lisbet me decía adiós hace dos meses en algún punto del camino entre Cusco y el Valle Sagrado
Hoy pensé en ella. Probablemente haya un encuentro en cada despedida. Como ella, yo también digo hasta luego.
miércoles, agosto 20, 2008
Por la zona (3): Candelario
De Hervás a Candelario vamos comentando de todo lo que hay que ver en España. No son sólo pueblos y ciudades, sino paisajes. En pocos kilometros hemos pasado de un valle a otro, de un sistema montañoso a otro. Esa variedad y belleza de paisajes y pueblos en recorridos relativamente cortos es incanjeable.
En la Sierra de Béjar, Candelario ha sido (y tal vez sea, junto con La Alberca) uno de los destinos turísticos más conocidos de la provincia de Salamanca. Pueblo de sierra y montaña, ha sido durante muchos años un punto de encuentro para montañeros, aficionados al senderismo y a los deportes de invierno. Parece que en los veranos no sólo se llena de gente del pueblo que trabaja y vive en otras lugares sino de turistas.
Entrando por la parte alta, por un momento pienso en el parecido entre Hervás y Candelario
pero a medida que nos adentramos en el pueblo, el estilo cambia totalmente. Las casas bajas dan paso a otras más altas, a calles forradas de piedra,
otras balconadas
Es casi obligado subir hasta la iglesia,
Y digo subir porque siendo pueblo de montaña, en cuesta, casi siempre hay que subir o bajar, da igual en qué orden lo hagas
El señorío de sus casas es visible,
más granito y construcción sobria,
casas altas con balcones buscando la luz que anime el aire frío de la sierra en el invierno
Podrías pasar horas yendo de puerta en puerta admirando las tradicionales batipuertas que dejan entrar la luz al patio para poder trabajar mejor,
o haciendo un recorrido de fuentes
y de pequeños rincones donde de vez en cuando le robas la paz a alguien del lugar,
la imagen a un paso lento y maravillosamente pausado
Bajamos por una de las calles principales y ahí terminamos nuestro recorrido. Una última mirada a la encrucijada de balcones,
la montaña al fondo, el agua recorriendo la calle y construyendo parte del paisaje sonoro de la tarde de Candelario.
En la Sierra de Béjar, Candelario ha sido (y tal vez sea, junto con La Alberca) uno de los destinos turísticos más conocidos de la provincia de Salamanca. Pueblo de sierra y montaña, ha sido durante muchos años un punto de encuentro para montañeros, aficionados al senderismo y a los deportes de invierno. Parece que en los veranos no sólo se llena de gente del pueblo que trabaja y vive en otras lugares sino de turistas.
Entrando por la parte alta, por un momento pienso en el parecido entre Hervás y Candelario
pero a medida que nos adentramos en el pueblo, el estilo cambia totalmente. Las casas bajas dan paso a otras más altas, a calles forradas de piedra,
otras balconadas
Es casi obligado subir hasta la iglesia,
Y digo subir porque siendo pueblo de montaña, en cuesta, casi siempre hay que subir o bajar, da igual en qué orden lo hagas
El señorío de sus casas es visible,
más granito y construcción sobria,
casas altas con balcones buscando la luz que anime el aire frío de la sierra en el invierno
Podrías pasar horas yendo de puerta en puerta admirando las tradicionales batipuertas que dejan entrar la luz al patio para poder trabajar mejor,
o haciendo un recorrido de fuentes
y de pequeños rincones donde de vez en cuando le robas la paz a alguien del lugar,
la imagen a un paso lento y maravillosamente pausado
Bajamos por una de las calles principales y ahí terminamos nuestro recorrido. Una última mirada a la encrucijada de balcones,
la montaña al fondo, el agua recorriendo la calle y construyendo parte del paisaje sonoro de la tarde de Candelario.
Por la zona (2): Cáparra y Hervás
A unos 20 kilómetros de Zarza de Granadilla, el arco de Cáparra asoma como un extraño en medio del camino
Es uno de los pocos arcos romanos de cuatro puertas que se conocen
No llegamos a tiempo de ver las excavaciones que se están haciendo alrededor y seguimos camino hacia hacia Hervás, que caminamos a primeras horas de la tarde
Es fácil orientarse en estos pueblos en los que las torres de iglesias se dejan ver con facilidad
y facilitan la orientación. Vamos directamente al barrio judío
Ya para el siglo XV era conocida la población judía de Hervás. Con la expulsión decretada en 1492 por los Reyes Católicos, unas 25 familias salieron de Hervás. Permanecieron quienes se conviertieron al cristianismo.
El barrio conserva su sentido de funcionalidad, sus calles estrechas y angostas,
calles, esquinas y casas casi incrustadas las unas en las otras
Es un devenir de necesidades, de aleros que se entrecruzan y revestimiento de casas a base de tablones de madera,
entramados de madera con ladrillo,
adobe,
paredes recubiertas de tejas
Llaman la atención esas tejas en vertical, al desnudo
o cubiertas de cal,
tejas también para tejados con vida propia
No te pierdes. El laberinto casi te guía. Siempre hay una callejuela más
o una caprichosa distribución de líneas que te roba la mirada
Apenas si hay gente a estas horas en las que el sol aún calienta.
Un poco más tarde, cuando el sol baje, los paisanos saldrán a sus puertas de sus casas y en corrillo se hará la tertulia. Y sólo quienes vayan al café podrán hacer uso de su aldaba
Es uno de los pocos arcos romanos de cuatro puertas que se conocen
No llegamos a tiempo de ver las excavaciones que se están haciendo alrededor y seguimos camino hacia hacia Hervás, que caminamos a primeras horas de la tarde
Es fácil orientarse en estos pueblos en los que las torres de iglesias se dejan ver con facilidad
y facilitan la orientación. Vamos directamente al barrio judío
Ya para el siglo XV era conocida la población judía de Hervás. Con la expulsión decretada en 1492 por los Reyes Católicos, unas 25 familias salieron de Hervás. Permanecieron quienes se conviertieron al cristianismo.
El barrio conserva su sentido de funcionalidad, sus calles estrechas y angostas,
calles, esquinas y casas casi incrustadas las unas en las otras
Es un devenir de necesidades, de aleros que se entrecruzan y revestimiento de casas a base de tablones de madera,
entramados de madera con ladrillo,
adobe,
paredes recubiertas de tejas
Llaman la atención esas tejas en vertical, al desnudo
o cubiertas de cal,
tejas también para tejados con vida propia
No te pierdes. El laberinto casi te guía. Siempre hay una callejuela más
o una caprichosa distribución de líneas que te roba la mirada
Apenas si hay gente a estas horas en las que el sol aún calienta.
Un poco más tarde, cuando el sol baje, los paisanos saldrán a sus puertas de sus casas y en corrillo se hará la tertulia. Y sólo quienes vayan al café podrán hacer uso de su aldaba
Por la zona (1): Granadilla
Vamos hacia el embalse de Gabriel y Galán por la carretera que serpentea el valle y que tantas veces vemos desde El Balcón de Extremadura
Nuestro primer destino en la ruta es Granadilla, el pueblo en el que en 1955 se decretó la expropriación de su término municipal por la construcción del embalse. Hubo protestas pero la gente fue relocalizada.
La torre del castillo corona la entrada y merece la pena subir a ella
Desde ahí se puede tener una visión panorámica de lo que fue esa parte del pueblo, la silueta de calles ya restauraudas
o el pantano al fondo, bordeando todo el lugar
Granadilla fue declarada conjunto monumental en 1980 y en 1984 comenzaron la obras de rehabilitación
Merece la pena recorrer la muralla que rodea todo el pueblo y desde donde puedes hacerte una idea de lo que el pueblo fue, las casas alrededor de la iglesia,
estructuras que ya han perdido su función original
y que tal vez las obras de rehabilitación quieran mantener de esa manera
Hace años que había bajado pero no recordaba tanto detalle. Como muchas otras veces, las piedras se convierten en imán
Tal vez sea el paso del tiempo, la permanencia de algunas cosas, cierta serenidad en esa especie de abandono,
nuestros pasos caminando calles que fueron
Dejamos la muralla y llegamos hasta la plaza, coqueta con sus casas remozadas
y su antiguo ayuntamiento
en el que luce un reloj solar donado por Camargo a Granadilla en 1995. No sé cuándo cuándo construyeron el reloj analémico
en el que tu propio cuerpo es aguja de tiempo,
En esa misma plaza, nos entretenemos también con los azules
de algunas de sus paredes y con ese tejido que tan bien elaboran las arañas sobre chumberas o yucas
Sí, hay que acordarse de Granadilla para entrar en ella y caminarla en una de esas rutas por el Valle de Ambroz o el Valle del Jerte. Merece la pena.
Nuestro primer destino en la ruta es Granadilla, el pueblo en el que en 1955 se decretó la expropriación de su término municipal por la construcción del embalse. Hubo protestas pero la gente fue relocalizada.
La torre del castillo corona la entrada y merece la pena subir a ella
Desde ahí se puede tener una visión panorámica de lo que fue esa parte del pueblo, la silueta de calles ya restauraudas
o el pantano al fondo, bordeando todo el lugar
Granadilla fue declarada conjunto monumental en 1980 y en 1984 comenzaron la obras de rehabilitación
Merece la pena recorrer la muralla que rodea todo el pueblo y desde donde puedes hacerte una idea de lo que el pueblo fue, las casas alrededor de la iglesia,
estructuras que ya han perdido su función original
y que tal vez las obras de rehabilitación quieran mantener de esa manera
Hace años que había bajado pero no recordaba tanto detalle. Como muchas otras veces, las piedras se convierten en imán
Tal vez sea el paso del tiempo, la permanencia de algunas cosas, cierta serenidad en esa especie de abandono,
nuestros pasos caminando calles que fueron
Dejamos la muralla y llegamos hasta la plaza, coqueta con sus casas remozadas
y su antiguo ayuntamiento
en el que luce un reloj solar donado por Camargo a Granadilla en 1995. No sé cuándo cuándo construyeron el reloj analémico
en el que tu propio cuerpo es aguja de tiempo,
En esa misma plaza, nos entretenemos también con los azules
de algunas de sus paredes y con ese tejido que tan bien elaboran las arañas sobre chumberas o yucas
Sí, hay que acordarse de Granadilla para entrar en ella y caminarla en una de esas rutas por el Valle de Ambroz o el Valle del Jerte. Merece la pena.
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